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Este 2019 se cumplen 120 años de la invención de la baquelita, mezcla de fenol y formaldehído, considerada por los químicos como el primer plástico de la historia. Su creador, Leo Hendrik Baekeland, fue un inmigrante belga que radicó en los Estados Unidos en 1889. La baquelita es un sustituto sintético para el barniz de laca que se usaba entonces como aislante en electrónica. Este invento revolucionó la industria por su infinidad de usos y formas. La ductibilidad del plástico, su reducido costo y sus propiedades aislantes hicieron imposible imaginar nuestra vida sin él a lo largo de casi dos siglos. Sin embargo, así como todo lo que nos ha dado la naturaleza, de manera bondadosa, también lo hemos destruido, hemos desaprovechado la oportunidad de proteger el Planeta con nuestras creaciones artificiales. La escasa capacidad del plástico de biodegradarse y de contaminar prácticamente cualquier lugar del mundo o especie, hace vital que nos obligue a preguntarnos hacia dónde vamos.

La batalla contra las bolsas de plástico se ha iniciado en todas partes del mundo. Trillones de toneladas de este material son retiradas de los océanos y áreas protegidas. Varios países han aprobado leyes contra su uso, pero aún es insuficiente. Siguen siendo “acciones parche”, paliativos para un problema cada vez mayor.

No solo debemos cambiar nuestros hábitos y comodidades, sino enfrentar honestamente una lucha contra el plástico en todas sus formas. La manera en que percibimos el mercado y la economía están exigiendo estos cambios profundos bajo la lógica de: “La basura es un error de diseño”.

La economía circular nace para abordar esta problemática, que es mucho más simple de lo que parece, pero de la que cualquier organización, empresa, ciudadano y gobierno debe hacerse cargo. Se debe reducir al máximo los desechos desde origen, lo que sale de cada casa o fábrica y lograr que sea de un determinado nivel de pureza para que puedan ser reciclados de la manera correcta.

Y también, desde el lado del consumidor, dejar de consumir productos cuyos envases y etiquetas no cumplan con este criterio. Nuevas normativas se asoman en Bolivia contra el plástico y exigirán a que muchas empresas y fábricas hagan cambios y ajustes, para ello la innovación y la tecnología deben ayudar a reducir nuestro impacto en el mundo. Más allá de cualquier otra batalla religiosa o ideológica, esta va a definir nuestra continuidad como especie y, por ende, es la más importante.

*La Dirección de Guardiana da la bienvenida a Javier Espada Valenzuela, abogado, profesor universitario y Máster en Sostenibilidad.

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