Migrantes archivos — Guardiana Ayudar a empoderar a una ciudadana, incluyendo su búsqueda de justicia en los casos de violencia. Thu, 04 Aug 2022 03:49:01 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.5.3 https://dev.guardiana.com.bo/wp-content/uploads/2019/03/cropped-g-morado-08-32x32.png Migrantes archivos — Guardiana 32 32 El 61% de migrantes en Calama es de Bolivia https://dev.guardiana.com.bo/innova/antofagasta-concentra-mayor-migracion-colombiana-y-en-calama-lidera-la-boliviana/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=antofagasta-concentra-mayor-migracion-colombiana-y-en-calama-lidera-la-boliviana https://dev.guardiana.com.bo/innova/antofagasta-concentra-mayor-migracion-colombiana-y-en-calama-lidera-la-boliviana/#respond Mon, 30 Aug 2021 10:19:00 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=16240 Chile busca tener datos exactos de la cantidad de extranjeros en su territorio para tener un mayor y mejor control y, por eso, está pensando instalar una aduana sanitaria en el acceso norte de Tocopilla, entre otras iniciativas. Hay 1.462.103 extranjeros que viven en ese país.

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Por Guardiana (Bolivia)

Lunes 30 de agosto de 2021.- Antofagasta y Calama fueron un día territorio boliviano. Hoy, el 61,2 por ciento de las y los migrantes que viven en Calama son bolivianos y el 39,4 por ciento de quienes habitan en Antofagasta provienen de Colombia.

Calama es una ciudad y comuna que está al norte de Chile y es la capital de la provincia de El Lora que, a su vez, pertenece a la región de Antofagasta.

En la última semana, el Servicio Nacional de Migraciones y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de Chile unificaron las cifras para conocer la población residente en Chile. Entre los principales datos entregados, se estableció que la población extranjera residente en Chile al 31 de diciembre de 2020 alcanzó a 1.462.103 personas, lo que significa un aumento de 11.770 personas (0,8%) en comparación a 2019. Respecto de 2018, en tanto, da cuenta de un incremento de 160.722 personas , es decir un 12,4%.

El jueves de la semana pasada, el delegado Presidencial Regional de Antofagasta, Daniel Agusto, lideró un nuevo comité policial, donde se abordó el tema de la migración con datos proporcionados por las policías y Seremi de Salud, con el objetivo de generar un trabajo colaborativo.

“Las cifras que analizamos nos dan cuenta de la situación que se está viviendo en nuestra región. Tenemos una alta concentración de migrantes que en su mayoría está de paso. Este trabajo va a permitir en materia sanitaria, tener mayor y mejor control, el que incluye por ejemplo la instalación de una aduana sanitaria en el acceso norte de Tocopilla”.

Daniel Agusto, delegado Presidencial Regional de Antofagasta

El ministro del Interior de Chile, Rodrigo Delgado, manifestó que “el flujo migratorio está condicionado, primero, por los países de origen, de donde vienen caminando muchos de ellos, y tiene que ver con las crisis que atraviesan. Chile tiene una nueva legislación migratoria para evitar ingresos irregulares que dejan fuera de toda protección legal a quienes buscan nuevas oportunidades. Es por esto que los extranjeros que están llegando al país, principalmente a Antofagasta y otras zonas de la zona norte, deben ‘sincerar’ el motivo de su viaje”.

Es la Región Metropolitana la que concentra la mayoría de la población extranjera residente en el país, con 905.681 personas que representan el 61,9%. Por su parte, la Región de Antofagasta congrega el 7% y supera levemente a Valparaíso con 6,6%, como la segunda región con mayor cantidad de personas extranjeras. Las regiones que presentan mayor crecimiento relativo en el período 2018-2020 son Magallanes (25,1%), Biobío (23,8%) y Los Lagos con 22,5%, mientras que la Región Metropolitana (91.147personas); Valparaíso (11.167 personas) y Antofagasta (10.123 personas), experimentan el mayor incremento en el número de personas totales.

En esta estimación, 42 comunas del país superan las 10.000 personas extranjeras residentes. Santiago es la que presenta la mayor cantidad, con 220.283 personas. En segundo lugar, se consolida Antofagasta, con 61.651 personas, y luego Independencia, con 57.616.

*Con información de Timeline Antofagasta

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Narrativas facilitan la reintegración de niñas y niños migrantes en Guatemala https://dev.guardiana.com.bo/innova/narrativas-ancestrales-facilitan-la-reintegracion-de-ninos-migrantes-en-guatemala/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=narrativas-ancestrales-facilitan-la-reintegracion-de-ninos-migrantes-en-guatemala https://dev.guardiana.com.bo/innova/narrativas-ancestrales-facilitan-la-reintegracion-de-ninos-migrantes-en-guatemala/#respond Fri, 27 Aug 2021 12:00:00 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=16155 La Organización Internacional para las Migraciones facilita servicios de salud mental y apoyo psicosocial a los menores de edad, respetando sus raíces culturales para trabajar en un ambiente emocionalmente seguro para la reunificación familiar. El 60 por ciento de las niñas y niños migrantes que son retornados a Guatemala desde Estados Unidos y México declara ser parte de uno de los 22 pueblos mayas del país centroamericano.

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Texto y fotos de Melissa Vega, de la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU

Viernes 27 de agosto de 2021.- Teresa (nombre ficticio por motivos de seguridad), de 16 años, del grupo lingüístico maya kiche’ y originaria del departamento de Quiché, Guatemala, salió de su comunidad de origen de manera irregular para reunirse con su hermano en Estados Unidos. Durante el trayecto por México fue aprehendida y llevada a un refugio estatal para la niñez migrante, donde permaneció dos semanas. “A mi hermano le estaba yendo muy bien en el trabajo en Estados Unidos hasta que llegó la pandemia. Ha dejado de enviar la remesa y quiero ayudar a mi familia; también quiero una carrera, pero en la comunidad no hay escuela ni universidades, además no podríamos pagarlo”, aseguró.

“Toda respuesta emocional es producto de las vivencias durante la experiencia migratoria irregular; los chicos y las chicas recurren a mecanismos protectores que les ayudan a enfrentar la adversidad, que dependerán mucho de su propia personalidad y su contexto social”, aseguró Alejandra Mayorga, asistente de salud mental y apoyo psicosocial, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

De acuerdo con datos oficiales sistematizados por esta agencia de la ONU, casi un 60 por ciento de la niñez retornada desde México y Estados Unidos, identifica su origen en uno de los 22 pueblos mayas del país.

En respeto a su cosmovisión y en coordinación con las autoridades de gobierno y actores de la sociedad civil, la Organización Internacional para las Migraciones  está facilitando servicios de salud mental y apoyo psicosocial  contando con el respeto cultural para lograr un ambiente emocionalmente seguro para la reunificación familiar.

Expulsados por México y Estados Unidos

Entre enero y junio del 2021, las autoridades migratorias en Guatemala registraron 2623 retornos de niñas, niños y adolescentes migrantes no acompañados, el 96,8% corresponde a retornos desde México, el 3% de Estados Unidos y el resto a otras localidades.

En total, 6 de cada 10 chicos retornan vía terrestre a la ciudad de Quetzaltenango, en el altiplano, y el resto vía aérea. El 79,4% son niños y el 20,6% niñas.

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Centro de acogida situado cerca del aeropuerto de la fuerza aérea guatemalteca, en Ciudad de Guatemala.

Teresa, junto con otros 56 adolescentes, aterrizó en la Ciudad de Guatemala aproximadamente a las 9:00 horas. Fue trasladada a Casa Nuestras Raíces, uno de los dos albergues de la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia donde recibe una mudada de ropa nueva, zapatos, alimentos, un kit de higiene personal y uno de desinfección; tiene acceso al saneamiento y a un chequeo médico general.

Adicionalmente, fue seleccionada de manera aleatoria para una prueba de Covid-19; todos los niños y niñas que retornan participan de este protocolo en función de la protección de sus derechos. Afortunadamente, su resultado fue negativo, no así para otros 4 niños retornados en el mismo vuelo.

El personal de la Procuraduría General de la Nación ubicado en el albergue ya se puso en contacto con su familia en Quiché para que lleguen por ella en un lapso de 72 horas.

Mientras, se le asigna una cama para pernoctar. Durante este tiempo de espera, la Organización Internacional para las Migraciones, en coordinación con la Asociación de Investigación, Desarrollo y Educación Integral y Me Quito el Sombrero Producciones, llevan a cabo una estrategia donde, a través del juego, la risa, el teatro, la música, la magia y la mímica, incentivan una sana convivencia y espacios seguros para su bienestar psicosocial.

“Estas actividades permiten a las autoridades de gobierno crear momentos de reunificación sin la presión emocional que pueda resultar de la experiencia migratoria irregular”, añadió Alejandra Mayorga.

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Menores de edad comparten su tiempo en un centro de acogida, en Guatemala.
Proteger el interés superior del niño

La mencionada Asociación de Investigación, Desarrollo y Educación Integral implementa una metodología holística basada en el nahual maya Q’anil que simboliza los cuatro colores del maíz existentes en Mesoamérica: rojo, negro, blanco y amarillo. También los cuatro colores de piel y los puntos cardinales del universo.

“Para cosechar el maíz, debemos primero proteger las semillas, tal y como debemos proteger a la niñez migrante. Si no se les dan las oportunidades de desarrollo, los países no podrán cosechar todo lo bueno, la creatividad y los aportes que tienen estos chicos y chicas migrantes”, expresó uno de sus representantes, Jorge López, maya Achí.

“Durante nuestras intervenciones también hacemos referencia al resto de nahuales, pues cada persona nace bajo una de estas guías que rigen las personalidades, las cualidades y las aptitudes en cada ser humano; estos contenidos nos permiten guiarles hacia las profesiones en las que podrían destacar durante su vida y qué tipo de estudios deben buscar”, añadió López.

Por su parte, Me Quito el Sombrero Producciones, desarrolla teatro, mímica, música y magia basado en la narrativa de la semilla para acompañar y explicar a las niñas y niños el proceso de crecimiento, el disfrute de la infancia, la importancia del amor en la familia y los aportes que podrían hacer a sus respectivas comunidades.

“Es impactante convivir con niños y niñas de edades muy cortas, 5 o 6 años, que migraron no acompañados; pero sus reacciones también son una respuesta de esperanza para seguir construyendo resiliencia y sanación en las familias migrantes”, destacó Susana Recinos “Blanca Lluvia”, payasa humanitaria de Me quito el Sombrero Producciones.

“Intentamos llevar una energía positiva a las niñas, niños y adolescentes que esperan la llegada de su recurso familiar para la reunificación, generar risa para la relajación y como elemento para enfrentar la adversidad; también les enseñamos a hacer malabares y a hacer música con quienes ya tienen el manejo del ukulele. Tratamos de bajar las revoluciones energéticas que traen de esa experiencia migratoria”, informó Blanca Lluvia.

“El mayor desafío lo vivimos con los peques que recibieron un resultado positivo para COVID-19 pues deben estar en áreas específicas de observación, con limitadas visitas y contacto con las demás personas; sin embargo, ya hemos establecido mecanismos para disfruten algunas actividades en apoyo a su salud mental y psicosocial”, concluyó Recinos.

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Mano de obra boliviana deja su sello en la historia de la migración en Argentina https://dev.guardiana.com.bo/innova/las-edades-de-la-migracion-boliviana-en-argentina-cordoba-y-ushuaia-como-destino/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=las-edades-de-la-migracion-boliviana-en-argentina-cordoba-y-ushuaia-como-destino https://dev.guardiana.com.bo/innova/las-edades-de-la-migracion-boliviana-en-argentina-cordoba-y-ushuaia-como-destino/#respond Fri, 26 Jun 2020 09:34:00 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=7959 La construcción es uno de los rubros que atraviesa gran parte de la historia de las y los bolivianos como migrantes en Argentina, sobre todo su permanencia en Córdoba. Primero llegaban los hombres y luego sus familias. La mujer se empleaba como trabajadora del hogar o se dedicaba al pequeño comercio.

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María José Magliano y Ana Inés Mallimaci Barral

Viernes 26 de junio de 2020.– Las migraciones bolivianas hacia Argentina han sido producto de diversas, complejas e importantes investigaciones en los últimos decenios que la han convertido en el objeto privilegiado de los estudios migratorios en este país. El artículo que presentamos se inscribe en esta tradición con un objetivo que intenta aportar nuevas reflexiones a partir de la reconstrucción en términos comparativos de los rasgos principales de la migración boliviana hacia las ciudades de Córdoba y Ushuaia1.

La hipótesis que organiza el trabajo supone la importancia de la localización de los fenómenos migratorios, es decir, las características de la migración a nivel nacional adquieren rasgos diferenciales cuando se las analiza desde la realidad concreta de las ciudades cuyas historias, urbanización, poblamiento y especificidades del mercado de trabajo dimensionan de una manera específica las fronteras dentro de las cuales tienen lugar las trayectorias de los/as migrantes.

Para la puesta en común de los resultados y su potencial comparación fue necesario resituar las historias migratorias particulares en la gran historia de las migraciones bolivianas hacia Argentina teniendo en cuenta los momentos socio-históricos de las llegadas de los/ as migrantes, las diferentes localizaciones territoriales, las formas que adquiere la migración así como también las principales inserciones laborales en los lugares de destino.

La categoría edades de la migración, acuñada por Sayad (1977), vuelve inteligible estos procesos y es retomada aquí para pensar las complejidades y diferenciaciones de la presencia continua e histórica de migrantes bolivianos, varones y mujeres, en el territorio nacional y sus diferentes trayectorias que manifiestan distintos momentos de la migración2.

El análisis que proponemos parte de comprender a la historia de la migración boliviana hacia Argentina como la expresión de un saber hacer migratorio (Tarrius, 2000), acumulado y naturalizado a través de vastas generaciones de migrantes que condiciona las formas y repertorios migratorios disponibles de varones y mujeres.

Tal como lo han mostrado diferentes estudios (Dandler y Medeiros, 1991; Cortés, 2004; Mallimaci, 2012), venir hacia Argentina forma parte de los recursos disponibles, prácticos y siempre a mano para la reproducción familiar de las familias bolivianas.

La llegada de personas bolivianas hacia Córdoba y Ushuaia ocurre en momentos diferenciales de la historia de la migración boliviana en el país, compartiendo rasgos comunes a estas edades de la migración y otros que le son propios.

La caracterización de las edades se realizará en base a trabajos previos como el de Benencia (2012), que describe el proceso histórico que posibilitó el avance de las familias bolivianas sobre el eslabón comercial de la cadena agroalimentaria de la producción hortícola en fresco a partir de la constitución de enclaves étnicos en distintos territorios de Argentina; el de Benencia y Karasik (1995), que reconstruye la historia de la presencia boliviana en el país desde principios del siglo XX; el de Sassone (2009), que establece una serie de estadios (migración fronteriza, regional y transnacional) de este proceso a partir de retomar una geografía histórica de la migración; el de Zalles (2002), que plantea una periodización de acuerdo a la legitimación integral del migrante como sujeto económico y social3.

Los resultados de nuestra indagación se ubicarán en diferentes edades de la migración no sólo por ocurrir en diferentes momentos históricos sino porque resultan expresivos de procesos sociales y económicos de generación de migrantes diferenciales.

En términos metodológicos, este artículo se asienta en diferentes estrategias y técnicas de recolección de datos. Para la reconstrucción de la primera edad de la migración nos valdremos de datos secundarios provenientes de las investigaciones ya desarrolladas sobre la migración boliviana hacia Argentina en este período histórico. Para la reconstrucción de los rasgos principales de la migración boliviana hacia las ciudades de Córdoba y Ushuaia (lo que incluimos en la segunda y tercera edad de la migración boliviana en el país), nos apoyamos en técnicas cualitativas de análisis, en especial observación participante y entrevistas en profundidad realizadas a varones y mujeres bolivianos/as tanto en Córdoba como en Ushuaia con el fin de indagar sobre sus trayectorias migratorias, laborales y representaciones sociales sobre las construcciones comunitarias en las ciudades de residencia4.

El artículo contará así de tres secciones principales: primero, la reconstrucción de las edades de la migración boliviana hacia Argentina a partir de la literatura disponible que permitirá enmarcar el análisis propuesto; segundo, la caracterización de la migración hacia la ciudad de Córdoba; tercero, la caracterización de la migración hacia la ciudad de Ushuaia.

Las dimensiones que serán recuperadas para identificar las especificidades de cada momento y trayectoria migratoria en los distintos marcos espaciales son: el período de llegada de personas bolivianas, su vinculación con procesos demográficos, económicos y sociales más generales, los modos de migrar, las formas y estrategias de vinculación con el territorio y el espacio urbano, y las inserciones laborales de estos migrantes en los lugares de destino.

Momentos de la migración boliviana en Argentina

Los desplazamientos de personas nacidas en los países vecinos hacia Argentina tienen una larga historia. Balan (1985) ha definido la existencia de un “sistema migratorio del Cono Sur” en el cual tradicionalmente Argentina ha sido un país de destino.

En particular, la migración boliviana puede visibilizarse en las estadísticas desde los inicios del Estado nacional en la segunda mitad del siglo XIX5. Desde ese momento y hasta la actualidad, ha habido un proceso constante y estable en el stock cuantificable de migrantes limítrofes, representando entre el 2% y 3% del total de la población argentina (Instituto Nacional de Estadística y Censos, 2012, p. 91).

Las migraciones bolivianas hacia Argentina se han constituido históricamente como una estrategia familiar de reproducción social6 antigua y extendida, siendo procesos de largo plazo, donde pasado, presente y futuro se interrelacionan (Mallimaci, 2012; Hinojosa, 2009).

Primero se concentraron en las zonas agrícolas fronterizas del norte del país (Jujuy y Salta principalmente) y luego, de manera progresiva desde mediados del siglo XX, los/as migrantes bolivianos/as se dedicaron, por un lado, a la cosecha de la vid en Mendoza, a la recolección de manzanas y peras en Río Negro y, por otro, acompañaron el proceso de crecimiento del área de influencia de la ciudad de Buenos Aires y otras zonas urbanas del país, como Córdoba, debido a la concentración de industrias manufactureras y de servicios que resultaron polos de atracción para esta población (Benencia, 2003, p. 424).

Paralelamente a estos procesos, la migración europea –preponderante desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX– disminuye de tal modo que según datos del último censo, el 77% de la población extranjera proviene de países limítrofes y del Perú. De este modo, estudiar el fenómeno de la migración en el contexto de Argentina reciente implica necesariamente referirse a la migración limítrofe.

En Bolivia, por su parte, las migraciones han sido un fenómeno social central y persistente en la historia de ese país. Los procesos migratorios, internos y externos, vienen desarrollándose con diversa intensidad desde el siglo XIX en adelante siendo estructurales y constitutivos del devenir histórico boliviano (Cortés, 2004, p. 168)7. Para muchas familias, la migración –interna y externa– ha resultado una opción dentro de un conjunto de distintas estrategias familiares y de subsistencia (Dandler y Medeiros, 1991, p. 21).

De modo semejante a lo registrado en otras investigaciones (Bendini y Radonich, 1999; Benencia, 1997; Bologna, 2007; Domenach y Celton, 1998; Hinojosa, 2009; Pizarro y Trpin 2011; Rivero, 2012; Sassone, 1988) una parte importante de los/as entrevistados/as, tanto en Córdoba como en Ushuaia, experimentaron movimientos previos a la migración hacia Argentina, especialmente quienes provienen de sectores rurales.

Se trata de fenómenos que junto con la pluralidad de destinos migratorios se acumulan como experiencias pasadas de movilidad. Esas experiencias forman parte de un bagaje personal y colectivo adherido al cuerpo y al conocimiento de las personas, que las sitúa en una relación con el espacio y la permanencia diferente a aquella experimentada por quienes viven la sedentariedad como norma y que en algún momento deben migrar.

Para muchos/as, el movimiento migratorio no es vivido como un momento excepcional en un contexto vital de asentamientos residenciales sino que, por el contrario, es la misma cotidianeidad la que se define como móvil territorialmente. En términos generales, no existe por lo tanto una migración que quiebre las experiencias, sino movimientos de diferentes grados de importancia que se superponen a lo largo del trayecto. Las migraciones y/o movilidades son experimentadas más como un modo de vida que como un momento singular de estas vidas (Pries, 2002).

Primer momento de la migración: en la frontera

Tal como lo hiciera Sassone (1988), es posible identificar este momento histórico del proceso migratorio boliviano hacia Argentina, que abarca el siglo XIX y mediados del siglo XX, como migración fronteriza9.

En el transcurso de este período, el flujo migratorio boliviano se concentra principalmente en las zonas de la frontera norte, dedicándose especialmente a tareas rurales, trabajos zafrales y estacionales (siempre como peones rurales, el escalafón más bajo del trabajo rural).

La migración boliviana expresa una población de frontera, con idas y venidas constantes entre país de origen y destino. Sin embargo, estas circulaciones son diferentes a las de los típicos trabajadores temporarios que se trasladan en épocas de cosecha y vuelven a sus hogares una vez terminada la actividad para repetir la movilidad cuando la cosecha lo requiere, dado que los/as bolivianos/as suelen encadenar diferentes actividades, no sólo cosechas entre sí, sino también cosechas con otros trabajos temporarios (Reboratti, 1983). Esto impacta en las formas de migración, no ya pendulares sino que son las estadías (definidas como temporales) las que se conforman como destinos múltiples encadenados.

Esta primera edad de la migración boliviana hacia Argentina se caracteriza por su concentración en la región del norte argentino10, debido tanto a la cercanía geográfica como a la importancia de las características de los mercados de trabajo en los que se insertaban: la cosecha de la caña de azúcar –la zafra– que implicaba la modalidad de trabajo por temporadas. Esta actividad suponía una demanda de mano de obra (masculina y femenina) muy localizada en el tiempo, ya que las tareas se completaban entre mayo y septiembre, práctica que resultaba adecuada a las necesidades de trabajo de algunos migrantes que poseían una producción familiar en Bolivia (Bologna, 2007).

A partir de la década del 60, en un contexto de crisis de las economías regionales y de pérdida de posiciones relativas de la población boliviana en los mercados de trabajo de las zonas fronterizas (Marshall y Orlansky, 1983, p. 45), un amplio conjunto de los y las bolivianos/as comienza a dirigirse hacia las principales ciudades argentinas.

Si bien la migración hacia las ciudades no se inicia aquí, en el marco del argumento sostenido en este trabajo resulta significativa la transformación de las condiciones estructurales de la migración boliviana en Argentina, dando inicio a la segunda edad de la migración, en la cual se sitúa la ciudad de Córdoba. El norte deja de ser el destino único a tal punto que la lectura cuantitativa del stock de población nacida en Bolivia en el censo de 1980 muestra que su presencia en el Área Metropolitana de Buenos Aires supera a la del norte argentino (Balan, 1990).

Segundo momento: Córdoba en el horizonte

Desde 1960, las migraciones fronterizas de carácter rural-rural fueron paulatinamente suplantadas por migraciones de carácter rural-urbano hacia las grandes ciudades (Buenos Aires, Mendoza y Córdoba especialmente), y reorientadas de forma creciente para el caso de los varones hacia el sector de la construcción (Benencia, 2003).

Este cambio obedeció a diversas transformaciones socio-económicas que se sucedieron en Argentina y que pueden encontrarse entre las causas de la migración interna (de nacionales y extranjeros/as) hacia las grandes urbes registradas para esta misma época. Es decir, no se trata de una especificidad de la migración boliviana, sino que se relaciona con las condiciones favorables generadas por las políticas de industrialización de los años 30 y 40 en el litoral pampeano como consecuencia de las transformaciones en el modelo socio-económico11.

Para el caso específico de la migración boliviana, impacta además la crisis en las economías regionales (la caída de los precios del azúcar y la mecanización de los trabajos de recolección de la caña en los ingenios azucareros, la crisis tabacalera en Corrientes o el crack algodonero en Chaco), cuyo efecto es una movilización de la población trabajadora hacia las zonas urbanas, dedicándose mayoritariamente a actividades relacionadas con el sector de los servicios, la construcción y las labores agrícolas en los cinturones verdes de las ciudades (Benencia, 2003; Benencia y Karasik, 1995; Sassone, 1988).

Por otra parte, se producen transformaciones importantes en la propia Bolivia que tienen su correlato en los procesos migratorios hacia Argentina. En este sentido, es preciso considerar las implicancias de la reforma agraria en Bolivia de 1953 que libera a una proporción importante de la población rural (al eliminar el servicio obligatorio en las haciendas) y que sienta las condiciones para hacer más expedita su migración al extranjero (Zalles, 2002).

Esta edad de la migración boliviana, que se caracteriza principalmente por su orientación hacia las principales ciudades, sobre todo Buenos Aires, transforma las formas corrientes en relación con el territorio expresando proyectos más sedentarios.

Sin embargo, esto no significa que la movilidad territorial de la migración boliviana se reduce, sino que se modifican sus formas: los circuitos migratorios se organizan en base a una ciudad argentina (y ya no necesariamente el hogar en Bolivia), produciendo en muchos casos una migración circular (Dandler y Medeiros, 1991).

A partir de la llegada de migrantes bolivianos a la ciudad de Córdoba, intentaremos reconstruir las especificidades de este momento histórico de la migración boliviana, considerando para ello la localización territorial, el tipo de movilidad y las principales inserciones laborales de los/as migrantes.

Si bien la presencia de personas oriundas de Bolivia en Córdoba puede rastrearse hacia comienzos del siglo XX (e incluso antes), es hacia mediados de ese siglo cuando este proceso adquiere mayor dinamismo bajo dos itinerarios principales.

Por un lado, una migración de estudiantes de sectores medios y medios altos, en especial varones, quienes llegaron a Córdoba desde las ciudades bolivianas (La Paz, Cochabamba, Sucre y Tarija principalmente) con el propósito de ingresar a la Universidad Nacional de Córdoba12.

Muchos de estos estudiantes permanecieron en Córdoba una vez concluyeron –o no– sus estudios mientras que otros volvieron a sus lugares de origen.

Por el otro, cobra mayor fuerza una migración laboral de carácter familiar, proveniente tanto de zonas urbanas como rurales, orientada de manera principal por el trabajo del varón, en especial en el rubro de la construcción. Según se evidencia en las propias narrativas de los migrantes y de sus familias, esta actividad se ha tornado orientadora del proceso migratorio hacia la ciudad. Rodolfo, un migrante boliviano que llega a Córdoba en 1955 comentaba al respecto13:

En la construcción la mano de obra boliviana es muy calificada y muy solicitada, especialmente en todo lo que se refiere a las molduras, al trabajo sobre yeso, y aparte de eso, la particularidad que tiene un trabajador boliviano es que es completo (Comunicación personal. Córdoba, 2005).

Esto mismo era planteado por Luciano:

En Córdoba todos los diques que se construyeron en los cuarenta, cincuenta, sesenta, tienen mano de obra boliviana, el dique Los Molinos, el San Roque, Cruz del Eje, todos, porque el boliviano tiene una condición especial que no tiene mal de altura, no tiene vértigo, entonces puede andar en los andamios sin problemas, tenían un desplazamiento perfecto sin riesgos laborales.

Por otro lado, acá en Córdoba todos los grandes edificios han sido construidos por bolivianos, el caso Torre Ángela por ejemplo [uno de los edificios más tradicionales de la ciudad de Córdoba], allí más del cincuenta por ciento fue mano de obra boliviana. Después acá, todo lo que es el área peatonal también tiene mano de obra boliviana (Comunicación personal, Córdoba, 2007).

Torre Ángela en Córdoba, un 50 por ciento de su estructura fue hecha por bolivianos (foto: infonegocios.info).

La demanda de trabajadores/as bolivianos/as en Córdoba en esas décadas se vincula al propio desarrollo socio-económico de la provincia. La radicación de las fábricas automotrices en Córdoba, como la Kaiser y la Fiat, resultó un motor central para el impulso industrializador de la provincia (Domenach y Celton, 1998).

El establecimiento de estas industrias en la ciudad y la provincia, como las militares, las de aviones y las de transporte, entre otras, generaron un significativo desarrollo en esta región. Este proceso, a su vez, repercutió en otras áreas de la economía, incrementándose la demanda para ciertas actividades, sobre todo en las ciudades. De modo que con el arribo de familias migrantes bolivianas a las grandes ciudades surgieron otras inserciones laborales en comparación con aquellas de las provincias del norte del país.

Si durante la primera edad eran los varones o las familias quienes migraban contratadas para las cosechas, los cambios en las trayectorias de este segundo momento histórico impactan en las formas de las migraciones de varones y mujeres.

Esas migraciones se asientan en dos dinámicas principales: la primera, quizás la más antigua, es la migración pionera del varón y la relocalización posterior del resto de la familia; la segunda, la migración de la familia en su conjunto.

En ambas dinámicas de las migraciones hacia Córdoba, la migración de la mujer ha implicado la migración de los hijos (Magliano, 2013)14. Salvo para aquellos migrantes que vinieron a la ciudad a estudiar, donde predomina una migración más individual y masculina, la elección de la ciudad de Córdoba se vincula principalmente con la existencia de algún familiar viviendo en ella y el desplazamiento se encuentra motorizado por la búsqueda de oportunidades de inserción laboral del varón, pero también de la mujer, quien se orientó a sectores específicos del mercado laboral cordobés en este período: el pequeño comercio y el trabajo doméstico remunerado principalmente15.

Para un importante conjunto de estos migrantes, Córdoba no era el primer destino dentro de Argentina, sino que la migración formaba parte de un circuito más amplio que incluía otras regiones del país (Domenech y Celton, 1998).

Tal es el caso de Amalia y su familia, aunque con una particularidad, ella nace en Argentina durante el período en que sus padres venían para trabajar en las cosechas en el norte. Sin embargo, siendo un bebé vuelve a Bolivia con sus padres:

E: ¿Cómo llegó a Córdoba?

A: Soy nacida en Argentina, pero mis padres me criaron en Bolivia. Ellos venían acá a trabajar en las cosechas. No acá a Córdoba sino más al norte.

E: ¿Los dos vinieron a trabajar, su mamá y su papá?

A: Si, los dos, mi madre colaboraba mucho en la economía del hogar. Como te decía, yo tendría 13 años cuando me volví a la Argentina, fue en el 77 después que mi mamá falleció (…) Somos de un pueblito cerca de Oruro, de ahí son mis padres. Decidí venirme con una prima que me entusiasmó mucho, que era lindo. Yo no me acordaba porque era muy bebé cuando me llevaron de vuelta mis padres (…)

E: Entonces, ¿primero llega a Jujuy?

A: Sí porque ella estaba en Jujuy. Yo trabajaba como doméstica y estudiaba. Ahí (en Jujuy) estuvimos dos años más o menos, y un hermano de mi prima se viene a Córdoba a estudiar porque era sastre en Bolivia, pero a él le gustaba estudiar abogacía también. Se viene para acá y mi prima no aguanta, me dice ‘mi hermano está en Córdoba, vamos, vamos’. Y nos vinimos, me acuerdo, un 1 de mayo, para el día del trabajador llegamos a Córdoba (…) Hasta que damos con una familia buena y empezamos a trabajar. Y ahí yo hice mis trámites para quedarme. Pasó un tiempo, falleció mi abuela, que era lo único que tenía allá que se preocupaba por nosotros y ya no quise volver.

Comunicación personal, Córdoba, 2007

La propia historia de Amalia expresa los sentidos de aquellas idas y venidas de varones y mujeres que mencionábamos como parte de las estrategias familiares de reproducción social.

Asimismo, revela que Córdoba no necesariamente representaba el primer destino dentro de Argentina, cuestión que se va a ir modificando en los últimos años del siglo XX.

Los/as migrantes que arribaban en los años 60 y 70 explican en parte la elección de Córdoba a partir de ciertas imágenes construidas sobre la ciudad, tal como el prestigio de su universidad o la creciente demanda de trabajo que la convertía en una tierra de posibilidades.

A su vez, en el transcurso de estas décadas se fueron consolidando las redes de contacto e información entre familias y vecinos, desempeñando un papel de importancia en la retroalimentación de este proceso migratorio16.

En las llegadas a la ciudad, los /as migrantes tendieron a concentrarse en espacios específicos de la ciudad de Córdoba, sobre todo en Villa El Libertador, barrio ubicado en la zona sur de la ciudad que existe como tal desde la década del 30 del siglo XX y que para mediados de siglo pasado estaba prácticamente despoblado.

De acuerdo a diversos estudios, en este barrio de la zona sur de la ciudad se ubica la más antigua población boliviana en Córdoba (Bompadre, 2005; Domenach y Celton, 1998; López, 1999). Las experiencias cotidianas de los migrantes bolivianos residentes en Villa El Libertador, según sostiene Bompadre (2005, p. 203), estuvieron atravesadas por diferentes elementos: el lugar de origen, los lazos de parentesco y la existencia de un espacio común que opera como referencia tanto para el que viene como para el que regresa a su tierra y orienta a quienes quieren migrar.

Ahora bien, aunque este espacio ha sido históricamente el principal barrio de asentamiento de la población en Córdoba desde la segunda mitad del siglo XX, a partir de las últimas décadas se diversificaron los lugares de destino dentro de la ciudad, incorporándose otros espacios como Pueyrredón, Villa Bustos, Villa Esquieú, El Quebarachal y Nuestro Hogar 3, entre otros, todos ellos caracterizados por ubicarse en la periferia de la ciudad y por su precariedad y marginalidad.

Este desplazamiento al interior de la ciudad se vincula principalmente con las transformaciones en la estructura social y económica en el marco del contexto neoliberal y su impacto en los sectores populares (dentro de los cuales se ubica gran parte de la población boliviana en el país).

La migración boliviana desde los años 80

Tanto en Bolivia como en Argentina, la implementación de políticas de ajuste estructural en los años 80 y 90 para dar respuestas a las crisis hiperinflacionarias y de la deuda externa, repercutieron en las migraciones internacionales.

En Bolivia, los efectos sociales y económicos de las políticas neoliberales a partir de 1985 le imprimen nuevos sentidos a las dinámicas migratorias internas como externas, convirtiéndose en una estrategia de supervivencia para cada vez más familias bolivianas17.

Argentina, asimismo, registró a partir de la década del 90 la vigencia de un régimen cambiario que equiparaba el peso argentino al dólar estadounidense, lo cual resultaba atractivo a los/as migrantes en tanto les permitía ahorrar en dólares y enviar remesas a sus lugares de origen (Ceriani et al., 2009, p. 148)18.

A diferencia de la migración boliviana que había arribado a Córdoba –y a otras ciudades de Argentina– hacia mediados del siglo XX, desde la década del 80 la migración boliviana manifiesta otros itinerarios desplegados.

De acuerdo a los testimonios de migrantes que hemos podido reconstruir, desde finales del siglo XX hasta la actualidad, Córdoba se convierte en primer destino dentro de Argentina. Cada vez más, las llegadas a la ciudad no venían precedidas de una estancia previa en otra ciudad/región de Argentina, sino que lo hacían directamente desde Bolivia, lo que no simboliza que necesariamente permanecieran definitivamente en dicha ciudad.

Asimismo, y bajo el escenario neoliberal, los/as migrantes muestran una mayor diversificación en sus actividades laborales. Si bien la construcción, el pequeño comercio y el trabajo doméstico remunerado continúan siendo nichos laborales importantes para esta población, surgen otros, como la producción hortícola en fresco en el cinturón verde, la fabricación de ladrillos y, más recientemente, las tareas textiles19.

La concentración de personas de origen boliviano en estas actividades podría expresar la emergencia de nichos de trabajo protegidos que evitan los costos de emplearse en el mercado de trabajo secundario, al mismo tiempo que constituyen una vía de movilidad social ascendente para los/as migrantes (Portes y Bach, 1985).

Por otra parte, y de manera similar a las décadas previas, las formas de migrar continúan determinadas por una migración familiar en donde comúnmente el varón avanza primero.

El testimonio de Julio, en tal sentido, es un buen ejemplo de lo que venimos desarrollando hasta aquí: llega solo directamente desde Bolivia hacia Córdoba a partir de la existencia de hermano viviendo previamente en la ciudad que lo llama y le consigue trabajo (en la construcción), con posterioridad arriba su esposa con sus hijos:

E: Cuénteme cómo llega a Córdoba.

J: Llego a fines de los ochenta, en el 88. La cosa estaba mal allá, no teníamos trabajo. Me vine a trabajar en la construcción, mi hermano me llamó para que viniera, él ya estaba trabajando acá. A los dos años vino mi mujer y mis dos hijos

Elena, su esposa, relataba así su llegada a la Córdoba: E: ¿Cuándo llega a Córdoba?

E: En el noventa, mi marido ya estaba acá.

E: ¿Por qué Córdoba?

E: Yo siempre digo que nosotros nos vinimos con una valija llena de ilusiones, de proyectos para poder salir adelante, con muchas expectativas de seguir estudiando, según lo que no decían, lo que nos llamaba mucho la atención era la Universidad de Córdoba, entonces con todo eso vinimos nosotros, primero mi marido, después yo con mis hijos chiquitos. Después de 1985 en Bolivia no había trabajo. Mi esposo tiene un hermano acá, y él nos habló bonito, nos habló de lo bonito que era la ciudad, entonces llegamos a Córdoba y no nos movimos más.

Comunicación personal, Córdoba, 2005

En relación con las localizaciones territoriales, los/as migrantes bolivianos/as en Córdoba, tanto aquellos más recientes como quienes hacía un tiempo que se encontraban viviendo en la ciudad, comienzan a desplazarse hacia espacios urbanos periféricos.

Si bien Villa El Libertador continúa siendo un lugar significativo –en términos cualitativos y cuantitativos– para la población boliviana en Córdoba; las condiciones socioeconómicas que enfrenta un amplio conjunto de esta población, en el marco de trayectorias laborales caracterizadas por la precariedad e informalidad, ha convertido al acceso a la vivienda en una problemática central.

Así pues, obtener una vivienda, incluso un terreno, a través del mercado inmobiliario formal, ya sea propia como alquilada, resulta una posibilidad cada vez más remota (Magliano, Perissinotti y Zenklusen, 2014).

De este modo, se ha producido un desplazamiento de muchos migrantes hacia zonas específicas de la ciudad, en su mayoría terrenos fiscales situados en áreas de la periferia urbana que hasta el momento de su ocupación constituían terrenos baldíos.

Es entonces a partir de la apropiación de estos terrenos, la cual se mantiene en el plano informal a partir de su ilegalidad, que muchos migrantes bolivianos, especialmente quienes recién arriban, reconfiguran su presencia en el ámbito urbano cordobés.

Si bien Córdoba continúa siendo un destino elegido por muchos/as migrantes bolivianos/as20, en el transcurso del último cuarto del siglo XX fueron emergiendo nuevos destinos dentro del país en el marco del surgimiento de oportunidades laborales que posibilitaban, según los testimonios de los propios migrantes, ahorrar dinero y resolver ciertas problemáticas presentes en las grandes ciudades del país (el acceso a la vivienda es uno de ellos).

La llegada a la ciudad de Ushuaia, en el extremo sur del país, puede considerarse como un nuevo escenario en la continuidad de esta segunda edad de migrantes bolivianos/as y, a la vez, como la expresión de un tercer momento en la historia de la migración boliviana en Argentina que, a la vez que continúa llegando a los grandes centros urbanos, incorpora otros destinos en pos de un proyecto laboral.

Tercer momento de la migración: el sur también existe

La presencia de bolivianos/as en la Patagonia Austral comienza a visibilizarse durante los años 8021. Para el caso de Ushuaia, los primeros bolivianos que arriban dando forma a la actual presencia boliviana en la ciudad son varones trabajadores de la construcción, residentes (es decir migrantes) en otras provincias argentinas, entre ellas Córdoba.

Los trabajadores bolivianos llegan contratados por empresas constructoras para trabajar en la ciudad, especialmente en grandes obras públicas que expresan una ciudad en transformación22.

Asimismo, la gran mayoría llega a Argentina en el marco de la segunda edad de la migración, es decir en la segunda mitad del siglo XX, y el arribo a Ushuaia es producto de la movilidad característica de este tipo de trayectorias y de los efectos de las dinámicas poblacionales internas dentro de Argentina.

Sin embargo, existen algunas diferencias importantes que permiten comprender la gestación de un nuevo momento en la tradición migratoria boliviana en el país. Primero, el papel del Estado. Para el caso de Ushuaia, los flujos son producto de un esfuerzo por parte del Estado argentino para poblar territorios definidos como vacíos. Los diferentes incentivos para la relocalización de la población argentina tienen su impacto en la población boliviana residente en el país que decide su traslado y, a veces, su residencia en la ciudad.

Al igual que algunas de las dinámicas comprendidas en la segunda edad, nos referimos a la migración interna de migrantes bolivianos; este movimiento no se incluye en una nueva corriente migratoria hacia Argentina sino que, por el contrario, forma parte de los flujos migratorios (internos) que provienen de múltiples localidades argentinas hacia la ciudad del sur.

Es decir que los ya migrantes utilizan tanto como los nativos los recursos e incentivos otorgados por los estados. Esta relación con el Estado en tanto ciudadano/a–residente (y ya no como migrante) será, como veremos más adelante, uno de los rasgos centrales que caracterizan la migración boliviana hacia Ushuaia y que incluimos en esta tercera edad.

Se trata de una relación con el Estado que no se asocia a la condición de migración (los movimientos de los/as bolivianos/as como en otras etapas no pueden ser pensados como una política poblacional por parte del estado), sino a una relación expresada en ciertas demandas que se realizan en tanto residentes/habitantes (independientemente de la condición de nacionalidad).

Ushuaia forma parte de los lugares de destino de las y los bolivianos.

En el caso de Ushuaia, los incentivos generados desde el Estado para fomentar la residencia de los/as trabajadores temporales serán también parte de los argumentos esgrimidos por las primeras familias bolivianas para quedarse en la ciudad, cuya llegada a la ciudad se comprende más como el efecto de las facilidades otorgadas a las empresas durante los años 70 y 80.

Así recuerdan Meri y Óscar el arribo a Ushuaia:

Ó: A Ushuaia llegué por una empresa, en Córdoba. Era subsidiaria de otra. Era una contratista. Yo vine porque me pagaban un buen sueldo, como todos […] O sea que vine bien. El contrato era por un año, con opción a estirarse.

E: ¿Y dónde vivía?

Ó: Estaba viviendo en un alojamiento que nos alquilaron de la misma empresa. En una gamela, pero era para maquinistas (Óscar, comunicación personal. Ushuaia, 2008).

M: Y después viene otro amigo del barrio también ahí que cayó a Bahía Blanca, ahí a la empresa, y trabajaba con nosotros y él dice: “Me voy para Ushuaia”, así, así. “Me voy a trabajar un par de meses porque mi mamá se fue” […] Como siempre, entre los conocidos amigos nos pasamos el dato: tal empresa está tomando gente para tal lugar. Así formamos un grupo y vamos un grupo. Entonces ahí un paisano me dice: “Mira, tal empresa toma peones para Ushuaia”, y yo fui (Meri, comunicación personal. Ushuaia, 2006).

Y Ema, en relación con la llegada de su marido:

E: ¿Usted en qué año llegó a Ushuaia?

E: En el 81. Mi marido vino primero porque nosotros conocíamos una empresa que lo traía, por eso vino a trabajar, pensando que le va a ir bien (Comunicación personal, Ushuaia, 2006).

A partir de las entrevistas realizadas, podemos decir que en líneas generales los pioneros llegan a la ciudad de manera individual en un tipo de proyecto familiar donde primero migran los varones y después las mujeres. En conjunto son proyectos de relocalización familiar vinculados con la perspectiva de progreso comprendidos no sólo en términos económicos, sino de acceso a la educación, salud y, sobre todo, a una vivienda propia. Se trata de personas de mediana edad, ya unidas y radicadas en Argentina, y que en una ciudad que no eligieron encuentran oportunidades estructurales que las motivan a volver o a quedarse.

En este caso, fueron políticas estatales –económicas y poblacionales– las que explícitamente fomentaron la llegada de las empresas y de las personas que serían empleadas como mano de obra, entre ellos algunos varones bolivianos trabajadores de dichas empresas. A partir de políticas empresariales se organizan las llegadas y se decide el lugar y el período de trabajo. Así, el viaje no es efecto inmediato de la voluntad de moverse al lugar de destino, sino que está determinado por el lazo de unión con la empresa que ofrece este tipo de estadías en diferentes lugares del país, compatibles con la posibilidad de acumular y ahorrar dinero (los costos de hospedaje y comida en las jornadas laborales están cubiertos por las propias empresas). En otras palabras, es la relación con la empresa lo que da sentido al desplazamiento.

En sus inicios, si la necesidad de mano de obra funcionó como uno de los elementos de atracción hacia la ciudad de Ushuaia, con posterioridad las redes migratorias organizaron la llegada de obreros de la construcción bolivianos (junto con argentinos y chilenos) provenientes de diferentes lugares del país, primero como empleados de constructoras y luego como parte de proyectos migratorios encabezados por los varones.

Aquellos que primero arribaron se establecen como trabajadores temporarios, habitando en pensiones o piezas rentadas, y retornando después de cierto plazo a sus residencias habituales en otras provincias de la Argentina. Sólo algunos de ellos deciden permanecer, convirtiéndose en los primeros pobladores bolivianos de Ushuaia. En la mayor parte de los casos se trata de varones con residencias estables en alguna de las grandes localidades argentinas (especialmente Buenos Aires y Córdoba), ya unidos y generalmente con hijas/os. Por lo tanto, en sus relatos, el transformarse en migrantes fueguinos y la elección por la permanencia toma sentido con la llegada de sus mujeres y familias: el pasaje de lo temporario a proyectos de larga duración es relatado en términos conyugales.

El atractivo para ellos no se agota en el diferencial económico de los sueldos recibidos, sino sobre todo en la posibilidad de contar con recursos estatales incluidos en políticas destinadas a fomentar la instalación de las/os trabajadoras/es en la ciudad, como el acceso a planes de vivienda y amplios beneficios sociales. Esto supone migrantes regularizados (condición para acceder a los beneficios), cuyos movimientos se vinculan con estrategias de ascenso social (por ejemplo, llegar a ser propietarias/os) y con intenciones de permanecer (al menos un tiempo) en una ciudad argentina.

M: Y empezamos a trabajar y nos quedamos tres años y aquí nació mi primer hijo. E: Un montón. ¿Y querían ustedes quedarse?

M: Y bueno, como dio trabajo, habíamos venido de allá en busca de trabajo, de progresar económicamente. Por eso, bueno, se nos presentó el trabajo y trabajamos (Meri, comunicación personal. Ushuaia, 2006).

G: Nosotros nos quedamos porque ya estamos medianamente establecidos… Tenemos casa, trabajo, los chicos van a la escuela… siguen pasando los años y seguimos armando proyectos (Germán, comunicación personal. Ushuaia, 2005).

A: ¿Y tenía ganas de quedarse usted acá?

J: Bueno, ahora mismo no puedo terminar de preguntarme por qué me quedaba. La gente venía por temporarios nada más; después trabajaban unos seis meses y se iban y así yo me quedaba porque nomás yo tenía ya la casita toda y mis hijos y bueno, así me quedé (Juana, comunicación personal. Ushuaia, 2006).

El resto de las mujeres y los varones bolivianos arriban a la ciudad por efecto de la activación de redes migratorias, a partir de la relación (más o menos mediada) con personas ya radicadas en la ciudad. Las redes migratorias hacia Ushuaia se inician con el retorno a sus ciudades de residencia o a otros destinos laborales de los primeros trabajadores, pioneros o no, contratados por las empresas constructoras y continúan iniciándose aún en la propia Bolivia.

De acuerdo a lo que hemos podido reconstruir, las condiciones favorables para la permanencia otorgadas por el Estado local para fomentar la radicación definitiva de los contingentes migratorios (especialmente el acceso a la vivienda23) se visibilizan como una oportunidad no vivida en otras provincias argentinas, como mencionamos para el caso de Córdoba. Ushuaia, en este sentido, permite la posibilidad de pensar residencias sedentarias (al menos en el mediano plazo) que son la vía de acceso a derechos y programas de gobierno (el más mencionado es el acceso a la vivienda vía el Instituto Provincial de la Vivienda IPV) ofrecidos por el Estado. Así, es en Ushuaia que nuestros/as entrevistados/ as se convierten en “migrantes” en tanto aspiran a las formas de ciudadanías ofrecidas por el Estado de la sociedad receptora.

Pero también Ushuaia canaliza otras virtudes: trabajos menos sacrificados, según cuentan quienes residieron en Buenos Aires, Mendoza o Córdoba, donde se trabaja en la producción y comercialización de hortalizas de sol a sol, o en talleres textiles donde el jornal se calcula a destajo; en fin, todas actividades que requieren un enorme sacrificio físico en el desplazamiento y circulación por la ciudad, que disminuye en Ushuaia, especialmente para las mujeres. En palabras de Gladys:

G: Cuando me fui de acá de dos años, me fui, extrañando a mi mamá a verlo a mi mamá y cuando llegué dije ‘nunca más no voy a volver a este Ushuaia’ Después cuando me fui a mi casa y no me quería quedarme, quería venirme de vuelta acá.

E: ¿Y por qué?

G: No sé. Ya no estaba acostumbrada a trabajar, como que era fuerte el trabajo para mí. E: ¿es muy fuerte el trabajo allá?

G: Con el pico, con la pala, tener que cavar, todas las verduras, todo tenés que hacer, todo el día y domingo tampoco no descansas. Todo el día, toda la semana que trabajar. (Comunicación personal, Ushuaia, 2006)

A partir del trabajo de campo realizado en Ushuaia, podemos inferir que el tiempo de permanencia de la población boliviana en las ciudades argentinas, el desarrollo de redes familiares y de paisanazgo y la especialización del trabajo en ciertos nichos, entre otros factores, ha permitido que un sector experimente trayectorias ascendentes en términos socio-económicos, haciendo propio los beneficios de poblar la Patagonia. En pocos años acceden a la vivienda, dentro de la construcción se organizan como contratistas (con grupos de trabajo exclusivamente de origen boliviano), las mujeres se retiran del mercado de trabajo o realizan tareas que son consideradas livianas (vinculadas a los servicios por fuera de los espacios domésticos) y quienes tienen hijos/as se escolarizan con aspiraciones universitarias.

Las llegadas a Ushuaia muestran que son las características de la segunda edad las que permiten la inflexión positiva en las trayectorias económicas de algunas familias bolivianas que ascienden económica y socialmente y que generan nuevas redes migratorias para proveerse de mano de obra familiar y boliviana (donde el lazo de confianza es primordial en el tipo de trabajo informal en el que se desempeñan).

Un elemento adicional de las llegadas y permanencias en el sur es el deseo de convertirse en ciudadanos/as de los lugares (y a veces de los estados) de residencia. Ushuaia nos muestra esta transformación: algunos/as residentes se posicionan como ciudadanos frente al Estado, reclamando y demandando los mismos derechos que los residentes nacionales. La justificación generalmente se nutre de su inserción en el mercado, la inversión monetaria realizada en la ciudad y el pago de impuestos que en su visión los interpela como ciudadanos/as. Se trata de una ciudadanía reclamada que supera ampliamente lo formal (el hecho de obtener residencias regulares en Argentina) y que apunta a una ciudadanía práctica enmarcada en la posibilidad de gozar de derechos: a la salud, educación, vivienda, etc. En las entrevistas, los/as bolivianos/as, integrados/as en el mercado laboral, generadores de ingresos y tributarios del Estado argentino demandan para sí los mismos derechos que los/as nacionales a partir de los discursos de igualdad formal contenidos en las nociones de ciudadanía formal del mundo moderno occidental. En Ushuaia, esto se ha expresado especialmente en demandas por el derecho a la vivienda. De esta manera, esta edad de la migración boliviana es fruto de la permanencia en el país, siendo la sedentariedad vivida como expresión misma del ascenso social que habilita a visualizarse como residentes–ciudadanos/as sin importar el origen extranjero.

De modo similar a lo ocurrido en otras ciudades –especialmente en Buenos Aires de acuerdo a los trabajos de Canelo (2013) y Gallinati (2008)–, migrantes bolivianos se organizan no sólo en términos de reivindicaciones comunitarias o culturales sino como habitantes o vecinos en el reclamo de derechos generando posibilidades de articulación política con los locales (aún poco elaboradas en el caso de la ciudad de Ushuaia). Permanencias prolongadas (propias o de la colectividad), residencias estables y una particular vinculación con el Estado posibilitan estas dinámicas que, a modo de hipótesis, proponemos como rasgo diferencial de una tercera edad de la migración.

Conclusión

Las edades migratorias aquí reconstruidas como una excusa para reflexionar sobre las especificidades socio-históricas de la migración boliviana hacia Córdoba y Ushuaia y las distintas generaciones que involucra este proceso en Argentina, expresan diferentes temporalidades, formas de llegada y condiciones de posibilidad articuladas con ciertos procesos históricos y sociales tanto del país de origen como de destino. Esto explica el dinamismo histórico de la migración boliviana, las diversas localizaciones territoriales y sus trayectorias socio-laborales y políticas.

Analizando en clave comparativa los casos de Córdoba y Ushuaia, en particular, es posible percibir que ambas localidades expresan diferentes momentos en la larga historia que tiene la migración boliviana en Argentina. Córdoba tiene una mayor antigüedad en la recepción de personas bolivianas que además presentan trayectorias migratorias y laborales más heterogéneas a partir de la pertenencia de clase y el origen étnico-nacional. Ushuaia puede considerarse como un espacio novedoso en la instalación de migrantes de origen boliviano en el que las trayectorias de los pioneros signan las características de la población: masculinizada y perteneciente a la clase trabajadora (especialmente asociados a la industria de la construcción). El hecho de recuperar las especificidades de ambos espacios ha permitido también identificar ciertas particularidades de los mercados de trabajo locales y del rol de Estado. Entre los aspectos en común, aparece la centralidad de la migración familiar y laboral. Aunque los varones hayan sido en muchos casos los pioneros de la migración, la decisión de migrar no se constituye como una decisión individual sino que, por el contrario, involucra a toda la familia. En tal sentido, la migración de la mujer, generalmente asociada a la de los/as hijos/as, ha sido un factor central para la estabilidad del proyecto migratorio, especialmente en términos de sedentariedad.

El peso de las redes sociales, por su parte, ha resultado clave a la hora de leer y reconstruir las edades de la migración boliviana. La larga tradición migratoria boliviana en Argentina, siempre presente como estrategia familiar, ha permitido la constitución de los movimientos como una estructura permanente entre ambos países. Cada nueva generación de migrantes llega al país y encuentra ya establecida una comunidad de emigrantes más antiguos, a la cual puede agregarse (Mallimaci, 2012, p. 181). En tal sentido, tanto en Córdoba como en Ushuaia, varones o mujeres, no emigran de modo autónomo, si por ello se entiende soledad o independencia de estructuras relacionales. En los testimonios, la elección por Argentina es sostenida por el lazo histórico entre ambos países, conformado por las constantes movilidades provenientes de Bolivia. La vasta, difundida e histórica experiencia migratoria queda expresada en el conocimiento directo y compartido por todos/as los/as entrevistados/as sobre historias de vida de personas cercanas (vecinos/as, familiares) que han viajado y viajan a la Argentina: desde siempre han sido socializados/as con imágenes de personas que parten hacia Argentina, vuelven y, a veces, parten nuevamente.

Notas

1 La ciudad de Córdoba se ubica en el centro del país mientras que la de Ushuaia en el extremo sur.

2 La categoría edades de la migración para Sayad supone el análisis de “las condiciones diferenciales que, en momentos dispares, producen diferentes generaciones de migrantes y diversas trayectorias” (Sayad, 1977, p. 60). En este artículo, al no trabajar en profundidad las condiciones que generan emigrantes, es decir, las variables relativas a las sociedades de origen, no hacemos honor al profundo trabajo sociológico de Sayad. Utilizamos, por tanto, esta categoría para dar cuenta de las especificidades de la larga tradición migratoria boliviana en el país.

3 El campo de los estudios sobre migración boliviana en Argentina ha sido muy prolífico desde las últimas décadas del siglo pasado en adelante. En tal sentido, la selección de textos realizada para este artículo no intenta ser exhaustiva ni reconstruir el completo estado de la cuestión de este campo de estudios.

4 En la ciudad de Córdoba se entrevistaron a 30 personas nacidas en Bolivia. Son 20 mujeres y 10 varones nacidos/as en Cochabamba (15), Tarija (5), Potosí (5) y el resto de los casos en La Paz, Oruro y Sucre. En la ciudad de Ushuaia se entrevistaron a 45 personas nacidas en Bolivia. Son 30 mujeres y 15 varones nacidas/ os en Cochabamba (19), Potosí (14), y el resto de los casos en Oruro, La Paz, Sucre y Tarija. Asimismo, en ambos lugares se llevó a cabo observación participante con el fin de reconstruir los contextos cotidianos y extracotidianos de la sociabilidad boliviana tanto en Córdoba como en Ushuaia.

5 Para la oficina de estadísticas nacionales (INDEC) la definición de inmigrante se computa según el país de nacimiento.

6 El concepto de estrategia familiar de reproducción social apunta a las actividades relacionadas con el mantenimiento y reproducción del grupo familiar. Su uso desplaza la comprensión sobre las causas migratorias del individuo al grupo familiar comprendido como un conjunto asimétrico y conflictivo de relaciones sociales. En esta investigación se utiliza desde la perspectiva de Bourdieu que la comprende como conjunto de prácticas que tienen una dirección o intencionalidad objetiva, sin ser conscientemente asumida, de reproducir una fracción de la sociedad, es decir, la conservación o la mejora de sus condiciones de vida (Bourdieu, 2011).

7 Las dinámicas migratorias hacia Argentina, España y Estados Unidos ocupan un lugar relevante dentro del campo de los estudios sobre migraciones internacionales en Bolivia, como lo expresan las investigaciones de Baby-Collin y Cortés (2014), Hinojosa (2004 y 2009), De la Torre Ávila (2006), Farah (2005), Ferrufino (2007), entre otras.

8 De las diferentes edades que aquí se presentan, esta es la única que no podemos trabajar desde los datos empíricos construidos en nuestras propias investigaciones por lo que nos basaremos en datos secundarios.

9 La frontera es concebida aquí como un espacio de constante interacción, constitutivo de redes y cadenas que superan las lógicas de Estado y la división nacional – extranjero.

10 Para el caso de Jujuy, y a diferencia de otros distritos del país donde la presencia boliviana se recorta contra perfiles demográficos, sociales y patrones socio-culturales y hasta fenotípicos contrastantes, los/as bolivianos/as han configurado históricamente una categoría no siempre diferenciable del conjunto de las poblaciones locales (Karasik, 2011, p. 401).

11 Estas políticas de industrialización se basan en la sustitución de importaciones como modelo de acumulación económica, que implicó la transformación de una economía basada primordialmente en un desarrollo hacia fuera para convertirse, en parte, en un desarrollo hacia adentro. Este modelo se mantuvo, no de manera uniforme, hasta la década del 70 y especialmente hasta los años 90, cuando se aplicaron medidas de corte neoliberal que supusieron, entre otros cambios, una apertura externa, la liberalización de los mercados y la reprimarización de la economía.

12 La Universidad Nacional de Córdoba es la más antigua de Argentina (1613) y posee una larga tradición de formación académica en Argentina y América Latina.

13 Los nombres de las personas mencionadas en este texto han sido modificados para preservar su anonimato.

14 Esto no implica desconocer que en las migraciones circulares de la primera mitad del siglo XX muchos varones bolivianos se movilizaban con sus hijos.

15 En este artículo, concebimos al trabajo de manera amplia, involucrando también su dimensión reproductiva. De acuerdo a lo que hemos reconstruido en nuestro trabajo de campo, para una mujer boliviana, trabajar en el ámbito productivo no implica el desarrollo único de actividades extra domésticas, sino que esas actividades se construyen en conjunto con las tareas domésticas.

16 La noción de redes para analizar los procesos migratorios ha sido ampliamente desarrollada dentro de este campo de estudios. En este artículo, la categoría de redes es utilizada para dar cuenta de que los/as migrantes usan las relaciones sociales para constituir sus desplazamientos en el marco de restricciones impuestas por el mercado y los propios conflictos internos de quienes las transitan. Consideramos que los recursos disponibles en las redes no son distribuidos necesariamente de modo igualitario y que la acumulación de contactos e información estructura posiciones dentro de las redes generando relaciones de poder asimétricas. Sin embargo, dado los objetivos específicos de este artículo no podrán trabajarse las desigualdades que las redes estructuran y reproducen sino que son mencionadas como estructuradoras de las llegadas a las ciudades.

17 Si bien históricamente la sociedad boliviana se ha caracterizado por la existencia de profundas asimetrías sociales; en 1985 el gobierno del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) implementa un plan de ajuste estructural, adhiriendo a las principales recetas neoliberales. Entre las medidas comprendidas en ese decreto, se privatizaron las minas -actividad central e histórica de la economía boliviana- generando un éxodo masivo de trabajadores mineros y de quienes subsistían gracias a la vida minera hacia otras zonas del país y también hacia el exterior.

18 Este régimen cambiario finaliza a comienzos del 2002 como corolario de una profunda crisis socio-económica que transitó el país producto de los efectos de las políticas neoliberales. Si bien no nos detendremos aquí en los efectos sociales y económicos del neoliberalismo, es importante destacar, siguiendo a Benencia (1997, p. 64), que durante las décadas del 80 y 90 (en un contexto de crisis económica tanto en Argentina como en Bolivia) muchos migrantes bolivianos insertos en los sectores agrícolas de los grandes centros urbanos experimentan una movilidad social ascendente.

19 Durante gran parte del siglo XX fueron los inmigrantes europeos quienes principalmente se dedicaron a la producción hortícola en fresco y a la fabricación de ladrillos, a través de emprendimientos familiares que requerían mano de obra que en un primer momento estaba conformada por trabajadores que eran migrantes internos (provenían de otras provincias argentinas) y que gradualmente fue suplantada por migrantes bolivianos. Para el paso particular de la producción de verduras y hortalizas, y como sostienen Pizarro y Trpin: “a fines del siglo XX los productores europeos y sus descendientes fueron dejando esa actividad debido, entre otras cosas, a los procesos de desplazamiento que sufrieron los productores familiares a raíz de la aplicación de políticas neoliberales y a la escasa valoración social de esa actividad considerada como un trabajo bruto, duro, sacrificado y de analfabetos. Progresivamente, algunos trabajadores bolivianos que habían logrado una movilidad socioeconómica y laboral reemplazaron a sus antiguos patrones, convirtiéndose en productores (arrendatarios o propietarios) e, incluso, en comercializadores” (2011, pp. 212-213).

20 De acuerdo a los datos del censo nacional de población del 2010, Córdoba se transformó en la provincia en la que el crecimiento de la población nacida en otro país, en especial boliviana y peruana, fue mayor: el 42,8% del total llegó entre 2002 y 2010 (INDEC, 2012).

21 En consonancia con la llegada de migración boliviana a la región sur del país surgieron trabajos que analizan esa presencia, entre ellos, Baeza (2011 y 2013), Radonich, Ciarallo y Trpin (2013).

22 En 1972, el gobierno nacional sanciona un régimen de promoción económica basado en exenciones arancelarias e impositivas: la Ley 19.640 –ratificada en 1974 por el Congreso Nacional– que pretendía (y lo logró) estimular la radicación de industrias. Éstas se vieron atraídas por la posibilidad de elaborar artículos en Tierra del Fuego a partir de materias primas importadas, y la posibilidad de exportar esos productos al territorio continental nacional sin que su primera venta fuera gravada con el impuesto al valor agregado (IVA).

23 El acceso a la vivienda vía los programas del Instituto Provincial de la Vivienda IPV son el modo predominante en que las primeras familias bolivianas acceden a su casa propia en la década del 80. Esta posibilidad funciona luego como expectativa realizable para los/as bolivianos/as que llegan con posteridad aunque el acceso con los años se haya vuelto más dificultoso. En la actualidad y desde hace algunos, Ushuaia se encuentra en crisis habitacional.

Referencias

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* Este artículo es el resultado del diálogo de dos investigaciones individuales (“Estrategias y trayectorias migratorias de mujeres y varones bolivianos y peruanos en Córdoba: implicaciones de género, etnicidad y clase social” y “Trabajo, cuidados y migración”, respectivamente), financiadas por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el marco de la carrera de Investigador Científico.

Scielo:

Si Somos Americanos
versión On-line ISSN 0719-0948
Si Somos Americanos vol.15 no.1 Santiago

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Costa Rica, pequeño, verde y feliz https://dev.guardiana.com.bo/innova/costa-rica-pequeno-verde-y-feliz/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=costa-rica-pequeno-verde-y-feliz https://dev.guardiana.com.bo/innova/costa-rica-pequeno-verde-y-feliz/#respond Wed, 18 Dec 2019 07:48:00 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=6953 Costa Rica es país más caro de Centroamérica. El litro de gasolina regular cuesta Bs8, la entrada al cine alrededor de Bs60 y una botella de cerveza alrededor de Bs20. Los ticos tienen el lema “Pura Vida” desde que son pequeños y lo ponen en práctica a diario para tratar a las demás personas.

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Por Mónica Oblitas (Costa Rica)

Miércoles 18 de diciembre de 2019.- José María Castro Madriz, el primer presidente de Costa Rica (1818-1892), a diferencia de casi todos los países latinos, fue un profesor y no un militar. Dato interesante cuando se trata de entender un poco de la idiosincrasia de los “ticos”, el gentilicio que tienen los costarricenses y que se debe a esa costumbre suya de usar el diminutivo cada vez que pueden, “gustico”, “chiquitico”.

Estoy viviendo en San José de Costa Rica hace seis meses, y cada día me sorprendo con alguna cosa nueva. Los ticos no son famosos por su hospitalidad en vano, su “Pura Vida” es un lema que tienen tatuado en el alma desde que son pequeños. “Pura Vida” para tratar al otro, para dar espacio al carro que quiere pasar (aunque vale decir que manejan muy mal), para abrirte la puerta, para saludar o despedirse, para vender o comprar, para enseñarles a los niños, para tratar al amigo, “Pura Vida”.

Pero ese lema también significa cero estrés, nada de apuros, ni de vidas agitadas, ni de bocinazos histéricos o empujones en las colas, nada de fechas límite ni de horarios exactos. Los ticos son relajados, quizá demasiado para alguien que, como yo, llega de una urbe caótica, estresante y eternamente malhumorada como La Paz. Su “ya casi” puede significar que un encargo llega en cinco minutos, en cinco horas…o en cinco días! Y ven la vida como un disfrute (obviamente con sus problemas como todo mortal). Y es que no es fácil estirar la jeta cuando tienes la suerte de ser uno de los países con la biodiversidad mejor cuidada del planeta, con altas tasas de reforestación, con lugares clasificados como los más bellos pero, porque siempre hay un pero, con unos precios carísimos.

Entrada al Barrio Chino en el centro de San José.

Y acá es donde llega la parte fea de Costa Rica. Es, sin duda, el país más caro de Centroamérica. El litro de gasolina regular cuesta Bs8, la entrada al cine alrededor de Bs60 , un litro de leche aproximadamente Bs8  y una botella de cerveza alrededor de Bs20. Si bien hay precios que no son exagerados, hay otros que te hacen respingar. No es barato vivir en Costa Rica, y hay diferencias muy marcadas entre quienes tienen y quiénes no. Puedes ver fácilmente en las calles autos de las marcas Masserati, Porsche o Alfa Romeo, y tienes noticias de que un barrio se ha incendiado porque las casas de madera ardieron porque una familia estaba cocinando con leña.

La diferencia entre barrios se nota a leguas, y mientras hay casona o condominios con helipuerto incluido, hay casas que se caen de viejas. Pero es así en toda Latinoamérica, la región más desigual del mundo. Costa Rica tiene un paisaje espectacular, tiene Pacífico y Caribe, tiene montañas y llanos, volcanes activos, y un clima espectacular. Su comida típica no es mi preferida porque el plátano (que es el que se usa para cocinar a diferencia del banano, que es el que se come crudo), está demasiado presente en sus platos y no le encuentro todavía la variedad al Casado, el plato típico que está compuesto de carne (pollo, cerdo o pescado), arroz, huevo, plátano, ensalada y frijoles, eternos y sabrosos frijoles.

Atardecer en Punta Leona, una de las varias playas que ofrece Costa Rica.

En salud, Costa Rica está en avanzada. Tiene excelentes médicos y clínicas privadas y servicios de salud públicos bastante aceptables en comparación con los del resto de la región. El problema es el costo. Si bien los públicos son gratuitos para los ciudadanos costarricenses, las medicinas son costosas, no hay un monopolio en las farmacias y cada una puede ofrecer el mismo remedio a distinto precio. En el caso de la salud privada, una internación de dos días por un problema digestivo no muy complicado puede costar la friolera de 6.000 dólares. Pero el nivel es excelente.

Y el otro lado fuerte de Costa Rica es su educación. En San José funciona el INCAE, la escuela de negocios más famosa de Latinoamérica y una de las más prestigiosas del mundo, y aunque hay muchas universidades privadas, la Universidad de Costa Rica está considerada como la mejor de la región. Los estudiantes tienen que demostrar un alto nivel académico para ingresar y lo deben mantener a lo largo de su carrera. Acá no hay eso de líderes universitarios que estudian 10 años bajo el erario público. Si no eres bueno, pierdes tu oportunidad. Las escuelas, todas, desde las privadas (que cuestan miles de dólares, a las gratuitas) enseñan inglés en diferentes niveles, así que algo de ese idioma saben la mayoría de los costarricenses lo cual es muy importante tomando en cuenta que el país vive del turismo como mayor fuente de ingresos.

Edificio histórico en el centro de Costa Rica.

No todo es oro obviamente, el país ha comenzado a sufrir niveles de delincuencia que antes no tenía, sobre todo por la migración de los países vecinos, el nivel de pobreza alcanza casi el 21%, aunque hay que tomar en cuenta que el analfabetismo casi es nulo porque dentro de los programas del ministerio de educación está dar dos comidas al día a los estudiantes. De esta forma la deserción escolar es muy poca porque muchos de estos chicos y chicas que asisten a la escuela, solo comen en ella. Otro problema que tiene Costa Rica es que, si bien su nivel de deforestación es bajísimo y tiene como eslogan cuidar su territorio, etc., la huella ecológica del costarricense es insostenible, ya que representa 8 % más de lo que el territorio es capaz de reponer. Es en extremo consumista. Una familia de cuatro personas puede llegar a tener cuatro autos (el crédito es muy fácil de conseguir en el país), por eso, abordar el patrón de consumo y producción “es el problema ambiental más serio, más grave, más urgente que tiene el país”, según ha señalado el ministro de Ambiente, Carlos Manuel Rodríguez. Del lado positivo, por cuarto año consecutivo, un 98% de la electricidad se produjo a partir de fuentes renovables.

Costa Rica no tiene Ejército, pero sí una Policía bien equipada.

Costa Rica es un pequeño país con 51.100 km2 (Bolivia tiene 1.099 millones km²) y cuatro y medio millones de habitantes, por cierto y para no olvidar: la superficie quemada en la Chiquitania boliviana es del tamaño de toda Costa Rica.

Pequeño y verde, con problemas como todos y un tráfico infernal, además de precios muy altos, Costa Rica está impregnado de pura vida, y está orgulloso de ello.

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Vivir en el país diseñado para las bicicletas, Holanda https://dev.guardiana.com.bo/innova/tipos-de-migrantes-desde-los-lentes-de-un-migrante-en/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=tipos-de-migrantes-desde-los-lentes-de-un-migrante-en https://dev.guardiana.com.bo/innova/tipos-de-migrantes-desde-los-lentes-de-un-migrante-en/#respond Fri, 09 Aug 2019 08:00:03 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=4837 El salario mínimo es de 1.795 dólares. El país posee muy buenos servicios básicos. Empresas privadas gerentan las escuelas lo mismo que los hospitales. Todas y todos tienen un seguro de salud. La pobreza es vista como señal de fracaso. La emancipación femenina ya está en la mentalidad de las nuevas generaciones de mujeres y hombres.

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Por Elvis Vargas, Holanda (Países Bajos)

Holanda es una región situada en la costa occidental del país llamado Países Bajos, el más grande de los cuatro que, junto con Aruba, Curazao y Sint Maarten, conforman el Reino de los Países Bajos, integrante de la Unión Europea. Ámsterdam es su capital, aunque la organización y administración del Reino se ubica en La Haya, sede oficial de la monarquía y de las autoridades ejecutivas, legislativas y judiciales. Las provincias que conforman los Países Bajos están situadas en el noroeste de Europa y limitan al norte y oeste con el Mar del Norte, al sur con Bélgica y al este con Alemania.  

Los Países Bajos es uno de los lugares marcados por el paso migratorio debido a su ubicación geográfica, su tamaño y orientación que le dan condición internacional. Su población está convencida de este carácter y encontrarás holandeses en cada confín de este planeta. Ellos viajan y migran mucho.

Al revés ocurre lo mismo, existen muchos migrantes de distintas nacionalidades, entre los que más destacan los turcos, marroquíes, de Europa del este, especialmente polacos. Los latinoamericanos somos muy pocos y especialmente los bolivianos. Castellano no escucharás mucho a no ser el hablado por los migrantes españoles que son la comunidad más grande de hispanohablantes.

La mayoría de bolivianos que reside en Holanda son personas que se han casado con una pareja holandesa, luego están quienes vinieron a estudiar y lograron cavarse un hueco en el mercado laboral. Las y los migrantes económicos son poquitos, pero casi en su mayoría residen en Amsterdam y trabajan en la limpieza.

El idioma es una barrera terrible para los latinos, pues su raíz germánica lo hace casi impronunciable para los que tienen una lengua con raíz romántica como el castellano, portugués e italiano. Muchos han logrado con los años fluidez al hablar, pero su acento extranjero no lo perderán jamás. Reconoces alguien de habla española por su manera de hablar el holandés. Para la gente holandesa, no existe el problema de la aceptación porque está acostumbrada a los extranjeros y se adapta fácilmente, incluso valora que alguien hable su idioma.

Como la economía y la vida están internacionalizadas, casi todos los holandeses hablan inglés y puedes viajar, trabajar y vivir hablando inglés sin que sea una barrera. Es más, existen profesiones como las económicas donde el inglés es el idioma oficial. Si quieres trabajar para una transnacional, tienes que trabajar en inglés; si quieres ver una película, todas están en inglés y nunca son dobladas, y los niños, desde muy pequeños, ya lo aprenden.

La mayoría de las personas que llegan a Holanda tienen en la cabeza algunos mitos como  el país superliberal por el aborto y la eutanasia. El holandés común es conservador en su forma de ver la vida. A pesar de ser el país con mayor número de ateos en el mundo, la sociedad se rige por valores cristianos, un calvinismo sin Calvino. Incluso ha sido gobernado muchos años por un partido cristiano. Los musulmanes, se calculan en un 10%, son una minoría muy presente de raíz campesina y conservadora. O sea, los Coffeshops y calle rosa no son representativos de la vida holandesa, sí la imagen del hombre o mujer trabajador/a, disciplinado/a y responsable.

Elvis Vargas va a su trabajo en bicicleta.

El país de las bicicletas… En Holanda hay una gran tradición de manejar bicicleta, pero el holandés promedio anda en auto, viaja en auto, sueña con un auto. La bicicleta es usada para transporte a corta distancia y esparcimiento. Hay esfuerzos de las autoridades para convencer a la gente de ir al trabajo en bicicleta. Actualmente con el desarrollo de la bicicleta eléctrica, hay más personas que van al trabajo en bicicleta; pero siguen siendo una minoría aplastante. Personas como yo que cada día nos desplazamos en bicicleta, somos contadas con los dedos de la mano a pesar de que Holanda posee una de las mejores infraestructuras para el transporte ciclístico. Para que se den cuenta cómo es la situación, el Gobierno acaba de aprobar un subsidio para las personas que adquieran autos eléctricos. Tales ventajas impositivas y apoyo económico no existe para quien compra una bicicleta eléctrica que debe estar sujeto a muchos controles y pagos de seguros.

Holanda, el país verde. Si uno ve el paisaje dirá que es cierto, donde mires hay el color verde; pero es un engaño porque la cantidad de asfalto que existe es brutal. Holanda es simplemente un país industrial y todos los bosques que existen plantados por el hombre conforman una naturaleza domesticada y hermoseada por esa obsesión por el paisajismo que ha hecho construir maravillas para la vista.

Todos los holandeses son trabajadores. Una verdad a medias. Hay muchos chinos, personas de Europa del Este que son mejores trabajadores. Lo que diferencia al holandés es el sistema. Es una economía muy planificada y el que más o el que menos se mueve dentro de ese esquema, o sea el trabajar es una manera de vivir antes que una cualidad personal. Lo que sí, el holandés es alguien a quien le gusta las vacaciones. Su esfuerzo diario es dirigido a viajar y vacacionar es estatus e incluso si alguien no viajó es visto como alguien a quien le va muy mal.

Pasando al tema de oportunidades, Holanda no es un país abierto. Los que no poseen un diploma europeo casi no tienen posibilidades de conseguir un trabajo en su nivel de estudios. Normalmente se hace una validación y es normal que se exijan unos dos años adicionales de estudios. Para los latinos más difícil aún porque en el ambiente laboral estamos acostumbrados a la meritocracia; pero aquí aquello incluso es mal visto. La habilidad que más se exige es el de tener una red de trabajo, tener espíritu de equipo y la comunicación efectiva. Los oficios mejor pagados son las ramas económicas y servicios, allí el inglés es importante. En los oficios menos retribuidos como el cuidado de ancianos, la limpieza y atención al público, el holandés es importante. A pesar de las barreras, he podido conocer a una compatriota que estudió parvulario en Bolivia y puede trabajar aquí en el parvulario, a pesar de que en ese oficio se tiene la condición de tener el holandés como idioma madre, pues se trabaja con niños que deben dominar ese idioma. Pero su caso es una excepción. La mayoría de los bolivianos debe estudiar algo distinto a lo que han estudiado en Bolivia y en muchos casos bajar sus pretensiones.

Holanda es un país bello para residir, no es tan caro como los países escandinavos; pero tampoco tan barato como los países de Europa del sur. El salario mínimo está calculado en 1.600 euros (1.795 dólares). El país posee muy buenos servicios básicos. La educación es funcionalista, a pesar de que el Estado paga por cada niño, las escuelas son gerenciadas por empresas privadas. Los hospitales también y todos están obligados a tener un seguro de salud.

La pobreza es silenciosa porque es vista como señal de fracaso y los bancos de alimentos crecen cada año. Los pobres viven en la ciudad y los ricos en el campo. La riqueza es el ideal de cada holandés simbolizada en la familia real. Ellos representan lo que todo el mundo ambiciona y, por lo tanto, son el símbolo de su país. Para las mujeres, los Países Bajos son el paraíso. Probablemente es el país donde la emancipación femenina ha alcanzado niveles de desarrollo extraordinario que el Gobierno ha eliminado su Ministerio de Igualdad de Género.

La emancipación femenina ya está en la mentalidad de las nuevas generaciones de mujeres y hombres. La homosexualidad es aceptada y protegida y es uno de los estandartes de la tolerancia del país.

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En Praga, 21,5% de tu sueldo se va a impuestos y los alquileres son caros https://dev.guardiana.com.bo/innova/en-praga-215-de-tu-sueldo-se-ira-a-impuestos-pero-tendras-buena-educacion-salud-y-transporte/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=en-praga-215-de-tu-sueldo-se-ira-a-impuestos-pero-tendras-buena-educacion-salud-y-transporte https://dev.guardiana.com.bo/innova/en-praga-215-de-tu-sueldo-se-ira-a-impuestos-pero-tendras-buena-educacion-salud-y-transporte/#respond Tue, 30 Jul 2019 08:00:01 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=4871 Allá, todo lo saben, todo lo revisan...Nadie escapa a los impuestos. Pero tienes educación, salud e, incluso, si quedas desempleada, te dan dinero. El transporte es accesible y pronto será gratuito. Una cerveza cuesta menos que una botella de agua.

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Texto Dévora Canedo García y fotos Marek Malis, Praga (República Checa)

Me llamo Dévora Canedo García. Soy de Cochabamba (Bolivia), pero hace tres años vivo en la ciudad de Praga (República Checa).  Al principio no fue fácil. Me costó demasiado poder adaptarme a un lugar nuevo con gente, costumbres, idioma y clima diferentes. ¿Qué de diferente? Mucho, para empezar, el elevado consumo de carbohidratos y carne de cerdo.

Praga está, a toda hora, llena de turistas. Aunque al salir del área metropolitana de 1,9 millones de habitantes, ya no se les ve como tampoco en las instituciones públicas ni en otro tipo de centros en que los solo suelen circular los habitantes de Praga que son, en general, de piel muy blanca y ojos claros.

Marek Malis y Dévora Canedo, en Praga.

La legalización de mi estadía no fue tan difícil  porque mi novio es de nacionalidad checa y aplicamos a la visa de reunificación  familiar, mediante la que me otorgaron un permiso de residencia temporal de cinco años.

A pesar de que no hablo el idioma checo,  saber inglés me ayudó a conseguir diferentes tipos de trabajo a lo largo de este tiempo. Es cierto, no es imprescindible hablar el idioma para tener un trabajo, pero no es fácil el momento de realizar trámites ya que en  las entidades públicas casi nadie habla inglés. Actualmente trabajo en un pre-escolar internacional como asistente y en mi tiempo  libre enseño español y cuido niños.

 El castillo medieval más grande del mundo está en Praga.
Los costos en Praga

Praga, a pesar de ser una ciudad capital , tiene un costo de vida bajo y bastante accesible, con extraños casos como el hecho de que la cerveza es más barata (dólar y medio) que el agua (dos dólares una botella pequeña).

El único y mayor problema actual es el costo elevado de los apartamentos y la escasez de los mismos debido al fenómeno de AirBnB. Con el boom del turismo, los propietarios de los departamentos cobran lo que quieren y no solo a los locales, sino también a los turistas y no existe una regulación que impida este tipo de atropello.

Hace unos ocho meses ya se empezó a denunciar en internet que las plataformas de alquileres turísticos, como AirBnB, están copando la oferta de apartamentos en Praga. Airbnb gestiona ya un 25 por ciento de la oferta de viviendas del centro de Praga, una capital que en 2017 recibió a 7,5 millones de turistas, un 7,4 por ciento que un año antes. Por eso, los habitantes de la ciudad se sienten expulsados.

Ni siquiera se trata de departamentos amplios. Por ejemplo, hace tres años un departamento con dos dormitorios (uno es usado como sala), una cocina pequeña y un baño costaba 13 mil CZK (567 dólares) y hoy, el mismo está en 21 mil CZK (916 dólares).

Ahora yo pago 16 mil CZK (698 dólares) al mes por un dormitorio, cocina y baño. Si bien no está en pleno centro, pero sí está en un lugar accesible. Una persona que trabaja medio tiempo no está en condiciones de asumir estos costos con su sueldo que ronda las 17 mil CZK (742 dólares) y de ahí fácil para vivienda tienen que destinar 10 mil CZK (436 dólares).

Un apartamento mono-ambiente en la ciudad puede costar alrededor de 15.000 CZK (655 dólares) y apartamentos de más habitaciones llegan a costar 30.000 CZK (1.309 dólares) o más.  Este problema obliga a muchas personas a rentar solamente habitaciones y compartir el apartamento.

La nueva tendencia es buscar casas o apartamentos lejos de la ciudad en pequeños pueblos en las afueras de Praga para pagar menos renta.

Salarios, seguros e impuestos en Praga

El salario promedio es de aproximadamente 40.000 CZK (unos 1.747 dólares), pero antes de que impuestos se quede con el 21,5% cada mes, monto que cubre el seguro de salud y el seguro social (incluye jubilación y también un monto por si uno se queda desempleada).

Además, en marzo de cada año se debe realizar la declaración de impuestos a partir de lo ganado durante la gestión, unos 60 CZK por cada 1.000 CZK de los ingresos que se haya tenido. Nadie puede escapar a este pago porque saben incluso cuándo dinero tiene cada persona en el banco. Todo lo revisan. Todo lo controlan. Todo lo saben. Te mandan papeles, te preguntan por qué…

Dévora en una fiesta a orillas del río Vltava, en Praga.
Salud, educación y transporte

En el tema de salud, todas las personas de forma obligatoria deben tener un seguro médico que es administrado por empresas privadas. Para aquellos que trabajan con  un contrato, las empresas corren con el gasto. De igual forma todo ciudadano debe pagar los aportes al Seguro Social, el cual cubre como ya lo dije: jubilación,  maternidad y desempleo.

 Muchas empresas actualmente optan por contratar trabajadores independientes o freelancers para evitar no solamente el tema burocrático , sino también el pago de estos beneficios.

Si bien  el monto de dinero que se destina a impuestos es bastante elevado, la gente cuenta con educación gratis  y acceso a un sistema de salud y transportes de un nivel bastante bueno.

En el caso del transporte, se compra una tarjeta electrónica llamada Litacka que es recargable con diferentes montos accesibles. Por ejemplo, yo pago 150 dólares una vez al año y la uso año redondo para todo tipo de transporte en la ciudad. Muy rara vez aparece un inspector para controlar. Pero si este te agarra sin la tarjeta, la multa es tan alta que te hace hincar para nunca más. Dicen que pronto este servicio será gratuito.

Precisamente porque se tarda mucho conduciendo un auto por las trancaderas que pueden durar una hora es que todo el mundo está acostumbrado a almorzar fuera de su casa. En los trabajos dan de 30 minutos a una hora para que la gente coma y, en algunos lugares, cuentan con comedores para sus empleados. La gente está acostumbrada a esta forma de vida.

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¿Quieres estudiar en Bélgica? Necesitas $us980 al mes para cubrir lo básico https://dev.guardiana.com.bo/innova/4687/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=4687 https://dev.guardiana.com.bo/innova/4687/#comments Mon, 22 Jul 2019 08:00:01 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=4687 Si un estudiante boliviano sin una beca quiere hacer su maestría o doctorado en Bruselas, deberá demostrar que es capaz de sostenerse económicamente.

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Por Paola Condemayta Soto, Bruselas (Bélgica)

“Bruxelles ma belle” (Bruselas, mi bella en español), ciudad de todos… También denominada la capital de Europa, Bruselas ofrece una variedad de oportunidades para estudiantes internacionales. La primera vez que escuchó sobre Bruselas, Paola no imaginó que se convertiría en su segundo hogar. Una noche de San Juan en Bolivia, ella se enteró de que había ganado una beca completa de maestría en Comunicación en la Vrije Universiteit Brussel – VUB (Universidad Libre de Bruselas en español). En vez de comer los tradicionales panchos tradicionales de San Juan, ella empezó a buscar toda la información posible sobre Bélgica. Hoy, Paola ya vive tres años en la capital de Europa y cursa su tercer año de doctorado en Estudios de Medios y Comunicación. A ella, Guardiana le pidió que cuente cómo es estudiar en Bruselas.

Parte de la Universidad Libre de Bruselas.

Paola obtuvo una beca gracias al convenio entre la Universidad Católica Boliviana San Pablo de La Paz, donde Paola Condemayta realizó sus estudios de licenciatura, y la Vrije Universiteit Brussel.  Un grupo de cinco bolivianas fueron acreedoras de este financiamiento y partieron desde La Paz a Bruselas en septiembre de 2014 para continuar su formación académica. Después de ellas, en 2016 otros cinco jóvenes estudiantes también accedieron a la misma beca para realizar sus estudios de maestría en esta universidad belga.

Y existen becas de doctorado para docentes bolivianos que tienen estancias doctorales en la VUB y mantienen sus puestos de profesores en Bolivia. En cuanto a otras becas, la Fundación Simón I. Patiño brinda becas de maestría a estudiantes bolivianos, quienes firman un compromiso de retornar al país para trabajar y beneficiar a Bolivia con la formación adquirida en el extranjero. El idioma usado en las maestrías es normalmente el inglés o francés.

Los costos de los estudios en Bruselas

Las universidades belgas son subsidiadas por el Gobierno. Una licenciatura en Comunicación Social dura tres años y tiene un costo de 3.850 euros por año (4.281 dólares), para un ciudadano no europeo. La Maestría en Comunicación dura un año y tiene el mismo costo para un estudiante no europeo. Y en cuanto al doctorado sin beca, este tiene un costo de alrededor de 1.000 euros (1.127 dólares), que se paga en dos cuotas, un pago al empezar el primer año y el segundo pago al empezar el cuarto y último año, existen muchos estudiantes que van con sus propios recursos a realizar el doctorado en este país.

Paola Condemayta en la Grand Place de Bruselas, uno de los atractivos turísticos más visitados en Bélgica.

En el caso de que una o un estudiante boliviano sin beca decida hacer sus estudios de licenciatura o maestría en Bruselas, deberá demostrar que es capaz de sostenerse económicamente anualmente y, para ello, la VUB ofrece la posibilidad de abrir una cuenta bloqueada que la universidad administra, donde la o el estudiante podrá depositar 10.400 euros (11.718 dólares), por año. Este monto será destinado a gastos de vivienda, alimentación, transporte y ocio. Si es que la o el estudiante se quedara menos de un año, el monto por mes será de 800 euros y esta cantidad no es negociable. Como se verá, coincide con el monto calculado como mínimo para vivir en Bruselas.

Otro importante aspecto a tomar en cuenta es el seguro de salud que cada estudiante debe tomar y pagar cada tres meses y asciende a 32 euros y brinda descuentos para estudiantes en el transporte por tren, metro, tranvía y bus. El seguro reembolsa cierto porcentaje de los gastos que el estudiante efectúa en consultas médicas. Por ejemplo, si pagó 25 euros por una consulta, el seguro o también denominado Mutual podría reembolsar 18 euros del monto total; aunque hay casos en los que el seguro no reembolsa nada porque todo dependerá del tipo de consulta que la persona realice. 

Aparte de ello, una de las mayores ventajas de ser estudiante en Bélgica y en Europa en general es el tener acceso a muchos descuentos en museos de diferentes ciudades del territorio europeo.

El salario neto mínimo en Bélgica es de 1.595 euros, lo cual implica que el monto que recibe la o el trabajador puede disminuir hasta 1.200 euros por los impuestos que deben ser descontados. Quienes son estudiantes no pagan impuestos.

La vivienda para estudiantes

El alquiler de una vivienda en Bruselas es más caro en comparación con otras ciudades belgas, porque alberga instituciones internacionales y la mayoría de las empresas tiene oficinas situadas allí.

El alquiler de departamentos con dos dormitorios asciende de 850 a 1.200 euros (entre 958 y 1.352 dólares), en el centro de la ciudad y cerca de las universidades. En los alrededores, el precio baja de 700 a 900 euros; sin embargo, en ambos casos los precios no incluyen el pago de servicios como luz, agua caliente, internet, calefacción y gas. El monto al que ascienden estos gastos depende del consumo individual. En todo caso, un cálculo rápido es de 150 euros (169 dólares), para dos personas al mes. Lo que muchos estudiantes hacen es compartir el departamento y así el precio puede ser de 500 euros por persona en un departamento de dos dormitorios. También, si el estudiante prefiere vivir solo, existe la opción del “estudio”, al que en Bolivia llamamos “garzonier” que tiene un precio que oscila entre 550 y 750 euros para una sola persona con todas las cargas de servicio incluidas.

Los gastos en comida también dependerán de la predisposición de la persona para cocinar o comer afuera. La VUB por ejemplo da un descuento especial a sus estudiantes ofreciendo un almuerzo de lunes a viernes que consta de sopa, segundo, postre y agua ilimitada por 5 euros, precio razonable para todo lo que el estudiante recibe. En cuanto al transporte, algunos seguros de salud ofrecen descuentos reduciendo el costo normal de 49 euros a 8,10 euros mensualmente, y el precio normal anual reducido de 499 euros a 85 euros.

En resumen, tener acceso a un departamento compartido en una zona aledaña a la universidad sale unos 450 euros, más la alimentación que asciende a unos 250 euros por mes, el transporte 8,10 euros por mes, el ocio unos 100 euros, el seguro de salud, 11 euros mensuales y unos 50 euros para gastos extras, en total se hace unos 870 euros, monto con el que se puede vivir como estudiante en la capital de Bélgica. 

Un extranjero en Bruselas

Antes de que un extranjero llegue a Bélgica, lo más aconsejable es poseer una base del idioma que elegirá para habituarse al país, y decidir en qué región vivirá de acuerdo a ello. 

Bélgica está divida en tres regiones: la Región de Bruselas-Capital, la Región Walona y la Región Flamenca. Esto debido a que los walones y flamones son las dos más grandes comunidades étnicas belgas, por ello los idiomas oficiales son tres: francés (hablado mayormente en Walonia), el flamenco (hablado en la Región Flamenca y que es una variación del holandés), y el alemán (hablado por una minoría en la frontera con Alemania). En la capital Bruselas, el francés y neerlandés son hablados en igual proporción, además del inglés, el cual se convierte en el lenguaje común de los extranjeros que provienen de diferentes partes de Europa y del mundo. Además, debido a la migración de muchos latinoamericanos y españoles a este país europeo, se puede escuchar español por todas partes.

Paola en el Parque del Cincuentenario en Bruselas, foto tomada en invierno de 2017.

Puesto que Bruselas alberga la sede de la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), esta metrópoli acoge a gente de diversas nacionalidades que trabajan en estas instituciones. Aunque su carácter internacional es indudable, Bruselas ha ganado este título por ofrecer algo más que edificios gubernamentales. Bélgica cuenta con más de 11 millones de habitantes en un territorio de 30.688 km², territorio un poco más pequeño que el departamento boliviano de Tarija.

En cuanto a los bolivianos que viven en Bélgica, no se tiene una cifra exacta; pero se puede hablar de un aproximado de 1.000 residentes bolivianos en el país de los gofres y cervezas. En comparación con los inmigrantes colombianos, peruanos y ecuatorianos, la comunidad boliviana es la más pequeña. El grupo está compuesto por estudiantes entre 24 y 35 años, ciudadanos bolivianos que migraron de Bolivia hace más de 20 años con sus familias, y finalmente por ciudadanos que llegaron a temprana edad o nacieron en territorio belga, y quienes aún mantienen contacto con la cultura boliviana.

En el mirador del Palacio de Justicia de Bélgica en Bruselas.

En resumen, Bruselas ofrece un mosaico de lenguas, culturas y oportunidades que allanan el camino para una vibrante diversidad, lo cual da lugar a que vivir allí sea una gran experiencia tanto laboral como profesional.

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Estambul da muchos beneficios a quienes migran con su familia https://dev.guardiana.com.bo/innova/estambul-en-los-ojos-de-una-periodista-migrante-cochabambina/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=estambul-en-los-ojos-de-una-periodista-migrante-cochabambina https://dev.guardiana.com.bo/innova/estambul-en-los-ojos-de-una-periodista-migrante-cochabambina/#comments Sun, 21 Jul 2019 08:00:43 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=4042 Los migrantes cuentan con un salario de unos mil dólares al mes. A las mujeres con hijos les pagan más e incluso las abuelas reciben dinero por cuidar a los nietos.El transporte en trenes, barcos y autobuses es muy eficiente y gratuito para los jubilados. Tener auto propio es mala idea.

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Gisela Alcócer de Oktar, Estambul (Turquía)

Una dulce canción entonada desde uno de los cuatro minaretes que protegen las mezquitas inunda los barrios de Estambul. Son las cinco de la mañana y la ciudad despierta de su adormecimiento nocturno escuchando al İman recordarles que Alah es Grande. Un par de horas más tarde se oyen algunas campanadas que llaman a los cristianos a visitar la iglesia, porque es domingo y hay misa.

Desde Bolivia, Guardiana me ha pedido mis impresiones sobre Estambul, hasta donde llegué con mi esposo y mis dos hijas. Mientras siento el olor a pan horneado, reviso lo que dice la información reciente: Estambul es una ciudad transcontinental, ubicada en el estrecho del Bósforo que separa Europa y Asia, entre el Mar de Mármara y el Mar Negro. Es la más poblada de Turquía y el centro histórico, cultural y económico del país.

Conocida históricamente como Bizancio y luego Constantinopla, Estambul fue sucesivamente capital del Imperio Romano e Imperio Bizantino (330-1204 y 1261-1453), el Imperio Latino (1204-1261) y del Imperio Otomano (1453-1922). Dos tercios de la población viven en la parte europea de la ciudad. La mayor parte de la gente es de religión musulmana; aunque existen minorías de cristianos y judíos.

Mientras leo dichos datos, afuera ya aletea el sol en el verano. El calor poco a poco va ganando su espacio dentro de las casas y los departamentos de esta enorme ciudad, en la que conviven más de 15 millones de personas, de acuerdo a la información que a finales del 2018 proporcionó el Instituto de Estadística del país. Con un clima como este en junio de 2016 alzamos vuelo desde Cochabamba (Bolivia) para llegar hasta Estambul. Ya mi hija mayor se nos había adelantado en un año para estudiar Lengua y Literatura Española. Y estos son días especiales por donde se mire porque recién ahora puedo tramitar mi nacionalidad turca debido a que para hacerlo tienen que transcurrir tres años de matrimonio con un ciudadano turco.

Hasta el olfato de cristianos, ortodoxos, musulmanes, judíos, ateos y personas de otras confesiones puede llegar todas las mañanas el delicioso aroma a pan y sésamo que ingresa por las ventanas, invadiendo por completo las viviendas. Ese pan es especial. Se llama simit y tiene la forma de un cero. Es crujiente por fuera y suave por dentro, está cubierto de sésamo y no puede faltar en las mesas de Turquía durante las primeras horas de la mañana. Por una lira con cincuenta centavos (25 centavos de dólar), se puede saborear este pan junto a decenas de otros productos que configuran uno de los desayunos más completos que haya conocido.

Desayuno en Estambul. A la derecha se puede ver el pan simit con la forma de un cero. Es crujiente por fuera y suave por dentro, está cubierto de sésamo y no puede faltar en las mesas de Turquía durante las primeras horas de la mañana.

Y después del desayuno, todos tienen que cumplir su jornada, porque Estambul es como una gran máquina, en la que cada persona encuentra un lugar y una función a realizar para poder engranar. Nunca deja de funcionar, nunca para y al ser un país laico, no tiene días especiales que se puedan dedicar a rendir un culto específico.

Es muy común ver a la gente ir a trabajar, estudiar o dar un examen en domingo o en viernes, día en el que en otras ciudades del planeta los musulmanes (que son la mayoría de la población turca) toman un descanso para dedicárselo a Dios.

La vida de todos los que están aquí normalmente se desarrolla entre dos continentes. Estambul es la más conocida de las seis ciudades del mundo que tienen esta condición, ya que su superficie de 5.461 kilómetros cuadrados es bicontinental. El Estrecho del Bósforo es la frontera natural entre la Estambul europea, con un 65 por ciento de la población, y la Estambul asiática, con el 35 por ciento restante.

Por eso los viajes en barco son tan comunes como los que se hacen en autobus o en metro. Y cuestan igual, dos liras con cincuenta kuruş (60 centavos de dólar) para cualquier adulto; una lira con cuarenta kuruş (20 centavos de dólar) para los estudiantes y gratuitos para los jubilados.

Prácticamente no existen servicios de transporte privado que puedan competir en calidad y precio, pues los barcos, el sistema de metro y todos los autobuses (simples o dobles de largo y de alto), además de los trenes y los tranvías, le pertenecen y son administrados por el Estado.

Tener un auto es una mala idea porque el tráfico aquí es el segundo peor de Europa, solo el de Moscú es más complicado según el ranking 2019 realizado por INRIX Global Traffic Scorecard (una compañía privada con sede en Kirkland, Washington, que proporciona datos y análisis basados ​​en la ubicación, como el tráfico y el estacionamiento).

Y el precio de la gasolina en Turquía es uno de los más caros de la región, pues no se mantiene estable y siempre tiende al alza. Según la Global Petrol Prices, entre febrero y mayo de 2019, cada litro osciló entre 6,12 y 7,12 liras turcas (más de un dólar por litro).

Tal vez ese sea el motivo por el que los sistemas de trasporte masivo son modernos, eficientes y baratos. Entre ellos hay uno que es muy especial porque es el único metro que conecta a Europa con Asia por debajo del mar. Se llama Marmaray y es una obra de ingeniería que empezó a operar en 2014 y que tras cuatro años de funcionamiento ya tiene una red de miles de kilómetros que conecta los dos puntos más lejanos de esta ciudad en los dos continentes.

Lo sorprendete de este sistema no solo está relacionado con su infraestructura y su modernidad. Dentro de cada uno de sus vagones, en menos de 10 metros cuadrados, los otros pasajeros también pueden llegar a maravillarte. En ese espacio tan pequeño en el que todos viajan nariz contra nariz se puede escuchar a los otros viajeros hablando en diferentes idiomas, debido a que en Turquía más del seis por ciento de la población es migrante.

Este tren conecta a Europa con Asia por debajo del mar. Se llama Marmaray y es una obra de ingeniería que empezó a operar en 2014.

La vez en la que más idiomas pude escuchar cerca mío fue hace seis meses cuando volvía a mi casa (en el lado asiático) en el Marmaray, después de participar en un seminario sobre la enseñanza del español como lengua extranjera en la Universidad del Bósforo, en el lado europeo. Iba de pie con mi hija mayor porque el vagón estaba completamente lleno. Las dos reíamos porque a nuestra izquierda, un grupo de latinoamericanos, a grito pelado, planeaba sus paseos por la ciudad con un típico acento caribeño. A nuestro lado, dos jóvenes rubias hablaban en un ruso muy recatado y cerca de ellas, dos mujeres con burca se entendían en un árabe casi gutural, mientras frente a ellas, un grupo de turistas asiáticos se comunicaba en un rapidísimo japonés. Unos jubilados sentados detrás nuestro hablaban en su melodioso turco (que en cada palabra combina las vocales sin mezclar jamás las fuertes con las débiles, lo que la da a su idioma una musicalidad casi poética) y obviamente tampoco podían faltar los que se comunicaban en el más identificable de los idiomas: el inglés.

Había también una pareja que parecía estar cantando en francés. Y escuchamos otros idiomas más que yo no pude reconocer porque mi oído no está acostumbrado a escuchar los sonidos que producen los idiomas asiáticos o africanos.

En esos 10 metros cuadrados pensé, por un momento, que estaba dentro de la Torre de Babel…en la que puedes vivir estando en Estambul. Y es que toda la ciudad es así. Llena de extranjeros que hablan en diferentes idiomas inundando las calles. De hecho, cuando caminas y miras a la gente, es muy difícil darse cuenta a primera vista de dónde proviene. Tal vez su vestimenta dé algunas pistas, pero no es suficiente.

En mi caso, yo solo puedo reconocer a los hispanos cuando los veo por la calle, porque se ven más sonrientes. Tienen un ritmo especial al caminar (un tumbao, como decía Celia Cruz), por el que parecen estar bailando. Se ríen casi siempre y son escandalosos. Y cuando hablan… oír el español en otras voces… se ha vuelto un premio para mí.

Cuando alguien habla en español, la mayoría de los turcos se queda escuchando con atención y pregunta: “Yabancı mısın? (¿extranjero?)  İspanyolca mı konuşuyorsun? (¿hablas en español?)”. Al parecer, la musicalidad de nuestra lengua ha enamorado a millones de personas en esta tierra, que están muy entusiasmadas con la idea de poder llegar un día a hablar como nosotros, cantar como nosotros y también bailar como nosotros.

Por eso y probablemente por todas las oportunidades de negocio que les da entender un idioma que es la lengua materna de casi 500 millones de personas en 21 países diferentes, es que todas las universidades y todas las academias de idiomas de este país tienen entre las lenguas más cotizadas, al inglés, el español y el alemán. Y los colegios privados tienen en su malla curricular la oferta de la enseñanza del español.

Aquí la educación privada se desarrolla en turco y en inglés. Cada clase tiene dos maestras, una que enseña en su lengua materna y otra que lo hace en el idioma más usado en el mundo.

Sin embargo, además de aprender inglés desde los primeros niveles, los niños turcos también tienen la posibilidad de elegir un segundo idioma extranjero, entre los que están el español, el alemán y el francés.

La mayoría elije nuestra lengua, razón por la cual se puede escuchar en los pasillos de estas escuelas a voces infantiles tarareando “Para Bailar La Bamba…” o “Soy un hombre muy honrado/ que le gusta lo mejor”… o “Pasito a pasito / suave suavecito…”, que son las más populares.

En estos establecimientos educativos, que suelen ser realmente costosos ya que la pensión anual supera las 65 mil liras turcas (un poco más de 10 mil dólares anuales), los niños cursan 80 minutos semanales de español, lo que les permite al cabo de unos años, poder rendir el examen DELE (Diploma de Español como Lengua Extranjera), que viene a ser el equivalente en nuestro idioma de las pruebas TOEFL para medir el nivel de conocimiento del inglés, y obtener los niveles A1 o A2 (que son los iniciales).

Por eso es que hay muchísimo trabajo para los hispanohablantes en Estambul, porque los padres turcos quieren que sus niños aprendan nuestra lengua directamente de un profesor nativo para tener una pronunciación casi perfecta.

Lograr esto no es fácil porque una de las principales reglas es que en las aulas los profesores nativos no deben comunicarse con sus estudiantes en ningún otro idioma que no sea el español, lo cual complica el control de clase y el manejo de la disciplina.

Sin embargo, vale la pena asumir el reto porque todo lo que está relacionado con los extranjeros está regulado por el Gobierno turco, que es muy claro, razón por la cual no hay la necesidad de vivir o trabajar de forma ilegal. El Gobierno establece los requisitos que deben cumplir los extranjeros para poder trabajar aquí y a cambio le entrega toda la seguridad que un trabajador busca.

Para ser profesor de español por ejemplo, te exigen que tengas alguna carrera a nivel licenciatura y algún estudio sobre la enseñanza de español, que puedes cursarlo aquí en el İnstituto Cervantes, que es una academia dependiente del Gobierno Español que prepara a los hispanos para asumir este reto.

10 de mayo, Día del Español.

Solo si te interesa trabajar en una universidad, necesitarás haber estudiado una carrera relacionada con letras y, además, tener un posgrado que cuanto más alto, mejor.

El Estado define un salario mínimo para los extranjeros, que se incrementa cada año en enero. En 2019 este salario ronda las 5.700 liras turcas  (casi 1.000 dólares al mes). Este sueldo es más del doble del sueldo básico que perciben los turcos, que ronda las 2.000 liras turcas (menos de 500 dólares).

Los sueldos aquí pueden incrementarse por el hecho de ser mujer y haber traído contigo a tus hijos, pues el salario se incrementa en aproximadamente 200 liras por cada hijo. Existe la tendencia en el Estado turco a reconocer económicamente el trabajo doméstico para dinamizar su economía. Las amas de casa perciben una jubilación del Estado al cumplir los 60 años y las abuelas reciben dinero por cuidar a sus nietos.  

En las escuelas, además del salario mínimo para los extranjeros, los profesores nativos reciben el permiso de trabajo, que es una especie de carnet azul que te permite vivir y desarrollar todas tus actividades normalmente. Y los colegios te dan un seguro de salud para ti y para toda tu familia, además de becas que pueden alcanzar el 100 por ciento, para que tus hijos puedan estudiar en el mismo establecimiento en el que tú trabajas.

También te brindan servicio de transporte, pues te recogen y te devuelven a tu casa cada día y te proporcionan las tres comidas diarias, para ti y los hijos que estudien en el colegio en el que trabajas, lo que obviamente reduce considerablemente tus gastos. A eso hay que sumarle un poco más de dos meses de vacaciones pagadas, pues las escuelas solamente funcionan  desde septiembre hasta la primera quincena de junio.

Antes los colegios también les brindaban vivienda a sus maestros extranjeros y boletos de avión para pasar las vacaciones en sus países de origen. Sin embargo, la crisis económica provocada por la subida del dólar tras las últimas declaraciones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, afectó a la economía turca, lo que dio lugar a que restrinjan estos dos últimos beneficios.

En las universidades, el salario puede fácilmente llegar a ser el doble, al margen de que también se recibe los beneficios explicados para el caso de las escuelas, con lo que la calidad de vida en esta ciudad puede ser realmente muy buena si logras insertarte en una Casa de Estudios Superiores.

Si bien es cierto que es una ciudad muy cara, en la que un kilo de carne cuesta más de 80 liras turcas (alrededor de 15 dólares) y el consumo de gas natural en invierno se dispara a más de 300 liras (como 50 dólares mensuales), los turcos tienen una serie de prestaciones que les brinda su gobierno, que hacen que la vida sea más llevadera. Por ejemplo, tienen un sistema de salud gratuito, eficiente, descentralizado y con una infraestructura hospitalaria enorme, moderna y bien equipada.

Las escuelas públicas brindan una educación de calidad. Son iguales y en algunos casos mejores que las privadas y lo único que por ahora las diferencia son algunas materias (como natación, violín o robótica) y la enseñanza de los idiomas, que es una situación que pronto va a cambiar pues en los últimos años empezaron a funcionar escuelas piloto del Gobierno, en las que la segunda lengua extranjera es el español.

Con estos cambios en la educación estatal, todo lleva a pensar que la oferta de trabajo para profesores hispanos seguirá creciendo en la tierra de los sultanes.

Ser mujer en Estambul

Dicen que los turcos buscan casarse con extranjeras porque les tienen miedo a las turcas… y debe ser verdad porque las mujeres turcas se caracterizan por tener un carácter muy fuerte.

La mayoría de las extranjeras que conozco en Estambul se casó o se enamoró de un turco. Esta situación se vive en esta ciudad desde la época en la que el İmperio Otomano era conducido por los sultanes, quienes tenían entre sus posesiones un harem lleno de mujeres de otras nacionalidades.

Gisela Alcócer con su esposo Bugay Oktar.

Tal vez las tasas de natalidad puedan explicar más objetivamente este fenómeno y es que la población masculina es mayor a la femenina en este país y según datos del İnstituto de Estadísticas turco, es un hecho que cada año nacen más varones que mujeres.

Las parejas, por lo general, tienen un solo hijo y la noticia de que viene una niña es considerada una bendición, debido a que para los padres, tener un hijo hombre es más sacrificado porque es una sociedad muy exigente con quienes nacen varones. Algunos ejemplos de esta afirmación son la circuncisión con una ceremonia que puede llegar a ser muy costosa y debe realizarse antes de que el niño cumpla los cuatro años y también el servicio militar obligatorio de 18 meses en el que pueden perder la vida debido a las incursiones militares de su Gobierno.

La familia Oktar.

Al ser el aborto completamente legal, las familias aquí pueden regular con mayor facilidad la cantidad de descendientes que quieren tener, por eso, hace algunos meses las noticias que llegaban desde la Argentina sobre las mujeres que exigían la posibilidad de legalizar el aborto en ese país, fue algo incomprensible para la mayoría de los turcos, quienes consideran que el tema de la reproducción es un aspecto en el que el gobierno no tiene por qué opinar.

Un efecto colateral del aborto legal en Estambul es que es casi imposible encontrar madres solteras luchando ellas solas por sacar adelante a sus hijos. Sin embargo, sí existen muchas mujeres divorciadas. De hecho, los trámites en materia familiar son muy sencillos.

Y las familias conformadas entre turcos y latinoamericanas por lo general funcionan bien, por las similitudes culturales, pues existen más cosas en común de las que nos podemos imaginar antes de visitar su país.

Las comidas en familia y la presencia de los abuelos en la vida de los nietos son realmente muy parecidas entre ambas sociedades; aunque probablemente el respeto y la consideración con las personas mayores aquí sea mucho más notoria que en el América Latina.

La vestimenta también es muy similar, pues la mayoría de las mujeres jóvenes lleva ropa más descubierta en verano. De hecho, les gustan las minifaldas y los pantalones cortos para poder sobrellevar temperaturas que pueden acercarse a los 40 grados.

La diferencia es que aquí también hay muchas mujeres que se cubren el pelo, pero normalmente si son turcas lo hacen con pañuelos de colores o floreados. También pueden verse en las calles a mujeres completamente tapadas con burcas o hıjabs negros, que en la mayoría de los casos son extranjeras de origen árabe.

Desde los primeros años de la República de Turquía, formada después de la primera Guerra Mundial por su principal lider, Mustafa Kemal Atatürk, estaba prohibido que las mujeres que ocupaban una función pública se cubriesen el pelo, pero esa restricción fue suspendida por el actual presidente, Recep Tayyip Erdoğan, quien ve en esta medida un atentado a la libertad de culto.

Después de ese conflicto bélico, Atatürk no solo estableció que Turquía fuera una república democrática y laica, también llevó adelante una reforma linguística en la que cambió el alfabeto de su idioma, para usar los caracteres del alfabeto latino en sustitución de los del árabe, facilitando su aprendizaje.

Y fue asumida una serie de medidas a favor de las mujeres, logrando entre otras cosas que la primera mujer piloto de guerra del mundo sea una turca, Sabiha Gökçen, quien además de ser su hija, le heredó su nombre a uno de los tres aeropuertos que tiene Estambul.

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Jóvenes bolivianos te cuentan qué necesitas para estudiar con beca en México https://dev.guardiana.com.bo/innova/jovenes-bolivianos-te-cuentan-que-necesitas-para-estudiar-con-beca-en-mexico/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=jovenes-bolivianos-te-cuentan-que-necesitas-para-estudiar-con-beca-en-mexico https://dev.guardiana.com.bo/innova/jovenes-bolivianos-te-cuentan-que-necesitas-para-estudiar-con-beca-en-mexico/#respond Fri, 05 Jul 2019 08:00:12 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=3651 La experiencia de jóvenes que decidieron apostar por México. ¿Qué pasó cuando dejaron atrás su zona de confort en Bolivia? "A menudo me preguntaba por qué estaba ahí...", recuerda Víctor Quintanilla.

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Por Víctor Quintanilla S., Ciudad de México (México)

Entré al salón de prisa. La clase había comenzado. Lo que el profesor decía no trataba de comunicación organizacional, la materia a la que me había inscrito. Pronto me di cuenta de que estaba en una clase diferente. Pude salir de inmediato, pero estaba muy nervioso para esa reacción. Al cabo de unos minutos, más tranquilo, pedí la palabra para decir en voz alta que necesitaba salir porque estaba en el salón equivocado. Todos se rieron.

Así comenzó mi primer día de clases en la Universidad Iberoamericana, en Ciudad de México, donde estudié la Maestría en Comunicación entre 2011 y 2013. Lo hice gracias a una beca del gobierno de México a la que postulé a través de una convocatoria de la ahora Escuela de Gestión Pública Plurinacional.

El proceso de postulación fue largo. No conocía nada de la Universidad Iberoamericana entonces, solamente que era mi única opción porque pedía un promedio mínimo de 8 en la licenciatura, requisito que yo cumplía. En el área de mi interés, otras universidades exigían un promedio de 9. Después supe que en la Universidad Iberoamericana o Ibero se abrió la primera carrera de Comunicación en México.

Con la beca, la universidad cubrió la totalidad de la colegiatura y la Secretaría de Relaciones Exteriores de México me otorgó una manutención mensual y un seguro médico durante dos años. Los únicos gastos que tuve que solventar fueron los trámites de admisión y los de titulación. El dinero no me sobraba, pero era el suficiente para vivienda, alimentación, transporte y ocio.

Aunque siempre quise vivir en México, los primeros meses fueron difíciles. A menudo me preguntaba por qué estaba ahí y no en La Paz con mi familia. Ir a Bolivia en vacaciones me ayudó y poco a poco me abrí a disfrutar la experiencia de vivir fuera. Conocí lugares hermosos, hice buenos amigos que conservo hasta ahora. Maduré como persona y aprendí mucho en lo profesional. Tuve que leer muchos artículos académicos en inglés y ahora sé que existe un campo de estudio dedicado a los periodistas y a sus prácticas, un mundo nuevo y fascinante.

“Lo que más me gusta es que en México el área de la investigación está mucho más desarrollada, no solo en lo monetario, sino que también en que le dan más importancia”, dice Stephanie Morón Terrazas, de 29 años, que actualmente cursa el último semestre de la Maestría en Comunicación en la Ibero.

Stephanie Morón Terrazas en la Universidad Iberoamericana

Como yo, Stephanie llegó tarde a su primera clase en la maestría. No conocía bien la universidad y se perdió. Con ella estaban dos compañeros suyos, una de Colombia y otro de Cuba. “Desde el principio me junté más con los extranjeros que con los mexicanos, me sentía más identificada con ellos, que estaban igual de perdidos que yo”.

En noviembre de 2016, Stephanie viajó a México para conocer el país y, de paso, explorar opciones para estudiar allí. Visitó varias universidades y postuló a dos. “Llegué hasta la mitad de la postulación en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), no sé en qué momento decidieron que mi perfil no estaba más en competencia, pero me aceptaron en la Ibero”. Comenzó la maestría en agosto de 2017.

Le costó un poco de trabajo retomar la vida académica, aquella que dejó en 2013 cuando terminó la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Católica Boliviana de La Paz . Le sorprendió gratamente que ya no debía sacarle copia a los textos, pues los recibía en PDF.

“Algo muy positivo del sistema de posgrados acá es que te exigen presentarte con un proyecto de investigación, tú entras sabiendo qué es lo que vas a investigar los dos años si haces una maestría o los cuatro años si haces un doctorado, algo que no pasa en Bolivia”.

El reto para Stephanie fue prepararse para dar el Examen Nacional de Ingreso al Posgrado (EXANI-III), una prueba de conocimientos generales que proporciona información sobre el potencial de los aspirantes a estudios superiores. Es utilizado para apoyar los procesos de admisión en las instituciones que ofrecen programas de posgrado.

En lo personal, la experiencia de estudiar fuera le enseñó a valorar lo que tiene en Bolivia. “Siempre decía que quería irme a México, pero no conocía mi etapa nostálgica;  jamás pensé que iba a extrañar tanto a mi familia, mi casa, mi ciudad, las costumbres, la comida”. Dejó su zona de confort e hizo varias cosas por primera vez: rentar y mantener una casa, cocinar, almorzar en otro horario (más tarde) y convivir con personas de culturas diferentes.

Michelle Luna, también paceña, vive la experiencia de estudiar en México extrañando a su familia, pero convencida de que prefiere cumplir sus sueños y prepararse en lugar de trabajar en lo mismo de siempre. Tiene 25 años y está en el segundo semestre de la Maestría en Comunicación de la Ibero. Supo de la maestría por Stephanie, son amigas.

Michelle Luna en Teotihuacán, importante sitio arqueológico de México.

Lo que está viviendo es mejor de lo que pensaba. “No esperaba tener tantos amigos o que sean tan solidarios, que vaya a existir tanto compañerismo, sobre todo entre los extranjeros; llegas a ser una familia con tus compañeros”.

Para Michelle, México representa una doble oportunidad, la de crecimiento profesional no solo en el campo de la comunicación, también en el del stand up o comedia en vivo, su otra pasión. “Me estoy preparando mucho para dar mis shows acá, mi prioridad es la maestría, pero también le doy atención a la comedia, quizás sea eso por lo que me quede en México o tal vez me vaya mejor en eso”.

Stephanie y Michelle son becarias del gobierno mexicano. Tienen una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que les otorga una manutención mensual y seguro médico.

A quienes buscan seguir sus pasos, Stephanie les aconseja prepararse mucho porque estudiar en el extranjero es más competitivo. Sugiere averiguar con anticipación los requisitos que las universidades piden y el detalle de las convocatorias a los diversos programas de posgrado. “Si quieren dedicarse a la investigación, hagan un buen proyecto para ser admitidos, deben tener muy claro qué van a investigar”.

Michelle cree que siendo tan fácil para los jóvenes buscar información en internet, lo ideal es usar esa herramienta para saber de becas y requisitos para estudiar fuera de Bolivia. “Es un proceso difícil, pero lo que obtienes al final vale la pena”.

Así piensa también Marco Suxo, de 36 años, quien culminó hace poco una residencia médica en reumatología, un curso de subespecialización de la UNAM. “México es un país excelente para estudiar, no te piden requisitos imposibles como en otros países y no es difícil acostumbrarse al estilo de vida, que es muy parecido al boliviano”.

Marco Suxo en el Hospital Juárez de México

Aunque le costó trabajo acostumbrarse nuevamente al ritmo de estudio y trabajo, como cuando hizo su primera especialidad en La Paz, le gustó que el curso tuviera un alto nivel y contara con un reglamento y un programa bien organizados.

Viajó a Ciudad de México solo y luego lo alcanzaron allá su esposa y sus hijos, a quienes extrañaba mucho al principio. “El costo de vida es casi igual al de Bolivia; los aparatos electrónicos, la tecnología, el transporte público y la ropa son más baratos; la comida tiene un costo similar, pero la vivienda es más cara”.


Conozco a Marco desde que éramos niños y cuando me habló de sus planes para estudiar en México, no dudé en animarlo a que los concretara.

Cuando estudié la maestría, no podía evitar sentirme al medio, siempre entre dos países. Eso no ha cambiado. Tras regresar a Bolivia por tres años, México me llamó de nuevo, esta vez para estudiar un doctorado.

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