Literatura archivos — Guardiana Ayudar a empoderar a una ciudadana, incluyendo su búsqueda de justicia en los casos de violencia. Thu, 04 Aug 2022 03:49:01 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.5.5 https://dev.guardiana.com.bo/wp-content/uploads/2019/03/cropped-g-morado-08-32x32.png Literatura archivos — Guardiana 32 32 “Jauría de Palabras” III reunirá a 32 poetas de 7 países en Santa Cruz https://dev.guardiana.com.bo/innova/poesia-escritores/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=poesia-escritores https://dev.guardiana.com.bo/innova/poesia-escritores/#respond Thu, 07 Oct 2021 09:23:00 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=17167 El festival de este año no solo llegará a distintos escenarios de la ciudad de Santa Cruz, sino también de la Chiquitanía y se tiene previsto realizar actividades en los municipios de La Guardia y Yapacaní.

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Por Guardiana (Bolivia)

Jueves 7 de octubre de 2021.– Este 2021, el Festival Internacional de Poesía Joven “Jauría de Palabras” se consolida como un importante espacio latinoamericano para la poesía, con la participación presencial en Santa Cruz de 32 poetas de 7 países, además de la actuación del Ensamble de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de los Lagos de Chile.

Del 8 al 12 de octubre están programadas actividades como mesas de lectura, conversatorios sobre gestión cultural, talleres de escritura y poesía, presentación de postales cruceñas y un homenaje a la destacada poeta chilena Rosabetty Muñoz, ganadora del Premio “Pablo Neruda” por el conjunto de su trabajo​ y el Premio del Consejo Nacional del Libro de Chile.

El 2019 nació el Festival Internacional de Poesía Joven Jauría de Palabras, como un espacio de intercambio y visibilización de la poesía, estableciendo vínculos de hermanad entre Latinoamérica, pero con la característica de que los poetas también fueron formados en sus respectivos países.

Estará presente la poeta chilena Rosabetty Muñoz, ganadora del Premio “Pablo Neruda” por el conjunto de su trabajo​ y el Premio del Consejo Nacional del Libro de Chile.

Entre los jóvenes poetas internacionales invitados se encuentran Jorge Valbuena, Francy Liliana Díaz y Fabio Martínez, de Colombia; Margarita Bustos, Hernán Contreras e Isabel Guerrero, de Chile; Italo Passano, Leda Quintana y Leo Cáceres del Perú; María Negro de Argentina e Indira Torres de México. De Bolivia participarán poetas de Santa Cruz, La Paz, Cochabamba y Sucre.

Y entre los escritores bolivianos que participarán en talleres, la moderación de mesas y otras actividades se encuentran Paura Rodríguez, Amilkar Jaldín, Gabriel Chávez Casazola, Gary Daher y Álex Ayllón. Y también participarán Eduardo Álvarez, Ada Zapata, Harold Veizaga, Quincho Terrazas, Marcia Mendieta, Daniel Ayoroa, Juan Pablo Sejas, Gianluca Andrade y Nelson Jaliri.

La poeta Marcia Mendieta será una de las escritoras bolivianas que participará en el evento.

Es importante destacar que la poesía de este festival, que ya alcanza su tercera versión este año, llegará no solo a distintos escenarios de la ciudad de Santa Cruz sino también de la Chiquitanía, llevando adelante actividades con los poetas invitados en el municipio de Roboré. Además, en el marco del festival se tiene previsto realizar actividades en los municipios de La Guardia y Yapacaní.

Entre las sedes oficiales en la ciudad de Santa Cruz figuran la Alianza Francesa, donde tendrá lugar la inauguración oficial el viernes 8 a las 19:00, con la lectura y el homenaje a Rosabetty Muñoz; la Casa Melchor Pinto, el Museo de la Ciudad Altillo Beni, donde se presentarán libros y una exposición de retratos de poetas el viernes 9 a las 15.00 horas; el Centro Cultural San Isidro, centros culturales y bibliotecas municipales, Casa de Gobierno y el Centro de la Cultura Plurinacional Santa Cruz.

“La organización del festival, que cuenta con un equipo internacional para el desarrollo de las actividades, cree firmemente en los procesos de largo aliento para la transformación de la sociedad, entiende la percepción de niños y jóvenes y propicia su acercamiento a autores bolivianos y latinoamericanos, desde la cotidianidad”, señaló la poeta y gestora cultural Valeria Sandi, organizadora del evento.

Anteriores versiones

En la primera versión, el 2019, participaron 50 poetas de Argentina, Chile, Perú, Guatemala, Uruguay, México y Bolivia. Ese año se realizó una miniferia del libro en el Museo Altillo Beni, con participación de estudiantes de unidades educativas centrales. Se generaron visitas y conversatorios en unidades educativas, talleres de poesía y yoga, conversatorios con directores de festivales de poesía, directores editoriales y de revistas digitales. Los poetas homenajeados fueron Matilde Casazola, Jorge Campero y Gustavo Cárdenas. Se llegó a seis espacios culturales para las diversas actividades. Finalmente, el festival llevó la poesía a Samaipata y se publicó una antología con la Editorial 3600.

El 2020 se realizó la segunda versión, de manera virtual, debido a la pandemia. En esta se unieron 45 poetas de 9 países (Argentina, Chile, Colombia, Perú, México, Ecuador, Costa Rica, España y Bolivia). Se realizaron transmisiones en vivo mediante ocho canales oficiales de Facebook, con los conversatorios, presentaciones de libros, talleres de escritura para niños, lecturas, cápsulas poéticas y el homenaje a los poetas Xavier Oquendo (Ecuador), Chary Gumeta y Roberto Reséndiz (México).

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31 poetas en el octavo Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de los Anillos https://dev.guardiana.com.bo/innova/31-poetas-participaran-en-el-octavo-encuentro-internacional-de-poesia-ciudad-de-los-anillos/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=31-poetas-participaran-en-el-octavo-encuentro-internacional-de-poesia-ciudad-de-los-anillos https://dev.guardiana.com.bo/innova/31-poetas-participaran-en-el-octavo-encuentro-internacional-de-poesia-ciudad-de-los-anillos/#respond Thu, 29 Jul 2021 11:00:00 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=15134 Desde el lunes 2 hasta el jueves 5 de agosto tienes una cita en Santa Cruz en un encuentro internacional de escritores. El invitado de honor será el poeta chileno Raúl Zurita, ganador del premio Reina Sofía en 2020, y los invitados distinguidos los poetas Yolanda Pantin, de Venezuela, premio Casa de América, y Juan Carlos Mestre, premio Nacional de Poesía de España.

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Por Guardiana (Bolivia)

Viernes 29 de julio de 2021.- 25 poetas nacionales y seis poetas internacionales darán vida a la octava versión del Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de los Anillos, que se realizará entre los días lunes 2 y jueves 5 de agosto, a las 19:30, en el marco de la 22 Feria del Libro de Santa Cruz, de manera presencial y los organizadores aseguran que contarán con todas las medidas de bioseguridad.

El evento, organizado por la Cámara Departamental del Libro de Santa Cruz tendrá como invitado de honor este año al poeta Raúl Zurita (Chile), el más reciente ganador del Premio Reina Sofía, y como invitados distinguidos a la poeta venezolana Yolanda Pantin, que obtuvo los premios Casa de América y Poetas del Mundo Latino, y al español Juan Carlos Mestre, Premio Nacional de Poesía en su país.

Raúl Zurita Canessa (1950) es poeta chileno. Es el más reciente ganador del Premio “Reina Sofía” de Poesía Iberoamericana (2020). Premio Iberoamericano de Poesía “Pablo Neruda”, Premio Nacional de Literatura de Chile, Premio Iberoamericano de creación literaria “José Donoso” y merecedor del Asan World Prize de India, entre otros. Doctor honoris causa por la Universidad de Alicante, la Universidad Santa María y la Universidad de la Frontera. Profesor emérito de la Universidad Diego Portales. Su poesía ha sido traducida a una docena de idiomas.

Juan Carlos Mestre (1957) Poeta, artista y grabador español. Premio Adonáis de Poesía (1985), Premio Jaime Gil de Biedma (1992), Premio Jaén de poesía (1999), Premio Nacional de Poesía de España (2009), Premio de la Crítica de poesía castellana (2012). Publicó varios poemarios, entre ellos La visita de Safo, Las páginas del fuego, La poesía ha caído en desgracia y La tumba de Keats, escrito durante su estancia en Italia como becario de la Academia de España en Roma. Ha realizado grabaciones discográficas junto a músicos de renombre, editado libros de artista y expuesto su obra gráfica y pictórica en varios países.

Esta será una versión “reducida pero potente” del Encuentro, comentó el poeta Gabriel Chávez Casazola, curador de Ciudad de los Anillos junto al escritor Gary Daher. “Por las circunstancias de pandemia y las medidas de bioseguridad, tendremos la participación de 25 poetas nacionales menores de 50 años, la mayor parte de ellos residentes en Santa Cruz, y seis poetas internacionales. Tres de ellos viven en Bolivia y tres nos acompañarán desde sus países en trasmisiones hasta un salón de la Feria”, precisó Chávez Casazola.

Yolanda Pantin (1954) es poeta venezolana. Por el conjunto de su trabajo recibió en 2015, en México, el premio Poetas del Mundo Latino “Víctor Sandoval”; y en 2017, en Madrid, obtuvo el XVII Premio Casa de América de Poesía Americana. En 1989 recibió el Premio Fundarte de Poesía. Ha sido becaria de la Fundación Rockefeller y de la Fundación Guggenheim. También es dramaturga, ensayista, autora de libros infantiles y editora. Cursó estudios de Letras en la Universidad Católica “Andrés Bello” de su país.

Los poetas que llegarán a Santa Cruz desde otras ciudades son Juan Malebrán, escritor y gestor cultural chileno residente en Cochabamba, Premio Internacional de Poesía “Manuel Acuña”; Anuar Elías, poeta mexicano que vive desde hace varios años en Bolivia y es ganador del Premio Nacional de Poesía “Yolanda Bedregal”; Milenka Torrico, poeta cochabambina recientemente retornada al país; Anahí Maya Garvizu, poeta chuquisaqueña residente en La Paz; y Sergio Gareca, poeta orureño.

Junto a ellos, leerán sus textos 25 poetas anfitriones, nacidos o residentes en Santa Cruz de la Sierra: Emilio Martínez (Uruguay), Orlando Montesinos, Alfredo Rodríguez, Alejandra Barbery Zanutti, Paura Rodríguez Leytón, Alejandro Canedo, Daniel Ayoroa Taborga, Marcelo Canavire, Juan Marcelo Castro Melgar, Pablo Carbone, Fernando Suárez Sanguino, Joaquín Terrazas, Juan Pablo Sejas, Albanella Chávez Turello, Pablo Osorio, Melissa Sauma, Paola Senseve, Valeria Sandi, quien es también coordinadora del Encuentro en la versión de este año, Mariana Ríos, Sarah Gonzales Añez, Carlos Fernando Tapia Vaca, Graciela María Gonzalez y Gianluca Andrade.

“Hemos preparado esta versión con poco tiempo, pero con mucha ilusión, porque no debemos permitir que la llama de la poesía se apague”, concluyó diciendo Chávez Casazola, a tiempo de invitar al público lector de poesía a asistir a las lecturas, que tendrán lugar cada noche del 2 al 5 de agosto, a las 19:30, en Fexpocruz.

Inauguración

Las lecturas del lunes 2 y jueves 5 de agosto tendrán lugar en el salón “Gabriel René Moreno” y las lecturas del martes 3 y miércoles 4 de agosto se desarrollarán en el anfiteatro al aire libre “Oscar Barbery” de la Feria del Libro cruceña, según el siguiente programa:

Lunes 2 de agosto

Mesa 1

1. Pablo Osorio

2. Melissa Sauma

3. Paola Senseve

4. Alejandra Barbery

5. Sergio Gareca

Mesa 2

6. Raúl Zurita

Martes 3 de agosto

Mesa 1

7. Gianluca Andrade

8. Sarah Gonzales Añez

9. Fernando Suárez Sanguino

10. Carlos Fernando Tapia

Mesa 2

11. Juan Marcelo Castro

12. Orlando Montesinos

13. Albanella Chávez

14. Milenka Torrico

15. Juan Malebrán

Miércoles 4 de agosto

Mesa 1

16. Marcelo Canavire

17. Graciela María Gonzalez

18. Juan Pablo Sejas

19. Alejandro Canedo

20. Mariana Ríos

Mesa 2

21. Alfredo Rodríguez

22. Joaquín Terrazas

23. Anahí Maya Garvizu

24. Emilio Martínez

25. Anuar Elías

Jueves 5 de agosto

Mesa 1

26. Daniel Ayoroa

27. Valeria Sandi

28. Pablo Carbone

29. Paura Rodríguez

Mesa 2

30. Yolanda Pantin

31. Juan Carlos Mestre

Cierre y entrega de reconocimiento

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Pétalos del tiempo https://dev.guardiana.com.bo/innova/petalos-del-tiempo/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=petalos-del-tiempo https://dev.guardiana.com.bo/innova/petalos-del-tiempo/#respond Fri, 27 Nov 2020 11:12:00 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=9516 En la antología de Matilde Casazola recién publicada a nivel internacional se ha incluido un ensayo del poeta Gary Daher que ahora se publica en Guardiana. Él se asoma al universo de la cantautora para recorrer su casa, sus pasillos, sus objetos íntimos, sus rosas, su tiempo, su soledad acompañada.

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Por Gary Daher (Bolivia)

Viernes 27 de noviembre de 2020.- Los poetas griegos cantaban sus poemas. La primitiva música de los griegos estaba siembre estrechamente vinculada con la poesía. No había otra poesía que la cantada. Sabemos que Arquíloco y Simónides eran poetas a la par que músicos; sus poemas eran cantados. La música sin canto fue un arte muy posterior. Las leyes de la melodía eran dictadas por la voz humana, según afirma el musicólogo alemán Hermann Abert.

Claro que la melodía que utilizaban nos es desconocida, y también sabemos que el ritmo dominaba sobre la melodía. Tan grande es el sentido que el ritmo y la melodía tienen dentro de estos antiguos que Platón en sus diálogos copia las palabras de Gorgias[1] cuando pregunta:“…si se quita de toda clase de poesía la melodía, el ritmo y la medida, ¿no quedan solamente palabras?”

Matilde Casazola lleva acaso el sentido de los antiguos griegos, pues es una poeta que canta. Así los tiempos han corrido junto con su canto, y, a esta altura, no nos cabe duda de que Matilde Casazola es para nuestro país, lo que Chabuca Granda para Perú o si tomamos cómo llega a su gente, lo que Chavela Vargas para México, en la medida en que su voz, sus originales melodías, sus letras y sus ritmos nos tocan en tal profundidad que no sabemos sentir otra cosa que Bolivia en nuestros corazones.

En esta línea, Matilde Casazola ha escrito una obra poética que obedece a su mirada cotidiana del mundo, y a los diferentes estados emocionales de las circunstancias que el tiempo trae como el oleaje de un mar que no cesa. Allí Matilde Casazola ha dejado registrada su actividad poética en múltiples poemas, según un latir musical más que un rigor poético. Esas maneras nos dicen de un espíritu vital cuyas joyas debemos rescatar de las hermosas conchas marinas, en el sentido del mar de la vida, o poemas que sin detenerse marcan su reloj poético.

Así, sus poemas abarcan una gran cantidad de panoramas, tales el canto, las diversas miradas sobre sí misma, la impenitente caminante que refleja su trashumancia, su cualidad de poeta, el deterioro humano, el mal, la muerte y el amor, los siempre preocupantes temas sociales, los oficios de la gente y los otros, la casa y sus habitantes, es decir, la familia, los objetos, la espiritualidad y la aparentemente perturbadora divinidad, la filosofía, su sensibilidad con la naturaleza, y el tiempo, como no, el tiempo como una rosa que aroma sus obras.

El 25 de noviembre fue presentado el primer libro publicado fuera de Bolivia de Matilde Casazola: la antología “Los ojos abiertos”. En él se puede encontrar este ensayo escrito por el poeta boliviano Gary Daher.

Muy natural es, entonces, que empecemos hablando de su obra con los versos que hacen a sus canciones. Aquí, habrá que hacer una separación, entre lo que se habla desde la poesía para ver, para sentir en imágenes, y lo que se escribe para la canción, es decir para oír, porque lo primero que se viene a la memoria, cuando de Matilde Casazola se habla, pertenecen a un género que se aviene muy bien a lo que se canta.

Y si estamos ante una poetisa que canta, en este punto que nos ocupa, muchos de sus versos se deslizarán como letras de canciones, queriendo decir con esto que la letra y la música han tenido que gozar un maridaje que conmueve no porque suene hermoso, que sí lo hace, sino que la letra, o el verso, se aviene como el esposo a la esposa en una especie de felicidad de la palabra, si esto es posible, establecido en cada corazón que la escucha.

Serían entonces poemas más escritos para oír que para ver, que los poemas para ver son de reciente factura, si reciente se limita al espacio de un siglo. En cambio la costumbre del poema para oír se pierde en los recovecos del pasado. Vale además afirmar, que en estos tiempos, la poesía para oír especialmente en lengua castellana ha tomado nuevo impulso, hipnotizando a todos. Baste nombrar a la trova cubana con Silvio Rodríguez y otros, Joaquin Sabina, o Luis Eduardo Auté.

Todos sabemos que la cultura libresca es de por sí minoritaria y hemos observado, durante el siglo XX, que el poema se enclaustró entre las páginas de las bibliotecas, renunciando a su transmisión oral. El poema escrito para ver, no para oír, es reciente. Desde la invención de la escritura, es cierto, existe el lector silencioso de poemas.

En cambio la costumbre del poema para oír se pierde en los recovecos del pasado. Y hasta el siglo XIX la poesía ocupaba el tiempo de los ocios latinoamericanos. Escribe Carlos Monsiváis: “Una herencia (una definición) del XIX: la religión de la Poesía. Durante más de un largo siglo latinoamericano la poesía es, masivamente, instrumento de uso cotidiano, prueba irrefutable de la calidad cultural (el alcance social) de una velada hogareña, de modo principal, el mayor acervo ideológico para medirse con el amor, la adversidad, la vida interior. Los analfabetos retienen piadosa y cuantiosamente los versos y los ‘absolutamente ajenos a las Musas’ suelen vivir bajo el influjo de poemas y Actitudes Poéticas que casi de seguro jamás hayan oído comentar. (…) En el XIX la poesía y la enseñanza de la historia patria son los dos ordenamientos sustanciales de la experiencia, el sufrimiento, la desazón, la turbiedad del ánimo, la desesperanza, la alegría que se refleja en sí misma”.

¿Qué sucedió durante todo el siglo XX? Rafael Cadenas señala: “La poesía moderna tiende a convertirse en un corpus hermético. Se hace para un círculo de iniciados; por los poetas para los poetas. Forman un pequeño ouroboros. Los poetas, al decir de Cocteau, son mandarines que se susurran secretos al oído”. Con el cambio de siglo, pues, la poesía perdió su papel de formadora de la sensibilidad latinoamericana.

Hoy, en la aurora del siglo XXI, amanecemos a un nuevo día, donde la poesía vuelve a recuperar el espacio de las calles a través de las canciones que la gente repite y donde el poeta se hace anónimo. Nos acordamos de los nombres de los cantantes famosos, y en su gran mayoría desconocemos el nombre del que compuso la letra. Aquí la poesía se universaliza.

Matilde Casazola nos regresa a ese espacio, pero como tiene que ser en este siglo, sin ignorar la poesía que conmueve con las grandes preguntas, y traslada imágenes, como se puede leer en los poemas de su vasta obra poética, mientras en paralelo desgrana letras de canciones, cuya música también vive en la poetisa y compositora como un ave capaz de transitar nuestros más íntimos afectos.

De esta manera la obra penetra en los huesos utilizando la lanza del canto, recuperando para la poesía el espacio de la música sin perder la virtud de la palabra.

Los versos en las letras de sus canciones son las alas del Pegaso que nos arrebata con sus melodías muy particulares, muy propias, las melodías de Matilde Casazola.

¿Quién oyéndola cantar no termina amándola? Matilde, la que se transforma, a quien el canto, cual hechicera de luz, le sirve de fuente de la juventud. ¿No es siempre una muchacha llena de fuego mientras canta? Esto digo, claro, como testigo de sus días para dejar constancia de lo que se puede conocer en forma directa, no a través solamente de los textos, privilegio de ser su contemporáneo.

Decir además que en los poemas, en los versos, ella carga con el canto, pues canto y poema son uno en Matilde Casazola. Tu solamente bordas / con gorjeos de luz, una esperanza[2], nos dice. Transformándose el canto de lo cotidiano, la tierra, el amor, la melancolía, en el material con el que se teje las vestiduras de lo esperado, siendo lo esperado el conocimiento de los misterios de la naturaleza.

Todo en línea con su vitalidad Eso nada más soy: latido exacto.[3], nos dice. Y esa vitalidad está íntimamente relacionada con una manera simple de estar en el mundo, una manera que quiere estar en armonía con eso que la rodea, como se puede constatar en los poemas que a manera de auto retratos, aparecen en su obra poética. Tal el poema Los cuerpos[4] del libro del mismo nombre, pero muy lejos de Walt Whitman, pues en Matilde Casazola no es suficiente nombrarse sino equipararse con lo mínimo, con lo maravillosamente mínimo como son los insectos.

Hay en la obra de Matilde un llamado a lo esencial, esencialidad que reside en la tierra, en la tierra madre, se siente una con la ternura de lo vegetal que emerge de lo mineral, pero que a la vez son la génesis de su procedencia ancestral, como leemos en el poema Raíces de Poesía y Naturaleza datado en 1993, donde nos dirá bellamente, acaso haciéndonos recordar a Edmundo Camargo:

Obscuras raíces

brotan de la tierra

y me llaman.

Obscuras raíces sabias

de esencias vitales,

me cercan y me enlazan.

Regresándonos siempre al sentido de la música, porque música en ella también son las manos, con las que acaricia, araña y toma la guitarra.

Cuando yo muera

y mis huesos

cal sumisa ya sean,

no confiéis ni en mis ojos

ni en mis labios

pétalos de rosas secas

ni en mi cuerpo de esfinge,

ni siquiera

en mis cabellos, lianas,

algas de largas hebras.

Confiad sólo en mis manos

sobre el viento ligeras,

definitivamente libres y solitarias

cuando yo me muera.[5]

Esta poetisa trashumante, que ha viajado como peregrina del canto tal como nos revela cuando entona Madre, me voy. / me llama el viento / y la canción del mar.[6] Sintiéndose a su vez, por el motivo del canto y la poesía que la arroja a un mundo inestable, llena de faltas.

En ese estado reconocido en que los versos revelan emociones, los poemas sufren una traslación, y se advierten como imágenes oníricas, hechos de la misma materia en que están hechos los sueños; pero no los sueños shakespearianos, sino los sueños de Calderón.

Se develan así algunos de los ojos de ese Argos Panoptes que es toda obra poética que obedece no solamente a la mirada cotidiana del mundo, sino a los diferentes estados emocionales de las circunstancias. Tal en los momentos duros de la mala hora, o aquellas condiciones en las que nos enfrentamos al mal.

En este carrusel de inseguridades que son los días, en la mirada de Matilde Casazola, solamente los muertos, es decir, los cadáveres, de alguna manera objetos sagrados, tienen un porvenir seguro.

Hablamos entonces del tiempo, que involucra vida y muerte. Y si es tiempo, para Matilde Casazola será aquello que da frutos, pero antes de frutos flores, y la flor por excelencia, para Matilde, es la rosa. Pues, en estos tan cotidianos pero complejos y contradictorios hechos, es decir entre la vida y la muerte, Matilde advierte a la rosa. La rosa, símbolo fundamental en la poesía de Matilde Casazola, pues simboliza una florescencia del tiempo, que también es ella misma, haciéndonos inevitable el recordar a Jorge Luis Borges cuando nos dice El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; / es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre[7]. Aquí, en la poética de Matilde Casazola, el tiempo en lugar de felino es una planta, extraño híbrido de rosal y cronos, que produce, como la tierra, flores y frutos, de esta extraña manera en Matilde el tigre es la rosa.

La rosa entregaba su secreto

en llamaradas luminosas.

Era la rosa, amor, tras la ventana

como brillante talismán de fuego.[8]

Entonces sentimos como si se tejieran referencias con otras poéticas armando una suerte de señales de predecesores, como es el caso de William Blake y su The Rose, cuando escribe:

Un gusano buscó su centro.

(¡Mi cristal encantado se rompió!)

Hizo su reino allá adentro

(todo acabó, todo acabó)[9]

Aunque en este poema hable de la felicidad, cuyo sabor tiene la maravilla de lo ácido De color amarillo claro / era, señor, la felicidad. / Como un limón perfumado; / ¡ay! no podía durar. No deja de ser ontológicamente la Rosa de Blake,mostrándonos que los elementos poéticos se repiten como si una red invisible escribiese un mismo poema, Borges dixit.

Pero Matilde Casazola es más un alma reflexiva que dialoga con su mundo interior, que una poetisa que se conecta con los otros poetas. Así, se podría decir también que a través de su obra poética conocemos a Matilde en su intimidad, como si la poesía fuese una necesidad vital para sentirse menos sola, y así intentar conseguir su soledad perfecta[10].

Desde esa soledad nos aproxima a un universo que muestra lo más íntimo de los otros tan nuestros, la casa, ese edificio testigo de los días, descrito íntima y mágicamente en su obra, como en el poema La Memoria de las Casas.[11] En ella la casa es un ser vivo, y como todo ser vivo cambia, se transforma, tanto y de tal manera que inclusive se resiste a sacar a sus muertos.

La casa, que en estos entretejidos poéticos se nombra como un milagro. El inconmensurable planeta de lo maravilloso. Lo que nos es más cercano, pero también mágico y deslumbrante.

Así, el universo de la casa y sus otros, que transitan y ocupan los espacios. Dejando huellas, y esas huellas en Matilde Casazola son los objetos íntimos. Objetos que han permanecido en un espacio emocional que intenta recuperar la vida de los que lo usaron, así la ropa, los zapatos, los libros, los pañuelos. En este espacio verbal, los objetos representan a los otros, a los amados ausentes. Esos otros que circulan a pesar de nuestro estar en el mundo, y para los cuales nuestra presencia circunstancial, por más íntima que sea, al pasar del tiempo no solamente será olvidada, sino abandonada, como corresponde a esa crítica de lo desaprensivo que leemos en su poética. De esta manera la soledad se transmuta, en Matilde, gracias a los objetos, en una soledad acompañada, que se bendice naturalmente.

Si bien hay una metáfora (consciente o inconsciente) donde los objetos representan a los otros, existe también una notable y perceptiva atención sobre el universo de los objetos que la rodean, no metafórica; sino neutral. Mostrándonos la relación que cualquier persona puede tener con los objetos, que se entienden siempre dependientes de nuestra acción. Transformados estos objetos en seres que no interfieren, no actúan. Simplemente esperan nuestro capricho. El caso es que una vez activados, ellos estarán listos para acariciarnos, para amarnos.

Aunque abandonando este sentido, es decir, también en la manera, hay una bella aproximación a las cosas mínimas, donde la poetisa es capaz de despertar nuestra sensibilidad a un universo cotidiano que generalmente se ignora, aunque hace parte de nuestro día a día.

Finalmente, la obra de Matilde Casazola se revela con una consciencia del mundo y su génesis.

La semilla

es pequeñita

pero todo es arcano dentro de ella.[12]

La semilla guarda quizá todo el secreto que Matilde Casazola ha guardado de sí misma, es una gran metáfora de todo lo que el artista, el poeta, guarda dentro de sí, y trabaja para que reviente en vida, para que fructifique. De ahí, de la demora de ese acto mágico, el desasosiego, acaso de ahí, el mirarse con el ala rota.[13]

Para encontrarse en el mundo, y al mirarlo pintarlo, tal cual Aristóteles ministraba, en un poema al que también le ha puesto música, y se ha hecho una bella canción.

-¿De qué color es el mundo?-

Con asombro preguntó.[14]

Imaginando también otro mundo, un mundo donde la verdad ha sido acallada, acaso una verdad que nos haría libres.

Camina Sidaharta, camina

llévame por esos mundos

de las verdades prohibidas.[15]

Y si leemos atentamente, nos lleva a pensar en un sitio donde las almas de los que conocen esas verdades son flores, estrellas que iluminan la noche.

Oh flores

que ilumináis la noche

sin pensar en vosotras

y tranquilas os dais[16]

De esa manera se ha ido abriendo la obra de Matilde Casazola como rosa del tiempo.

¿Quién es el dueño de tanto tesoro?

¿quién gritará el: “Ábrete Sésamo?

Somos cómplices del tiempo.

y seguimos girando

asombrados, mirándonos noche y día

en su hipnótico espejo.[17]


[1]Según Gorgias, el género dentro del cual cae la poesía, como sólo una parte suya es, entonces, el Lógos. El Lógos “infunde en los oyentes un estremecimiento preñado de temor, una compasión llena de lágrimas y una añoranza cercana al dolor, de forma que el alma experimenta mediante la palabra (Lógos) una pasión propia con motivo de la felicidad y la adversidad en asuntos y personas ajenas””

[2] Los Ojos Abiertos (1967). Parte 1. Poema 10

[3] Los Ojos Abiertos (1967). Parte 2. Poema 13

[4] Los Cuerpos, 1967.

[5] Los Cuerpos, 1967, Poema XII.

[6] Y siguen los caminos. Poema 37

[7] Nueva Refutación del Tiempo. Ensayo. Jorge Luis Borges. 1946

[8] Poesía y Naturaleza (1993). Rosa (frag.)

[9] La Noche Abrupta (1996). Poema 35

[10] ver el verso final del poema 44 de Y siguen los caminos (1990);

[11] Estampas, Meditaciones, Cánticos (1990): Poema 6

[12] … Y siguen los caminos (1990); (1969-1970) Parte I: Poema 19

[13] Leer el poema Y el cuerpo encorvas de El espejo del Ángel (1991)

[14] Tierra de estatuas desteñidas (1992) Producción entre 1973 y 1975. Canción: Poema 35

[15] A veces un poco de sol (1994): Poema 3. Camina, Sidharta.

[16] Y siguen los caminos (1990); (1969-1970) Canciones: Poema 38

[17] Los ojos abiertos (1967). Canciones, consejas y cansancios. Poema 16

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Homenaje a Matilde Casazola en Ecuador y presentación de su primera antología internacional https://dev.guardiana.com.bo/innova/homenaje-a-matilde-casazola-en-ecuador-y-presentacion-de-su-primera-antologia-internacional/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=homenaje-a-matilde-casazola-en-ecuador-y-presentacion-de-su-primera-antologia-internacional https://dev.guardiana.com.bo/innova/homenaje-a-matilde-casazola-en-ecuador-y-presentacion-de-su-primera-antologia-internacional/#respond Tue, 24 Nov 2020 19:03:00 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=9498 Este miércoles a las 21.00, la cantautora Matilde Casazola recibirá un homenaje en el Encuentro Internacional de Poetas "Paralelo Cero" de Ecuador.

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Por El Ángel Editor (Ecuador), foto portada del primer libro de Casazola publicado fuera de Bolivia

Martes 24 de noviembre de 2020.– Este miércoles 25 a las 21:00 horas de Bolivia, la poeta y cantautora Matilde Casazola Mendoza recibirá un homenaje en el Encuentro Internacional de Poetas “Paralelo Cero” de Ecuador, ocasión en la que también se presentará su primer libro publicado fuera de Bolivia: la antología “Los ojos abiertos”.  El homenaje y la presentación serán transmitidos virtualmente por Facebook Live en las redes de El Ángel Editor y Paralelo Cero, así como en el YouTube Paralelo Cero.

La antología que será presentada fue preparada y prologada por los poetas bolivianos Gabriel Chávez Casazola y Antonio Javier Chávez Rodríguez y publicada por El Ángel Editor de Ecuador. El libro, de 120 páginas, reúne poemas de todos los libros de Matilde Casazola publicados hasta la fecha, desde “Los ojos abiertos” (1967), que da título a la selección, hasta “Jardín de claroscuros” (2013).  El volumen se cierra con un ensayo del escritor Gary Daher sobre la poética de Casazola y una entrevista de Magela Baudoin a la reconocida cantautora.

Matilde Casazola es una de los tres poetas internacionales homenajeados este año por el prestigioso Encuentro Internacional de Poetas “Paralelo Cero”; los otros dos son la colombiana Piedad Bonnett y el italiano Emilio Coco, quien también es compilador y traductor al italiano de la más completa antología de poesía boliviana contemporánea publicada hasta la fecha: “Il paese degli specchi” (“El país de los espejos”), publicada en Italia en 2019.

El homenaje a Matilde Casazola estará a cargo del director de “Paralelo Cero”, el poeta ecuatoriano Xavier Oquendo Troncoso, y el comentario de la antología será realizado por el poeta quiteño Santiago Grijalva.  Matilde Casazola, por su parte, dará lectura a una selección de sus poemas incluidos en la antología “Los ojos abiertos”. 

“Curiosamente, pese a la calidad, amplitud y variedad de la creación literaria de Matilde Casazola, a la cada vez mayor demanda de sus libros en Bolivia y a que ha sido incluida en numerosas muestras poéticas bolivianas e internacionales, hasta este año (…) no existía una antología amplia e integral de su escritura, que escarmenara toda su producción publicada (…) y extrajera –o al menos intentara extraer– lo más valioso de ella”, explican los antólogos Gabriel Chávez y Antonio Javier Chávez, acerca de “esta antología que ha querido llevar (…) el nombre del hoy inencontrable primer libro de su autora: Los ojos abiertos”.

“Los antólogos, que conocemos su obra en profundidad pues somos parte de su familia poética y su poética familia (…) esperamos haber sido lo suficientemente objetivos, pero también lo necesariamente subjetivos (como conviene en toda antología que es, al fin y al cabo, la mirada de un lector o, en este caso, de dos) para poder entregar una selección como la que ‘nuestra Matilde’ –como se la suele nombrar en Bolivia– venía mereciendo largamente”, concluyen Chávez Casazola y Chávez Rodríguez.

Un poco sobre la autora

Matilde Casazola Mendoza (Sucre, 1943), Premio Nacional de Cultura de Bolivia, tiene una trayectoria literaria y artística de más de 50 años. Autora e intérprete en canto y guitarra de 10 álbumes de música, caracterizada dentro del género de la trova o “canción poética” (aunque con oscilaciones que van de lo popular al registro culto), es compositora de más de un centenar de temas; muchos de ellos ya clásicos de la nueva canción boliviana, que son interpretados por numerosos artistas de distintas generaciones, quienes los ejecutan con fidelidad a sus originales o los recrean en los más diversos ritmos, desde el rock hasta el neo folklore pasando por el jazz.

En paralelo a su música, aunque con un universo creativo común, la poesía de Casazola Mendoza abarca 16 libros –sin contar una decena de inéditos–, todos ellos publicados en Bolivia, desde Los ojos abiertos (La Paz: Universidad Mayor de San Andrés,1967), editado hace 53 años, hasta Jardín de claroscuros (La Paz: Editorial 3600, 2013). Además, han aparecido tres compilaciones de su escritura: una Obra Poética de hace un cuarto de siglo (Sucre: Editorial Judicial, 1996), completamente agotada, y otra Obra Poética reciente, en dos volúmenes (La Paz: Editorial 3600, 2015 y 2016); el primero incluyendo seis poemarios que la autora inscribe dentro de su ‘Serie Autobiográfica’ y el segundo que reúne otros tantos títulos de su ‘Serie Temática’, integrada por libros más breves y unitarios.

Es Miembro Correspondiente de la Academia Boliviana de la Lengua desde 1996. Ha recibido numerosos premios, entre ellos la Gran Orden de la Educación por su aporte a la Cultura, 1988; el Premio a la Cultura “Manuel Vicente Ballivián”, 1995; Premio Unesco “Cerro Rico de Potosí”, 1999. Escudo de Armas de la ciudad de Sucre “a la mejor Compositora Nacional”, 2000; Premio “ORFEO Músico Latinoamericano 2002”, Valencia, España, 2002; Premio al Pensamiento y la Cultura “Antonio José de Sucre”, 2003; el Premio Nacional de Cultura de Bolivia (2017); el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz (2017) y la Medalla “Juan Frías de Herrán” (2019) de la Universidad Mayor de San Francisco Xavier de la ciudad boliviana de Sucre, donde reside.

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Louise Glück será la mujer número 16 en recibir el Nobel de Literatura https://dev.guardiana.com.bo/innova/nobel-en-literatura-para-16-mujeres-el-13-de-quienes-lo-recibieron/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=nobel-en-literatura-para-16-mujeres-el-13-de-quienes-lo-recibieron https://dev.guardiana.com.bo/innova/nobel-en-literatura-para-16-mujeres-el-13-de-quienes-lo-recibieron/#respond Fri, 09 Oct 2020 12:00:32 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=9130 La primera mujer en recibir el Premio Nobel de Literatura fue la maestra Selma Lagerlöf en 1909. Y Louise Glück es la mujer número 16 en llevarse el premio, lo que representa el 14 por ciento del total de personas cuya obra fue reconocida con este galardón.

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Guardiana (Bolivia)

Viernes 9 de octubre de 2020.- La poetisa Louise Glück fue elegida para recibir el Nobel de literatura 2020 y una bolsa de 1.1 millones de dólares en un acto televisado el 10 de diciembre desde Estocolmo debido a la pandemia. Esto no ocurría desde 1944, durante la Segunda Guerra Mundial. 

La BBC destaca a Glück como “una de las poetas más destacadas de la literatura contemporánea estadounidense”, una que “desde su debut en 1968 con Firstborn, ha publicado doce colecciones de poesía y algunos ensayos sobre el género”. El medio también resalta que la nacida en Nueva York, en 1943, también es profesora de inglés en la Universidad de Yale, en Connecticut y ha recibido varios reconocimientos de prestigio, entre ellos el Premio Pulitzer (1993) y el Premio Nacional del Libro (2014).

La poeta estadounidense de 77 años comenzó su obra en los años 60. Fue premiada, en esta ocasión, por su “inconfundible voz poética, que, con una belleza austera, torna la existencia individual universal”.

La primera mujer en recibir el Premio Nobel de Literatura fue la maestra Selma Lagerlöf en 1909 (ver foto). Y Louise Glück es la mujer número 16 en llevarse el premio, lo que representa el 14 por ciento del total de personas (117), cuya obra fue reconocida con este galardón.

En 1909 la sueca y maestra rural Selma Lagerlöf ganó el premio Nobel de Literatura (La Vanguardia).
Las 16 mujeres del galardón
ALGUNOS POEMAS DE Glück
El espino

Al lado tuyo, pero no

de tu mano: así te miro

andar por el jardín

de verano: las cosas

que no pueden moverse

aprenden a mirar. No necesito

perseguirte a través

del jardín; en cualquier parte

los humanos dejan

señal de lo que sienten, flores

esparcidas en el polvo del camino, todas

blancas y doradas, algunas

levemente alzadas

por el viento de la tarde. No necesito

seguirte adonde estás ahora,

hundido en la ponzoña de este campo, para

saber la causa de tu huida, de tu humana

pasión, de tu rabia: ¿por qué otra cosa

dejarías caer todo aquello

que has acumulado?

Madre e hijo 

Todos somos soñadores; ninguno sabe quién es.

Alguna máquina nos hizo; la máquina del mundo,
la familia que restringe.
Después, de vuelta al mundo, pulidos por suaves látigos.

Soñamos; no recordamos.

La máquina de la familia: pelaje oscuro,
selvas del cuerpo de la madre.
La máquina de la madre: blanca ciudad dentro de ella.

Y antes de eso: tierra y aire.
Musgo entre las piedras, briznas de hojas y de hierba.

Y antes, células en una gran oscuridad.
Y antes de eso, el mundo tras un velo.

Para esto naciste: para silenciarme.
Células de mi madre y de mi padre, llegó el momento
de ser fundamentales, de ser la obra maestra.

Yo improvisé, nunca recordé.
Ahora es tu turno de entrar en acción;
tú eres el que pide saber:

¿Por qué sufro? ¿Por qué soy ignorante?
Células en una gran oscuridad.
Alguna máquina nos hizo;
es tu turno ahora de exigirle, de volver a preguntarle:
¿para qué existo? ¿Para qué existo?

Puesta de sol 

En el mismo instante en que se pone el sol,
un granjero quema hojas secas.

No es nada, este fuego.
Es cosa pequeña, controlada,
como una familia gobernada por un dictador.

Aun así, cuando arde,
el granjero desaparece;
es invisible desde el camino.

Comparados con el sol, aquí todos los fuegos
son breves, cosa de aficionados;
se acaban cuando se consumen las hojas.
Entonces reaparece el granjero, rastrillando cenizas.

Pero la muerte es real.
Como si el sol hubiera terminado lo que vino a hacer,
hubiera hecho crecer el campo y entonces
hubiera inspirado la quema de la tierra.

Así que ahora puede ponerse.

La canción de Penélope 

Pequeña alma, siempre desvestida,
haz esto que te ordeno, trepa
por los estantes de las ramas del abeto;
aguarda en la copa, atenta, como un
centinela o un vigía. Pronto llegará a casa;
te corresponde a ti ser
generosa. Tampoco tú has sido del todo
perfecta; con tu problemático cuerpo
has hecho cosas de las que no deberías
hablar en los poemas. Así que
llámalo a través del mar abierto, del mar resplandeciente
con tu canción oscura, con tu avariciosa,
forzada canción: apasionada,
como María Callas. ¿Quién
no te desearía? ¿A qué apetito
demoniaco no corresponderías? Pronto
regresará de allí por donde transcurra su viaje,
bronceado por el tiempo fuera de casa, reclamando
su pollo asado. Ah, tendrás que darle la bienvenida,
tendrás que sacudir las ramas del árbol
para captar su atención,
pero con cuidado, con cuidado, no sea
que desfiguren su hermoso rostro
demasiadas agujas al caer.

Antes de la tormenta 

Habrá lluvia mañana, pero esta noche el cielo está despejado,
brillan las estrellas.
Aun así, se acerca la lluvia,
quizás suficiente para ahogar las semillas.
Hay un viento que empuja a las nubes desde el mar;
antes de verlas, sientes el viento.
Mejor miras los campos ahora,
observa cómo se ven antes de que se inunden.

Luna llena. Ayer, una oveja escapó al bosque,
y no cualquier oveja: el carnero, el futuro entero.
Si lo vemos de nuevo, veremos sus huesos.

La hierba se estremece un poco; tal vez el viento pasa a través de ella.
Y las nuevas hojas de los olivos tiemblan del mismo modo.
Ratones en los campos. Donde cace el zorro,
habrá sangre mañana en la hierba.
Pero la tormenta, la tormenta la lavará.

En una ventana, hay un chico sentado.
Lo mandaron a dormir, en su opinión, demasiado temprano. Así que se sienta junto a la ventana;

ahora todo está resuelto.
Donde estés es donde dormirás, donde despertarás la mañana siguiente.

Un mito sobre la inocencia 

Un verano sale al campo, como de costumbre,
se para un momento en el estanque donde suele
mirarse para ver si detecta algún cambio.
Ve a la misma persona, la túnica horrible
de su condición de hija aún sobre sus hombros.

En el agua el sol parece estar al lado.
Ella piensa: Otra vez mi tío que me espía.
Todo en la naturaleza es, de algún modo, su pariente.
Piensa: Nunca estoy sola
y hace del pensamiento una plegaria.
La muerte viene así, como respuesta a una plegaria.

Nadie puede ya entender lo hermoso que él era.
Perséfone sí lo recuerda, y que él la abrazaba allí,
delante de su tío.
Recuerda el reflejo del sol en sus brazos desnudos.

Eso es lo último que recuerda claramente.
Después el dios oscuro se la llevó.

Recuerda también, de un modo menos claro,
la terrible intuición de que ya jamás podría
vivir sin él.

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Las hojas de vida del árbol de la tribu https://dev.guardiana.com.bo/innova/las-hojas-de-vida-del-arbol-de-la-tribu/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=las-hojas-de-vida-del-arbol-de-la-tribu https://dev.guardiana.com.bo/innova/las-hojas-de-vida-del-arbol-de-la-tribu/#respond Mon, 31 Aug 2020 09:43:00 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=8703 Con la publicación del último libro de Gabriel Chávez Casazola, Hoja de Vida, se cierra la colección de poesía Lima Lee de 64 obras poéticas de poetas diferentes.

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Por Gary Daher para Guardiana (Bolivia)

La colección de poesía Lima Lee ha cerrado el ciclo de 64 volúmenes de libros de poesía, cada uno escrito por un poeta diferente, con la presentación del libro Hoja de Vida, constituido por una antología de la obra del poeta Gabriel Chávez Casazola. El lanzamiento ha sido realizado a través de una entrevista al autor dirigida por el poeta peruano Harold Alva. 

Consultado sobre la antología, Chávez Casazola discurrió que “las selecciones son por épocas, y en esta selección creo que solamente hay un par de inéditos”. Al respecto, el poeta confiesa que serían el poema “Se busca”, donde se habla de un libro extraviado de Ezra Pound, y otro que se llama “Examen de Conciencia”, que habla de la muerte, “los que representan mejor mi espíritu en este momento”.

Durante la entrevista, Gabriel Chávez Casazola dijo que la poesía rescata algo del río del olvido, del río de la muerte, pues la poesía está conectada con la memoria, la memoria de una cultura, de una generación. “Así mi poesía quiere representar también la memoria de mi generación, de una tribu”, declaró; aunque luego matizó introduciendo el concepto de que cada uno de nosotros es una lengua única, y que cuando uno muere, con él también muere una lengua.

Más adelante, el público virtual le escuchó decir: “Creo que el ser humano es fronterizo y que el poeta escribe en esa frontera”. Para concluir que “el libro también es una sombra entre el que escribe y el que lo lee, entonces uno ha estado aquí entre la vida que vive y la que vivirá un otro”; sin embargo, concluyó, para un poeta “la existencia está justificada si alguien es tocado por un poema que se lee”.

Gabriel Chávez (foto de archivo de Página Siete).

“El libro también es una sombra entre el que escribe y el que lo lee, entonces uno ha estado aquí entre la vida que vive y la que vivirá un otro”.

Gabriel Chávez

Finalmente, a manera de aclarar su leit motiv poético, confesó: “Mi trabajo es sobre la memoria y la identidad”.

Acaso la presentación de este libro, más allá del título, vaya a foliar, siguiendo el pensamiento del autor, las hojas de vida del árbol de la tribu, con poemas que no solo procuren “la memoria y la identidad”, sino que, a través de esa búsqueda, descubran para nosotros esencialidades universales y muchas veces perdidas, puestas a nuestro cuidado por uno de los poetas más conocidos internacionalmente de lo que se levanta poco a poco como la poesía boliviana del Siglo XXI, y cuya calidad poética es trascendente, como lo es y ha sido la poesía boliviana, que ya lleva lo suyo en una trayectoria que está siendo cada vez más reconocida por el mundo poético de nuestra lengua.

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Adela Zamudio y el debate cultural en torno a la novela nacional (II Parte) https://dev.guardiana.com.bo/innova/adela-zamudio-y-el-debate-cultural-en-torno-a-la-novela-nacional/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=adela-zamudio-y-el-debate-cultural-en-torno-a-la-novela-nacional https://dev.guardiana.com.bo/innova/adela-zamudio-y-el-debate-cultural-en-torno-a-la-novela-nacional/#respond Fri, 11 Oct 2019 09:14:04 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=5981 Después de que salió la novela Íntimas de Zamudio, escritores de la talla de Demetrio Canelas y Claudio Peñaranda arremetieron contra ella por razones de género y le indicaron cuál era el lugar que debía ocupar. Ella no se quedó callada.

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Por María Elva Echenique* (Desde Estados Unidos)

Adela Zamudio propone en su poesía una poética independiente, distanciándose del estilo modernista ampliamente practicado en el momento. Por otra parte, la autora boliviana establece su posición frente a la estética modernista valiéndose del humor en el relato. En su última novela, Íntimas, puede leerse también la intención crítica de Zamudio en relación a la corriente literaria predominante en su época, en este caso la de la novela social realista. El carácter singularísimo que presenta Íntimas en relación con la producción de sus contemporáneos masculinos, destacado por García Pabón en el Prólogo a la obra, invita a la comparación y, por tanto, al diálogo entre diferentes estilos de narrar, diferentes metas en la escritura y diferentes espacios desde los que se narra. En el prólogo mencionado, García sostiene:

Íntimas se opone en más de un aspecto a las preocupaciones dominantes en los intelectuales y escritores de la época: a las grandes críticas ideológicas, ella opone la crítica moral; a las preocupaciones por lo nacional, la preocupación por la vida diaria; a los narradores monológicos, un texto dialógico; a la narración de hechos históricos, la de la cotidianidad y la intimidad. En suma, una nueva posición crítica y narrativa que solo podía venir de un sujeto femenino (xi).

Esta originalidad de Íntimas frente al estilo narrativo dominante en la época es, sin duda, el factor primordial que determinó la recepción negativa que obtuvo el texto en 1913, cuando se publicó por primera vez, y el posterior desinterés de la crítica por estudiar o reeditar esta obra. Demetrio Canelas, destacado escritor de la época, a quien se atribuye el estudio crítico más abarcador e influyente sobre Íntimas, publicado pocos meses después de la aparición de la novela, expresa el siguiente juicio sobre la misma:

Mi ilustre amiga, me perdonará decirle que abrigo la convicción de que ella está fuera de sus facultades al escribir esta novela. En sus páginas no hay un solo momento de entusiasmo fácil (sic). En todas las escenas se advierte un hálito doloroso, que se arrastra y se empapa hasta en la naturaleza…

Creo firmemente que Soledad (el pseudónimo usado por Zamudio en su poesía) no debe abandonar el ciclo de sus divinas armonías, para venir a rastrear las bajezas mundanas. Esta tarea está reservada para los espíritus combativos y ásperos a quienes no puede dañar el fragor de los odios. Vuelva nuestra gran autora a pulsar en la mansedumbre de sus horas meditativas, su lira encantada (Guzmán 1988: 110).

Demetrio Canelas proclamó la incompetencia de Adela Zamudio por ser mujer (foto: Diccionario Cultural Boliviano).

El comentario lapidario de Canelas llama la atención por la manera reiterativa con la que proclama la incompetencia de Zamudio en el terreno de la narrativa, fundamentándola en su género de mujer, con alusiones a su condición de mujer-ángel, llamada a “pulsar su lira encantada en el cielo”. Es más, Canelas no se limita a recordarle a la autora que no pertenece al círculo literario reservado a los “espíritus combativos y ásperos” de sus colegas masculinos, si no que, además, la alecciona sobre el lugar que le corresponde como mujer, exhortándola a no abandonar ese espacio.

Claudio Peñaranda, otro prominente poeta y periodista, quien se declara ferviente admirador de la obra poética de Zamudio, refuerza el juicio negativo expresado por Canelas, arguyendo, además, que el argumento de la novela de Íntimas carece de trascendencia: “…del intenso novelable que es el supremo motivo del género”, condenando la obra al olvido con la siguiente frase: “Perdone mi ilustre amiga si, siendo el más fervoroso de sus admiradores, considere su último libro como un accidente de su hermosa labor literaria” (citado por Guzmán 1955: 110).

En la correspondencia privada que sostuvo Zamudio con estos intelectuales en el contexto de la publicación de su novela encontramos pautas que nos permiten ejercitar una nueva lectura de Íntimas, en la que se plantea que la singularidad de la obra sugiere, más bien, la clara intención de la autora de proponer un programa de escritura distinto, que se constituye en una hábil crítica de la corriente literaria del realismo social que practican sus contemporáneos masculinos. A continuación se transcribe el texto de la carta que Zamudio dirigió a Claudio Peñaranda en respuesta a sus comentarios sobre la novela. En esta misiva, la autora defiende su trabajo y establece su autoridad como escritora y crítica literaria valiéndose de subterfugios que le permitan acceder a su interlocutor en términos aceptables desde su condición de mujer.

Cochabamba, 30 de marzo de 1914

Señor Claudio Peñaranda Sucre

Distinguido amigo:

Llegó por fin su juicio crítico sobre Íntimas, tan esperado. Al leerlo he acabado de convencerme de que tengo por lo menos el mérito de haber escrito sabiendo lo que escribía, cosa que no ocurre a todos los que ensayan ese género, el más difícil. Lo mismo que Ud. dice, poco más o menos, dije a un amigo de La Paz, al enviarle los originales para que los entregara a la imprenta: “Dudo que la concluya Ud. ni ningún hombre, sin dormirse. Es un cuentecito para mujeres, inspirado en confidencias de almas femeninas, tímidas y delicadas”.

Su opinión es también la de Canelas: Mis versos son mejores que mi novela; pero eso es muy natural. Una buena composición poética es fruto de un momento de inspiración; una novela es fruto de inspiración que debe sostenerse durante días, meses y hasta años. Por eso casi todas empiezan bien y son tan raras las que acaban bien. Por eso hay tantos poetas nacionales que han producido poesías irreprochables, entre tanto que no hay, según mi opinión, una sola novela nacional que merezca el nombre de tal.

Por lo que hace al argumento difiero de la opinión masculina, hoy general. Una novela completa y fuerte, como todas las del Flaubert, es “Un corazón sencillo”, la vida de una criada, fea y pobre de espíritu, que no conoció el amor y cuyos únicos grandes dolores fueron la ausencia de un sobrino y la muerte de una niñita de su ama. Lo que le falta a mi argumento no es pues la crudeza, sino el genio que reviste de interés las cosas más sencillas y vulgares.

Pero las dificultades de este género literario, se lo confieso, lejos de desanimarme, me encantan. Si tuviese tiempo para escribir, no escribiría más versos, ensayaría una nueva novela.

Me duele sinceramente no haber colaborado al número de gala del diario más simpático de la república. Su petición fue un poco tardía y me halló en días de desconcierto; ya se lo dije en carta anterior.

Le envío un nuevo artículo sobre moral. No sé aún si provocará nuevas iras, parece que no.

Con el afecto y la consideración de siempre, lo saluda su amiga y admiradora.

Adela Zamudio (Íntimas: 137-148).

Para el análisis de este texto resultan útiles las ideas plasmadas por Josefina Ludmer en su estudio de otra carta, la de la insigne Sor Juana Inés de la Cruz. En Las tretas del débil, Ludmer analiza los mecanismos usados por un sujeto enunciante que se encuentra en posición de subalternidad frente al receptor de su discurso, para afirmar su propia posición o subvertir las ideas dominantes. Una de estas “tretas” consiste en expresar explícitamente la aceptación del rol de subordinación y los límites del espacio asignado al sujeto subalterno enunciante y, “desde el lugar asignado y aceptado, cambiar no solo el sentido de ese lugar, sino el sentido mismo de lo que se instaura en él” (1984: 53).

En su carta, Zamudio se vale de esta “treta” para acceder al ámbito estrictamente masculino de la crítica literaria, al afirmar que Íntimas es: “un cuentecito para mujeres, inspirado en confidencias de almas femeninas, tímidas y delicadas”. Llama la atención el uso del diminutivo y la reducción del volumen del texto que en vez de novela aparece como “cuentecito”, connotando la idea de menor valor. Esto, unido a la alusión al alma femenina “tímida y delicada” que hace “confidencias”, produce el efecto de subsumir la obra dentro del género menor de la literatura femenina abocada a los asuntos del corazón. La declaración, de tono humilde y autoderogatorio, implica una aceptación del espacio asignado a la mujer intelectual por la ideología patriarcal burguesa: el mundo íntimo del sentimiento y la subjetividad, la esfera privada de la vida entendida como irrelevante en relación a la esfera pública en la que se construye la historia. Sin embargo, entendida como una “treta del débil”, esta declaración puede ser interpretada como una estrategia usada por la autora para apartarse de las convenciones dominantes de la literatura de su tiempo, creando un espacio propio para la voz femenina. Separada del espacio literario hegemónico, Zamudio enfatiza la originalidad de su perspectiva y la necesidad de utilizar criterios de valoración diferentes para la lectura de su obra, de aquellos utilizados para obras pertenecientes a la corriente dominante. La división de los ámbitos público y privado, que confiere a la mujer poder sobre el mundo íntimo de lo emotivo, es usada por Zamudio para crear un espacio de escritura propio, que infringe las normas dominantes, otorgándole la libertad necesaria para expresar sus ideas.

Una vez creado este espacio, Zamudio procede a conferirle un significado acorde a las características de su escritura. La autora empieza por afirmar que escribió sabiendo lo que escribía, enfatizando así su decisión consciente de transgredir las normas narrativas de la corriente literaria dominante, y pasa luego a defender su trabajo de la crítica que apunta a la irrelevancia del argumento y a la falta de crudeza y fuerza del mismo, que serían una consecuencia de su “feminidad”.

Amparada en la autoridad de uno de los más eximios representantes del realismo francés, Maurice Flaubert -una nueva “treta del débil” apuntada por Ludmer en el trabajo mencionado- Zamudio recupera la novelización de la vida cotidiana e insubstancial de un personaje oscuro como lo es la protagonista de la novela corta de este autor, Un corazón sencillo, para afirmar categóricamente que no hay tema intrascendente, que la concentración en lo privado y cotidiano no es privativa de la escritura de las mujeres, y que la creación de una buena novela depende del genio y del trabajo esforzado del autor y no del género sexual del mismo. Más aún, y contrastando con el tono humilde del primer párrafo, más adelante Zamudio afirma en tono contundente que en el país: “no hay, según mi opinión, una sola novela nacional que merezca el nombre de tal”, demoliendo así el argumento de una supuesta superioridad de la novela del realismo social frente a su propia producción, expresado por Peñaranda en su carta. Va más allá al sostener que: “las dificultades de este género literario, se lo confieso, lejos de desanimarme, me encantan. Si tuviese tiempo para escribir, no escribiría más versos, ensayaría una nueva novela”, expresando así su resistencia a permanecer en el espacio que se le asigna como mujer.

Con estas declaraciones, Zamudio afirma su superioridad como crítica de la literatura de su tiempo. Lo hace cuestionando la dicotomía público/privado, que está en la base de la visión crítica reduccionista de sus contemporáneos, para quienes solo el acontecer que se desarrolla en la esfera pública de la vida, reservada a la acción masculina, merece ser inscrito narrativamente, mientras que desdeñan como irrelevante el espacio privado en el que se desenvuelve la mujer.

A la luz de esta carta, se hace evidente que en Íntimas el “énfasis” en el ámbito privado de la vida en el que despliega su actividad la mujer, constituye también una “treta” a través de la cual la autora se propone el cuestionamiento y la redefinición de este espacio así como del espacio público que se le opone. Estructurada sobre la base de la diferencia sexual al presentar un narrador en la primera parte y una narradora en la segunda, la novela se aproxima a la esfera privada de la vida desde una perspectiva doble, revelando la complejidad de una domesticidad que no se ajusta a la construcción ideológica patriarcal que la idealiza como ámbito separado e incontaminado, gobernado por el sentimiento y la abnegación de la mujer-ángel.

El mundo íntimo representado en la novela se caracteriza más bien como un espacio conflictivo, en el que se tejen y destejen los hilos del entramado social público; se pone en evidencia las falencias de instituciones clave para la sociedad como la familia y la Iglesia; los mecanismos de incorporación y exclusión de sectores sociales como las mujeres o los indígenas; las alianzas que hacen posible el predominio social de una clase, y la violencia que la ideología hegemónica intenta encubrir para favorecer una aparente “armonía” que permita la existencia de la ficción de la nación, ficción que sus colegas masculinos se empeñan en reproducir. En este contexto, la originalidad de la novela de Zamudio en relación a la narrativa del realismo social consiste en la decisión de la autora de abordar los candentes temas sociales de su tiempo desde una perspectiva diferente, teniendo como espacio de enunciación el ámbito privado, redefinido en los términos antes mencionados.

No obstante su alienación de la institución de la crítica literaria de país, Adela Zamudio despliega su imaginación para dar cauce a sus reflexiones sobre la literatura de su tiempo y exponer su propio programa de escritura. Sea a través de la creación de un personaje femenino que funciona como su álter ego en la novela corta El capricho del canónigo, o por medio de un discurso dialógico en el que la voz femenina cuestiona y disloca la representación de la voz masculina, en su novela Íntimas, o valiéndose de “tretas” que le permitan expresar sus opiniones desde su posición de subordinación, en su correspondencia privada, Zamudio participa activamente del debate intelectual de su tiempo, abriendo un espacio para la voz femenina a pesar de las restricciones que le impone su sociedad. Su aporte crítico refleja la claridad de ideas de una intelectual comprometida con la realidad social de su país y la causa de igualdad de la mujer, y la hace merecedora del lugar que la consagra como fundadora de las letras femeninas bolivianas, y como precursora del feminismo latinoamericano.

Te invitamos a leer la PRIMERA PARTE de este aporte de Elva Echenique en: https://dev.guardiana.com.bo/culturas/adela-zamudio-y-la-critica-literaria-en-su-tiempo/

*Mara Elva Echenique es catedrática de Español y Estudios Latinoamericanos en la University of Portland, en Oregón (EE.UU.). Su investigación se concentra en el trabajo de escritoras latinoamericanas, en particular bolivianas. Ha publicado artículos sobre la obra de Adela Zamudio, Maria Virginia Estenssoro, Yolanda Bedregal y Domitila Barrios.

*Esta publicación ha sido copiada del libro “Retomando la palabra: Las pioneras del XIX en diálogo con la crítica contemporánea”, de Claire Emilie Martin y Nelly Goswitz. Guardiana solicitó autorización para esta publicación.

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La contribución de Adela Zamudio a la crítica literaria de Bolivia (I Parte) https://dev.guardiana.com.bo/innova/adela-zamudio-y-la-critica-literaria-en-su-tiempo/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=adela-zamudio-y-la-critica-literaria-en-su-tiempo https://dev.guardiana.com.bo/innova/adela-zamudio-y-la-critica-literaria-en-su-tiempo/#respond Fri, 11 Oct 2019 09:00:44 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=5979 La escritora participó activamente en los debates literarios que preocupaban a sus contemporáneos masculinos, utilizando subterfugios que le permitieran expresar sus opiniones por cauces aceptables desde su condición de mujer. Criticó en su momento el carácter misógino de la literatura modernista.

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Por María Elva Echenique* (Desde Estados Unidos)

Hablar de la marginalidad de la mujer en relación a la institución literaria boliviana implica referirse a la historia de sistemático confinamiento de la obra creativa escrita por mujeres al “olvidadero”, por una crítica eminentemente masculina que “apenas soporta el peso de las letras femeninas si no están inscritas en lo que se espera de ellas, que casi siempre reside en que se queden en el lugar otorgado por ellos. ¿Quiénes?, ellos” (Wiethuchter 2003: 129). Me parece pertinente abrir esta discusión sobre la contribución de Adela Zamudio a la crítica literaria de Bolivia con el comentario de una de las pocas intelectuales bolivianas que ha logrado abrirse paso en el terreno de la crítica literaria, con un trabajo magistral –tanto por su envergadura como por la originalidad de su perspectiva– sobre la historia de la literatura en el país. El reconocimiento de Wiethuchter  del arbitrario predominio masculino en el campo de la crítica literaria, expresado un siglo después de la época en que escribía Zamudio, no hace sino reforzar el fuerte sentido de alienación frente al espacio literario que se manifiesta en la obra de las escritoras bolivianas y, en el caso que nos ocupa, en el trabajo de Adela Zamudio (1854-1928), quien, como prominente intelectual de su época, participó activamente en los debates literarios que preocupaban a sus contemporáneos masculinos, utilizando subterfugios que le permitieran expresar sus opiniones por cauces aceptables desde su condición de mujer.

Consciente de las limitaciones que su género le imponía y, por tanto, de su posición de “sombra” o “personaje no oficialmente invitado a participar en el oficio de las letras”, en palabras de Lucía Guerra-Cunningham, Zamudio, al igual que muchas de sus contemporáneas, se vio obligada a recurrir a una serie de artificios que le permitieran expresar sus opiniones.No es sorprendente que a pesar de su abundancia, la obra periodística de la autora eluda el tema de la crítica literaria. Aislada del espacio literario y privada, por lo tanto, de la oportunidad de expresar sus opiniones de una manera directa, Zamudio volcó sus reflexiones sobre la literatura de su tiempo en su ficción y en su correspondencia privada. En la narrativa de Zamudio son varias las instancias en que, amparada detrás de la máscara de un personaje ficticio, la autora ensaya sus opiniones sobre la producción literaria de su época. En sus cartas personales se encuentran también certeros juicios sobre la misma, esbozados en el estilo respetuoso y humilde, debido a sus eminentes interlocutores masculinos.

Este ensayo se propone explicar el aporte crítico de Zamudio dentro del contexto de su marginalidad con respecto a la institución de la crítica literaria boliviana. Lo iniciamos con un análisis de la posición de Zamudio frente al Modernismo, formulada en su novela corta El capricho del canónigo, en la cual Zamudio elabora una aguda crítica de la estética modernista, expresando su abierto rechazo de la misma. Esta opinión contrasta con la apreciación que hacen de su obra poética los constructores del canon literario boliviano, empeñados en la correspondencia que mantuvo Zamudio con importantes críticos literarios de su tiempo con motivo de la publicación de su única novela, Íntimas (1913), correspondencia a través de la cual la autora se ve obligada a justificar la originalidad de su trabajo ante la dureza de los comentarios críticos de los primeros lectores de su novela. En esas misivas privadas, Zamudio expresa también sugerentes juicios sobre el género novelístico y la producción de sus colegas masculinos.

Adela Zamudio y la crítica del modernismo

Contemporánea de Rubén Darío (1867-1916) y del boliviano Ricardo Jaimes Freyre (1868-1933), Adela Zamudio desarrolló su labor literaria durante el amplio periodo asociado con el Modernismo latinoamericano (1880-1920). Su trabajo, sin embargo, se destaca por su originalidad y distanciamiento de la estética modernista, que ignoró en su poesía y rechazó abiertamente en una de sus novelas cortas, El capricho del canónigo, en la que hace mofa del exceso preciosista y de los postulados misóginos de este movimiento. No obstante y a pesar de la explícita animadversión de Zamudio frente a esta corriente literaria, patente en su trabajo y anotada por críticos como Augusto Guzmán en su biografía de la autora, existen varios estudios que se empeñan en situar la obra de Adela Zamudio dentro del contexto de la estética modernista. Estos lo hacen recuperando aspectos parciales de la obra de la autora, refiriéndose a su vida en la que se destacó como mujer de ideas liberales y progresistas o, en el peor de los casos, por simple desconocimiento de la obra de Zamudio, que ha sido tradicionalmente exaltada, pero solo desde hace poco estudiada con más profundidad.

En “Poética de la Resistencia en Adela Zamudio” (2003), Tina Escaja explica la valoración errónea que se hace del trabajo de la autora boliviana como consecuencia del criterio estrecho usado por una crítica masculinista que ensalzó a las escritoras como “musas”, las elogió por sus presuntas cualidades de “virilidad y hombría” o formuló comentarios simplistas que delatan un estudio superficial de su trabajo.

Escaja anota acertadamente que este enfoque reductor fue utilizado hasta por críticos de la talla de Enrique Anderson Imbert, quien, en su Historia de la Literatura Hispanoamericana, ubica a Zamudio dentro de la primera generación modernista, sintetizando la producción de la autora en dos palabras: “rebelde y sincera”, mientras que el poeta Gregorio Reynolds “asimila a Zamudio a un modernismo que nunca ejerció” en sus versos de homenaje compuestos con motivo de la coronación de la autora. Por otra parte, Óscar Rivera-Rodas inscribe a Zamudio dentro de la generación de precursores del Modernismo, aludiendo a la temática común de los autores premodernistas, cuyas obras manifiestan “la desavenencia del ‘yo’ poético con el mundo” (característica que bien puede atribuirse también a la poesía romántica).

Contemporánea de Rubén Darío (1867-1916) y del boliviano Ricardo Jaimes Freyre (1868-1933), Adela Zamudio desarrolló su labor literaria durante el amplio periodo asociado con el Modernismo latinoamericano (1880-1920). Su trabajo, sin embargo, se destaca por su originalidad y distanciamiento de la estética modernista, que ignoró en su poesía y rechazó abiertamente en una de sus novelas cortas

La forzada asimilación de Zamudio al movimiento modernista refleja la escasa y fragmentaria atención que prestó la crítica a la obra de la autora y por espacio de casi un siglo. Ensalzada por sus contemporáneos masculinos como poeta modernista, irónicamente, fue esta obligada inscripción la que le otorgó un puesto dentro del canon de la literatura boliviana. Por otra parte, la crítica negativa con la que fueron recibidas sus obras narrativas por estos mismos intelectuales fue determinante para relegar a la sombra ese aspecto de la producción de Zamudio, a la que dedicó los años de madurez de su vida.

Recientemente, el interés por la producción literaria de las mujeres latinoamericanas ha redundado en estudios serios sobre la obra de Zamudio, en particular desde una perspectiva de género, por su temática comprometida con la reivindicación de la mujer tanto en el ámbito social como artístico. El cuestionamiento de la autoridad patriarcal que Zamudio esboza en su escritura le ha merecido reconocimiento como una de las precursoras del feminismo latinoamericano. En esa línea, el estudio de Tina Escaja antes mencionado, inscribe la poesía de Zamudio dentro de la vertiente de una escritura de mujer que resiste la estética modernista, apelando a un “proyecto de autenticidad tanto personal como estético que desarticulará la visión estereotipada que de la mujer proyectaba el canon socioliterario” (234).

Este acertado juicio se ve reforzado por un minucioso análisis de la poesía de Zamudio que muestra el compromiso de la autora con la realidad de su tiempo y su vocación feminista de defensa y reivindicación del espacio de la mujer, así como su intención de crítica moral. El trabajo de Escaja destaca la necesidad de la escritora latinoamericana de fin de siglo de desvincularse de los postulados estéticos del movimiento modernista “que descalifica a la mujer como autora al tiempo que la ensalza como objeto mediador de la experiencia lírica mononopolizada por el hombre” (142).

En su novela corta El capricho del canónigo, Zamudio toma el camino del rechazo explícito del Modernismo al exponer sin ambages el carácter misógino de la escritura modernista practicada por sus contemporáneos masculinos. La obra forma parte de un volumen de relatos recopilados bajo el título de Novelas cortas (1996). Escritas durante el primer lustro del siglo XX, estas narraciones representan episodios anecdóticos de la sociedad cochabambina en un estilo sencillo que, en algunos casos, apela al humor y la ironía y, en otros, al dramatismo. Tradicionalmente menospreciados como relatos triviales de costumbres de tono moralizador, de calidad inferior a la de su poesía, estos cuentos no recibieron atención seria de la crítica hasta hace poco.

Un ejemplo es el estudio sobre Zamudio de Dora Cajías, quien afirma: “casi toda su narrativa se caracteriza por el tono moralista y aleccionador de historias con poco ingenio e incluso cursis, posiblemente reflejo de su época y medio, por un lado y producto, por el otro, de una educación y formación sin excelencia como era la que recibían las mujeres de su tiempo (1996: 38). Esta opinión contrasta con la expresada por Willy Muñoz, quien en su publicación de 2007 Cuentistas bolivianos: la otra tradición literaria, estudia la narrativa corta de Zamudio en profundidad, reivindicando el valor estético y social de la misma.

El estudio de Muñoz contribuye así a la comprensión de las preocupaciones que motivaron la escritura y el trabajo de Zamudio durante su vida: su anhelo de autenticidad y su rechazo a cualquier convención, artificiosidad o máscara; su resistencia a la irracionalidad del sistema patriarcal imperante en su tiempo; su compromiso con la realidad política y social de Bolivia.

Willy Muñoz es uno de los que ayuda a comprender la narrativa de Adela Zamudio.

El argumento de El capricho canónigo describe cómicamente los esfuerzos del canónigo Hermosa, poderoso protector de su sobrina soltera, para casarla con un hombre que complete dignamente el nombre que él mismo le ha dado al nacer: Zoila Ninfa Hermosa, escogiendo a los pretendientes con la sola consideración de la consonancia de su apellido con el nombre de la novia. De tal manera que el canónigo está dispuesto a aceptar como pretendientes al señor Valle o al señor Prado, y se encuentra dichoso cuando al final del relato, la joven sobrina le presenta al elegido de su corazón, el señor La Fuente, quien es sin duda el candidato ideal.

El estilo liviano y tema aparentemente trivial de la novela se ajustan al propósito lúdico de la autora, quien despliega su habilidad narrativa introduciendo el humor en este absurdo juego de los nombres que sirve como vehículo a su aguda crítica de la corriente modernista.

En el relato, las palabras, independizadas de su referente, se convierten en el objeto de deseo de los personajes masculinos –los poetas modernistas – que crean con ellas situaciones y mundos inexistentes, alienándose así de la realidad. Zoila, la mujer real, no existe en la mente de su caprichoso tío, para quien lo único que importa es el nombre que él ha escogido para ella y su preocupación por encontrar el apellido que complete adecuadamente ese nombre, independientemente de quién sea el que lo porte. Zoila, la mujer real, tampoco existe a los ojos de su prometido Darío Valle, poeta modernista que teniéndola como musa inspiradora, escribe una novela en la que construye una heroína irreal, personaje fantástico y hasta diabólico inspirado en la estética decandentista, que le vale el repudio de la joven, quien, indignada al verse representada como una “criatura inconsciente, fatalmente inclinada al mal y que, a pesar de todos los esfuerzos del hombre, acaba por arrojarse al fango”, rechaza las pretensiones amorosas del escritor.

Mientras los personajes masculinos del relato son descritos como seres caprichosos que viven absortos en un mundo imaginario ajeno a la realidad que los circunda y cuyo primordial anhelo es el de satisfacer su propia vanidad, los personajes femeninos de la novela: Zoila, la joven protagonista y su madre, son sujetos activos, capaces de distinguir entre la realidad y la fantasía, y de usar su inteligencia e imaginación para lograr sus propósitos.

A primera vista, Zoila aparece como una joven vulnerable y dependiente, sin armas para enfrentarse a los caprichos de su protector, quien posee todo el poder para decidir su destino. Sin embargo, muy pronto en el relato, Zoila asume un rol activo, primero como lectora y crítica de los escritos modernistas de su pretendiente –y en esa función como álter ego de la autora – y después como forjadora de su propio destino al urdir un plan para casarse con el hombre de su elección, convenciendo a este de que cambie su apellido para satisfacer el capricho de su tío.

Hábilmente construido, el relato introduce a un personaje masculino más: Rubén, un joven con aspiraciones de poeta que se esfuerza por adoptar el estilo modernista de la prosa de su amigo Darío, joven de la élite cochabambina, que acaba de llegar a la ciudad con las últimas novedades literarias del extranjero.

Los dos amigos compiten por el amor de Zoila, y la joven es la musa que inspira las composiciones de estilo modernista que ellos componen y que se intercalan en el relato. La estructura narrativa de la novela está constituida por breves anotaciones de tono confidencial que plasma Rubén en un diario íntimo y a través de las cuales se revela el argumento al lector. La obvia alusión al fundador del modernismo en la conjunción de los nombres de los amigos permite focalizar la crítica de Zamudio en la vertiente modernista inspirada por este autor. En su relación de mentor y discípulo, Darío y Rubén discuten la poética modernista y es a través de este diálogo cómo la autora ejercita una definición de esta estética y expresa su rechazo a la misma:

Poco a poco voy comprendiendo las tendencias de esta escuela llamada, entre otros fines, a desempolvar las nueve décimas partes de los vocablos castellanos, que yacen ignorados en los rincones del diccionario, a sacudirlos, volverlos del revés y lanzarlos, flamantes, a la circulación. Lo que es el procedimiento, no me parece difícil. Lo que importa es odiar el servilismo literario, romper los moldes antiguos y desbordarse en exuberante originalidad, cuidando al mismo tiempo de que todos los torsos sean escultóricos, todas las rosas pálidas, todas las blancuras impecables, todas las selvas lujuriantes. (El diablo me lleve si todos los decadentes no son tontos de capirote) (119-120).

La crítica de Zamudio se centra en el énfasis puesto por los modernistas en el trabajo sobre el lenguaje, su exceso preciosista, la forma a expensas del fondo, evaluación que acentúa el rasgo de alienación de la realidad que caracteriza a los personajes masculinos del relato. Más aún, el paréntesis al final de la cita sugiere una pausa en la que la voz burlona del narrador se dirige directamente al lector con un juicio devaluatorio que expresa su franco rechazo de esta poética. Es también a través de la interacción de los dos jóvenes cómo Zamudio expone su visión de la posición que ocupa la mujer como objeto de representación del modernismo. Al intuir que su amigo está enamorado, Darío comenta:

Tú estás enamorado, no me lo niegues. ¡Ay de ti si has caído en las redes de una mujer! ¡Ay de ti si tu frágil barquichuelo ha caído en la atracción de la vorágine! Pronto se estrellará contra la sirte encantada en que la traidora sirena entona sus lamentos de cocodrilo. La mujer es un obstáculo en el camino de la celebridad; es cobardía en la lucha, turbación en el sosiego es…(121).

Puesto en boca de Darío, este discurso revela cómicamente los rasgos de irrealidad y fantasía con los que la mujer es representada por los poetas modernistas, y resalta el hecho de que esta representación no se limita a su literatura, sino que se extiende a la percepción de la mujer real, justificando así la indignación y rechazo de Zoila.

Si el juego de nombres es el recurso principal usado por Zamudio para desarrollar su crítica del carácter misógino de la literatura modernista, es posible conjeturar sobre el carácter lúdico del título del relato: El capricho del canónigo. En el contexto de la obra de la autora en el que la crítica de la institución de la lglesia Católica es un tema recurrente, esta frase podría interpretarse como una alusión a la arbitrariedad del poder eclesiástico o del poder patriarcal en general. Sin embargo, desde una perspectiva interna del relato, parece más interesante relacionar la palabra canónigo con canon, y al canónigo con un poeta modernista cuya creación se manifiesta en el personaje femenino Zoila Ninfa Hermosa de la Fuente, nombre que refleja el lugar que ocupa la mujer como objeto de representación de la escritura modernista. El canónigo podría ser entonces el artífice de un canon literario excluyente, en el que la mujer tiene espacio solo como objeto de representación, como musa, y no como sujeto. Zoila, la protagonista del relato y álter ego de la autora, se erige como sujeto desafiando a sus “autores”, engañando al uno y rechazando al otro, destacando así su autonomía frente a esta representación.

(Aquí no termina este artículo, busque la Segunda Parte en Guardiana con el título Zamudio y el debate cultural en torno a la novela nacional. Aquí te pasamos el link: https://dev.guardiana.com.bo/culturas/adela-zamudio-y-el-debate-cultural-en-torno-a-la-novela-nacional/ ).

*María Elva Echenique es catedrática de Español y Estudios Latinoamericanos en la University of Portland, en Oregón (EE.UU). Su investigación se concentra en el trabajo de escritoras latinoamericanas, en particular bolivianas. Ha publicado artículos sobre la obra de Adela Zamudio, Maria Virginia Estenssoro, Yolanda Bedregal y Domitila Barrios.

*Este material ha sido copiado del libro “Retomando la palabra: Las pioneras del XIX en diálogo con la crítica contemporánea”, de Claire Emilie Martin y Nelly Goswitz. Guardiana solicitó autorización para esta publicación.

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Tres poemas ganadores del joven escritor Ignacio Vera en #ComunidadGuardiana https://dev.guardiana.com.bo/innova/tres-poemas-ganadores-del-joven-escritor-ignacio-vera-para-comunidadguardiana/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=tres-poemas-ganadores-del-joven-escritor-ignacio-vera-para-comunidadguardiana https://dev.guardiana.com.bo/innova/tres-poemas-ganadores-del-joven-escritor-ignacio-vera-para-comunidadguardiana/#respond Fri, 04 Oct 2019 09:20:09 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=5808 Ignacio Vera de Rada ha mandado a Guardiana los tres poemas con los que fue en junio de este año uno de los ganadores del concurso La Nueva Generación de Escritores del Libro de Autor de España. Se trata de una publicación anual hecha en Madrid con los mejores relatos breves y poemas que suelen mandar escritores jóvenes de países en los que se habla español y portugués para un concurso literario en el que cada año se reciben muchos trabajos. Una vez impreso el material es distribuido a librerías de países de Europa, pero también de América Latina.

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Ignacio Vera de Rada ha mandado a Guardiana los tres poemas con los que fue en junio de este año uno de los ganadores del concurso La Nueva Generación de Escritores del Libro de Autor de España. Se trata de una publicación anual hecha en Madrid con los mejores relatos breves y poemas que suelen mandar escritores jóvenes de países en los que se habla español y portugués para un concurso literario en el que cada año se reciben muchos trabajos. Una vez impreso el material es distribuido a librerías de países de Europa, pero también de América Latina.

En septiembre de 2019, el joven escritor paceño también presentó en La Paz su libro titulado Praxíteles en Olympia. Se trata de su cuarto trabajo literario, editado por Plural. En él, el autor cuenta la historia del escultor griego Praxíteles. El prólogo y los posteriores comentarios al libro durante la presentación del mismo estuvieron a cargo del escritor Mariano Baptista Gumucio.

I

Tiene el nombre de las vírgenes

Del cielo

Y los ojos de las mujeres

De Turquía.

Amarillos como la arena de su estirpe.

Verdes como la selva donde la vi.

Sus pestañas son encrespadas

De naturaleza,

Y sus manos como de cristal.

María vive en Madrid,

Pero cruzó el Atlántico

Y se encontró con un poeta

Que hizo de las selvas una imagen de Madrid.

II

En su rostro no había ni una gota de pintura.

La naturaleza la dotó

De la luminosidad de las mujeres bellas

Del Oriente Medio.

Su rostro era mitad felicidad,

Un cuarto de tristeza

Y un cuarto de secreto.

Sus ojos eran poesía,

Más que sus versos,

Más que sus lecturas.

Cuando la tuve frente a mí,

Era un alma hecha de carne y lágrimas.

Cuando toqué la marca de su brazo

Sus ojos se inundaron

Del líquido de la melancolía.

«En aquel río

Siempre se distingue

A las mujeres nobles», le dije.

Sonrió y puse mi dedo en la piel

De sus manos de cristal.

Duda…

Duda de que son de fuego las estrellas.

Duda de la inmensidad del mar y de la pureza del aire de los campos.

Duda de la gravedad que nos tiene con los pies sobre la tierra.

Duda de que la luz es claridad y las sombras oscuridad.

Duda de la existencia de las plantas, los planetas, la lluvia, el viento y el sol.

No creas en todo lo que ven tus ojos, mas solo en lo que tu alma siente.

Duda de la inmensidad del universo y sé escéptica de lo que te digan las constelaciones de astros que nos dan su luz.

Duda de los números y las profecías, de las estrellas y los zodiacos.

Pero nunca dudes de mi amor, jamás dudes del amor que siento hasta en lo más hondo de mi alma por la tuya, y que terminará solo cuando todo haya terminado en este mundo.

Amor en el Montículo

Las luces de la ciudad

En la tierra

Se encendían como las estrellas

En el cielo.

Como si el cielo hubiese bajado

A nuestros pies,

Para sostener al poeta

Y su diosa coronada.

Las montañas acunaban a la tarde.

La tierra pendía de aquel cielo,

Pero era como si el cielo

Hubiese colgado de las montañas.

El monte nevado los veía,

Ocultándose en la melancolía

Del atardecer de otoño.

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La poesía ya late en el 9° Foro de Escritores Bolivianos en el Centro Simón I. Patiño https://dev.guardiana.com.bo/innova/la-poetica-vertiente-de-nuestra-realidad/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=la-poetica-vertiente-de-nuestra-realidad https://dev.guardiana.com.bo/innova/la-poetica-vertiente-de-nuestra-realidad/#respond Thu, 18 Jul 2019 17:20:22 +0000 https://dev.guardiana.com.bo/?post_type=culturas&p=4776 Las jornadas empezaron con la poetisa Vilma Tapia, quien habló sobre la poesía de Humberto Quino y el escritor Gabriel Chávez que se refirió a la poética de Eduardo Mitre. Este viernes estará presente Matilde Casazola. Y habrá mucho más...

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Por Valeria Vega, Cochabamba (Bolivia)

Este miércoles inició el 9º Foro de Escritores Bolivianos “Poéticas Bolivianas” en el Centro Pedagógico Cultural Simón I. Patiño de la ciudad de Cochabamba (Bolivia), con la participación de Vilma Tapia y Gabriel Chávez. El encuentro continuará hoy a las 19:00 en el salón principal con las conferencias de Mónica Velásquez, Juan Cristobal Mac Lean y Rodolfo Ortiz.

Entender los caminos que ha seguido la poesía y definir la propia es tan complejo como leer la poesía de cada poeta desde diferentes lentes. Vilma Tapia hace un análisis sobre la “Poética del Despojo” de Humberto Quino Márquez y Gabriel Chávez analiza y encuentra una “Poética de las Simples Cosas” en la obra de Eduardo Mitre.

(Foto: Poesía Medellín)
Vilma Tapia sobre Quino

Paceña, nacida en 1960, Vilma Tapia Anaya es una poetisa que estudió Ciencias de la Educación en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba y se especializó en Educación Popular y Salud Mental Comunitaria. Tiene también estudios en Teoría de los Sistemas y Autopoiesis. Su obra está considerada en varias antologías de la poesía iberoamericana y puede ser leída en alemán, francés, inglés, italiano y rumano.

Durante la primera jornada del foro, la autora compartió la “Poética del Despojo” que identifica como propia del poeta Humberto Quino Márquez a tiempo de mencionar que “adentrarse en una obra poética mayor es un acontecimiento imprevisible como un viaje podría serlo” como es la del poeta orureño. Tapia compartió varios versos del poeta que muestran esa vertiente personal de Quino que convierte a la realidad en un poema desde la crudeza y el cinismo en el baile de lo cotidiano y el “Despojo de sí mismo”.

La autora resaltó “la lucidez elocuente del primer Quino”, haciendo referencia a la claridad de su propuesta y la solidez interrogadora subversiva y precisa” de su ética y estética. La autora citó el siguiente verso de un poema del libro Coitus Ergo Sum: “alguien danza en nuestras melancólicas cabezas”.

Estos signos de poética propia de Quino son “signos que en esta poética marcan la experiencia del vivir…  Abandono, derrota, lamento de la tarde, agreste viento,  ira , rabia, sucio amor…”. Es el entender que -como menciona el título de un poema mencionado por la expositora- “Somos bienaventurados masticando un cacahuate”. En lo etéreo de la bienaventuranza y lo intrascendente y parco de masticar un Cacahuate.

Poema extraido de “Ópera Parca. Antología personal” de Humberto Quino

Existen “momentos muy altos y muy bellos de esta poética, se preguntan por el cuerpo”, dice Vilma Tapia. Esa belleza cruda del cuerpo por ejemplo es la que interpela el poema “Celebración de un infante”. Es el recuerdo latente de infancia y el reconocimiento y aceptación del cuerpo. En esa obra particular de Quino, dice Tapia: “El cuerpo vibra en la posibilidad de estar vivo, en la posibilidad  de estar ahí… sin embargo, se rompe”.

Extracto de “Celebración de un Infante” del libro
“Opera Parca. Antología personal” de Humberto Quino

Y Quino también dijo en su momento lo que pensaba sobre la poesía y fue recuperado por Jessica Freudenthal Ovando: “Todo poema tiene fugas: distorsiones, resonancias, cenizas de un fuego inmemorial, un flujo esquizoide, un querer atrapar un cuerpo sin órganos, sin dejar de estar encerrado en una atmósfera, que marca su pluralidad y su contingencia. Todo poema implica una traición, desde el momento en que no se subordina a una totalidad: la afirmación de una parte niega la forma del sujeto como una totalidad y la relación consigo mismo se hace desgarradora, conflictiva, suicida a veces.  Todo poema, cercenado en su raíz, pretende restaurar esa unidad primordial”.

Entre su producción se puede encontrar: “Escritura fallida”, “Delirio de un fauno en la avenida Buenos Aires a las 12 & 45”, “Balada para mi coronel Claribel y otros huevos”, “Manual de esclavos”, “Mudanza de oficio”, “Fosa común”, “Tratado sobre la superstición de los mortales”, “Crítica de la pasión pura”, “Diccionario herético” y “Álbum de la nueva poesía chilena”.

Una poética enfrentada es la que el segundo conferencista, Gabriel Chávez Cazasola, ha podido encontrar en el poeta mayor Eduardo Mitre.

(Foto: Luz Cultural Blog)
Gabriel Chávez sobre Eduardo Mitre

Nacido en Sucre el año 1972, Gabriel es poeta y periodista. Su obra ha sido publicada en 12 países y puede ser leída en español, inglés, francés, italiano, portugués, griego, rumano, ruso, chino, catalán y lenguaje braile. Su obra es reconocida en varias antologías. Actualmente el poeta es editor de la revista literaria “El Ansia”, docente en el programa de escritura creativa de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA) y dirige el taller de poesía “Llamarada Verde”.

La “Poética de las Simples Cosas” es lo que -según Chávez- hace a la obra de Mitre. El autor considera que  Eduardo Mitre es de esos autores que han logrado crear no solo obras, libros o antologías, sino que “ha sido creador de un universo poético, un mundo con su poesía”.  Y es esa quizás la razón por la cual “Maravilla y memoria” sea el título, su intervención.

“Las mirabilias -vocablo en latín- eran historias que rescataban el carácter fabuloso de las ciudades”, explicó Chávez y así en 1943, en Oruro, Mitre nos comparte su visión a través de lo maravilloso en su cuarto libro que lleva ‘Mirabilia’ por nombre”.

Esa lectura del mundo simple que maravilla y ese disfrute en el nombramiento de esas “Mirabilias”… Chávez rescata un comentario de Julio Cortázar sobre la obra de Mitre “Ferviente Humo”(1976), que puede ayudar a la comprensión de la poética en sí misma: “No es frecuente un libro en el que cada poema constituye una entidad, algo así como una estrella que luego con los otros poemas dará la constelación total del poeta”.

Un día Guillermo Augusto Ruiz le preguntó a Mitre lo siguiente: “Tu poética presenta ciertas afinidades con la del francés Yves Bonnefoy, en la medida en que ambas hacen del acercamiento a la realidad no solo un objetivo, sino una problemática fundadora. Bonnefoy, al hablar de esta empresa, afirma que es “inacabable” (l’inachevable). ¿Crees, como él, que resulta imposible acercarse a lo real a través de la palabra? ¿Es este tipo de poesía la crónica de un fracaso anunciado?”. Eduardo Mitre respondió: ” Cada poema sería una ventana abierta al mundo –exterior e interior–. En consecuencia, mucho depende de la mirada que mira a través de ella. Desde luego, la realidad permanece indecible en su totalidad, solo podemos avizorarla y, sobre todo expresarla, parcialmente. En cuanto al carácter inacabable que, según Bonnefoy, tiene la empresa poética, depende del sentido que demos al término que él utiliza. La obra, en efecto, es inacabable, porque, por una parte, no apresa, por más que se proponga, toda la realidad, pues, al margen de los límites del lenguaje, esta se halla en perpetua gestación o cambio. Además, toda obra tiene un carácter inacabado, porque es susceptible de perfeccionamiento –aunque hay tantas obras de una plenitud tal que no me las imagino de otra forma”.

POEMA ZONA DE EMBARQUE DE MITRE


Se angosta el paisaje

al filo de los pasos.

Huele a paraje

el amplio espacio.

Se pisa una calzada

de luces y sombras

donde duda la mirada

y tropieza la memoria.

Es la zona de embarque

en el aeropuerto del tiempo.

Cada cuerpo es el pasajero,

la nave y el equipaje.

Y aguardábamos las señales,

inquietos, sin saber

si llamarán para emprender

o cancelar el viaje.

Entre la obra de Mitre se pueden mencionar los libros de poesía: “Morada”, “Mirabilia”, “Desde tu cuerpo”, “Razón ardiente”, “Ferviente humo”, “Elegía a una muchacha” y “Líneas de otoño”. Como ensayista ha escrito “Huidobro, hambre de espacio y sed de cielo” y la antología “El árbol y la piedra: poetas contemporáneos de Bolivia”.

Es así que ambas poéticas, la del despojo y la de la simpleza, convergen en “lo ético y lo estético”, que menciona Vilma Tapia y el “leerse a sí mismo” que propone Gabriel Chávez.

A continuación, ambos conferencistas definen la poética de sus obras y hablan sobre esta convergencia en las obras mayores de Quino y Mitre.

Vilma Tapia

Gabriel Chávez

Encontramos a Matilde Casazola y no pudimos evitar pedirle que nos explique qué hace a Matilde… Matilde, ¿cómo podemos comprender su poética?

Matilde Casazola

"Poéticas Bolivianas"
foto: Página Siete

El resto del programa

La poetisa y compositora desde sus 11 años, Matilde Casazola Mendoza (Sucre, 1943) estará presente este viernes 19 en la Gala Poética que forma parte del programa de este 9° foro, actividad en la que participarán también otros grandes poetas como Edgar Ávila Echazú, Julio Barriga, Gary Daher Canedo, Blanca Garnica, Humberto Quino, Antonio Terán Cabero, Coco Manto que será leído por su hijo Pablo Mansilla y Nicómedes Suárez que será leído por su representante Juan Murillo. 

Además, en el marco de este Foro, el día 20 de julio puedes asistir a la 5ª Feria del Autor Boliviano en los Jardines del Centro Simón I. Patiño. Si eres amante de la poesía, la feria es una oportunidad imperdible para conocer escritores, conversar con ellos y por qué no, descubrir novedades. La feria contará con más de 50 participantes. Los jardines del centro te estarán esperando desde de 9:30 am hasta las 17:00 pm y, al igual que las otras actividades del foro, el ingreso es totalmente gratuito.

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