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EL TECHO DE CRISTAL EN EL PERIODISMO BOLIVIANO

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Texto de Sandra Villegas Taborga e ilustración de portada de Javier Menchaca para Guardiana (Bolivia)

Existe desigualdad de género hacia las mujeres periodistas en Bolivia. Hay mujeres que trabajan en medios y son víctimas de violencia laboral, violencia psicológica, violencia física, violencia sexual y violencia digital (todas, excepto la última, tipificadas en el artículo séptimo de la Ley 348).

Y, en general, las condiciones laborales en las que desarrollan su trabajo las y los periodistas están marcadas en Bolivia por la inestabilidad laboral; la excesiva cantidad de horas trabajadas con una recarga en el número de funciones a cumplir; el bajo monto salarial percibido; el hecho de que más de la mitad no cuenta con un seguro de salud. ¿Y cuántas de estas personas aportan para su jubilación?

Esas son algunas de las conclusiones del estudio “Condiciones laborales de las mujeres periodistas en Bolivia 2020-2022”, realizado entre febrero y octubre de 2023 por el Instituto de Investigación, Posgrado e Interacción Social en Comunicación (Ipicom) de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).

Desde la perspectiva de los estudios de género, el término “techo de cristal” se refiere a los obstáculos basados en sesgos de género que impiden o dificultan que las mujeres accedan a altos puestos de decisión y/o dirección en las empresas. Estos obstáculos representan una forma de discriminación contra las mujeres en el ámbito laboral que también afectan a las mujeres periodistas en particular y a las trabajadoras de los medios de información en general.

La investigación del Ipicom aplicó una encuesta a 120 periodistas (respondieron a la misma 88 mujeres y 32 varones) en todo el país. También hizo 11 entrevistas y cuatro grupos focales con mujeres periodistas. En el siguiente cuadro se podrán encontrar los resultados más importantes.

La investigación constató que se discrimina y excluye a las mujeres periodistas incluso antes de empezar a trabajar a través de políticas de contratación y requisitos. Les preguntan por su estado civil, si tienen hijos/hijas o sus pretensiones de embarazarse con el argumento de que necesitan personal totalmente dedicado al trabajo.

Hay quienes aseguran que les pagan menos que antes y, por otro, siguen trabajando más de las ocho horas fijadas por ley. El 66% de las mujeres periodistas trabajan de 8 a más de 11 horas diariamente y el 68% de los varones tiene ese mismo ritmo las 24 horas del día, los siete días de la semana.

¿Y qué pasa con la capacitación? El estudio indica: "..un 48% de las mujeres periodistas recibieron (6%) y reciben (42%) apoyo para capacitarse. El 22% prefiere (19%) o prefirió (3%) no capacitarse ante la falta de apoyo y el 10% afirmó que su medio le negó (2%) tiempo o flexibilidad en el trabajo y expresó que ese permiso les ha sido negado (8%). En casos extremos, las periodistas toman (16%) o tomaron (3%) vacaciones por su cuenta para capacitarse. En el caso de los periodistas varones la tendencia es semejante con un 38% que tiene/tuvo apoyo para capacitarse, un 28% prefiere/prefirió no capacitarse ante la falta de respaldo. Además, existe un 15% que expresa que el medio le niega o fue negado el permiso para capacitarse y un 13% toma vacaciones por su cuenta para hacerlo".

Si bien se sabía que hubo despidos masivos en muchos medios de información tanto antes como durante la pandemia en Bolivia, no se conocía con mayor precisión cuáles son las condiciones laborales en las que actualmente trabajan quienes son periodistas en Bolivia.

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Ahora mediante la investigación realizada se sabe que las y los periodistas atraviesan por duras circunstancias a nivel laboral, situación que ha precarizado y deteriorado más las condiciones de trabajo de las y los periodistas, y ha repercutido en una ola de despidos y recontrataciones con mayores funciones por menos sueldo.

Para la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH, 2022), la baja representación de las mujeres está asociada, en gran medida, a los estereotipos de género que permean las decisiones de contratación de numerosos medios de comunicación en la región. Cuando logran vencer estas barreras y acceden a los medios de comunicación, las mujeres periodistas y las trabajadoras de los medios de comunicación deben enfrentar prácticas de segregación horizontal y vertical, desigualdades salariales, un alto nivel de precarización laboral y otras formas de discriminación interseccional. 

Desigualdad en las políticas internas de los medios

La desigualdad de género en los medios de comunicación tradicionales se aplica mediante políticas internas implícitas y no escritas que permiten distintas formas de segregación, discriminación y machismo que dificultan el desarrollo profesional de las periodistas, ellas son: la política de asignación a puestos jerárquicos, las políticas de contratación, la de ascensos, la violencia de género y otras formas diversas de discriminación y desventajas.

El análisis sobre las condiciones laborales de las mujeres periodistas en La Paz (Bolivia) precisa ser dimensionado a partir de estar consciente de que: 1) la mujer periodista en una sociedad patriarcal a menudo desconoce sus derechos como madre y trabajadora y 2) forma parte de un gremio periodístico liderado eminentemente por varones, donde la participación femenina es casi baja.

Testimonios sobre discriminación y violencia de género

“Estaba trabajando en prensa cuando empezó la cuarentena y nos anunciaron que nos iban a rebajar el sueldo en 40%. Yo ganaba el mínimo y menos el 40% significaba un insulto”.

M.A. periodista en La Paz

“En el caso de las mujeres, cuando somos jefas a los hombres les cuesta mucho obedecer, cumplir una orden. Cuando los envías a alguna tarea son más cuestionadores (…) A las mujeres generalmente nos toman doble examen: uno por ser mujer y otro como jefa. No sé si hablar de violencia psicológica, pero es una presión que se ejerce sobre las mujeres cuando son jefas que es mayor a la que pueden sufrir los hombres. Creo que sienten que es más natural obedecer a un hombre”.

E.A., periodista en Cochabamba

“Las mujeres no ascienden a puestos jerárquicos porque existen `alianzas machistas`. Los hombres se reúnen entre aliados o fraternos, y en un ambiente distendido al margen del trabajo hacen alianzas. Ellos se apoyan siempre para postular dentro de los medios. Es como un pacto de varones, ellos proponen quién debe ser el que lidere el medio o el departamento de prensa”.

J.P., periodista en Santa Cruz

“Cuando yo empecé a hacer periodismo me relegaron por el simple hecho de ser mujer. Comenzamos un varón y yo, hicimos tres meses de prueba y me sacaron, se quedaron con el varón porque según me dijeron: `Iba a desarrollar mejor trabajo que yo porque los hombres suelen acomodarse mejor a la labor de prensa (…) pero al mes me llamaron para que lo reemplace porque no se acostumbró”.

G.M., periodista en Oruro

“En mi caso hubo discriminación porque era joven digamos, No tenía conocimiento de cómo era el procedimiento de trabajo, estaba aprendiendo y se dio también por ser mujer”.

P.E, periodista en Trinidad
Acoso y violencia sexual

Las mujeres sufren acoso al postular como pasantes y durante el desempeño laboral como periodistas. Se las amenaza o chantajea con no darles o quitarles el puesto si no acceden a las “atenciones”, coqueteos o invitaciones a salir de los varones.

El 66% de las mujeres respondieron en la encuesta que sí sufrieron o conocen algún/a colega que sufrió acoso o violencia dentro de su medio de comunicación.

De las 88 periodistas encuestadas, 61 (69%) han sufrido varios tipos de violencia (psicológica, verbal, digital, sexual y física) dentro de sus medios de comunicación.

El 53,4% de las mujeres periodistas afirmaron sufrir algún tipo de violencia o acoso de sus colegas varones (33%), del director (22%), de gerencia financiera o recursos humanos (20%) y de editores (7%).

El machismo (38%) sería la principal causa del acoso y violencia dentro de las salas de redacción de los medios de comunicación. Por otro lado, se unen las variables falta de experiencia (19%) y desconocer la lógica interna del trabajo (23%).

Los patrones de belleza femenina se aceptan como “normales” y aunque algunas periodistas aseguraron que no son víctimas de violencia, también mencionaron que sus colegas les pidieron usar menos ropa para “mostrar más” o bajar de peso.

“Durante mis inicios en el 2009, empecé a hacer radio y para poder aprender te acosaban. Un año estuve trabajando gratis e incluso para poder recibir mi primer contrato me dijeron: `Si vos no aceptás salir, no vas a tener contrato`”.

P.E. periodista en Trinidad

“En mi primer medio he sufrido acoso sexual hace 14 o 15 años. No existe un medio donde no se hayan visto estos casos de acoso sexual y acoso laboral. Los editores son los que ejercen un poder sobre alguien como jefes. He sido testigo de varios casos y a partir de eso hicimos un reglamento interno en La Razón, pero aun así no hubo sanciones, tal vez administrativas, pero llevar el caso al área penal implica hacer la denuncia, seguimiento y demás, cosa que las mujeres periodistas evitan por los trámites engorrosos porque piden pruebas. Yo les decía que guarden los mensajes atrevidos en WhatsApp, fotos o videos de sus propios compañeros hombres. El acoso laboral es causado por pensar diferente a tu jefe. Tuve un jefe al que no le gustaba que se cubra sobre los adultos mayores, me decía: `Eso no vende`. A pesar de dos o tres talleres, ellos piensan como hombres y pensar así es tener el poder sobre muchas personas, peor si son jefes”.

A.C., periodista en La Paz

“Yo sufrí acoso, sufrí violencia verbal por parte de las autoridades y de otros colegas de radio. Yo soy locutora, operadora de radio”.

P.E. periodista en Trinidad
Agresiones a mujeres periodistas en las calles

Según la encuesta efectuada, el 61% de las mujeres y el 47% de los varones comentó que sufrió agresiones. El tipo de violencia más recurrente es la verbal (insultos, burlas, piropos obscenos) y física (empujones, patadas, golpes, jalones de cabello, etc.), en especial durante movilizaciones sociales, protestas y conflictos sociales. Las agresiones provienen de personas de sectores movilizados (cocaleros, mineros, maestros, vecinos, etc.) o militantes de fuerzas políticas, quienes cuestionan por doble partida la presencia de mujeres que son periodistas.

A menudo, fuentes informativas como policías, militares, autoridades soberbias y dirigentes o correligionarios políticos radicales (en ese orden) acosan, amenazan o agreden a las periodistas. Las periodistas lidian con la desconfianza, resentimiento, machismo e intolerancia de varios sectores sociales que entorpecen su trabajo y ponen en riesgo sus vidas durante la cobertura periodística. Ante esa situación, lo común es no denunciar ni acudir a ninguna instancia para evitar “perder el tiempo” y recursos económicos ante la impunidad de los agresores.

El 52% de las mujeres periodistas encuestadas opinó que en casos de conflictos y durante la cuarentena algunos medios les dieron apoyo legal para denunciar las agresiones; otros pocos distribuyeron insumos para protegerse, les dieron tolerancia para teletrabajar en la cuarentena cerrada o algún tipo de apoyo con medicamentos.

“En Potosí, no existen muchas mujeres periodistas y lo más fuerte en cobertura periodística son las marchas y protestas de mineros. Por mi parte, dos veces me han dicho: '¿Qué hacen aquí las periodistas? ¿Qué hacen aquí las señoras? Aquí hay dinamita, puede ser peligroso para ellas'. Así decían (…) siempre nos están molestando porque somos mujeres. Da un poco de rabia. Me he sentido intimidada por las palabras y por la forma en cómo nos ven”.

J.S., periodista en Potosí

“Los medios nos piden que no denunciemos con nombre y apellido ni digamos el nombre del medio de comunicación por temor de perder la publicidad gubernamental”.

C.M., periodista en La Paz

“Hice una cobertura en El Alto y la gente me rodeó, no creían que era periodista, me pidieron mi credencial y preguntaron por qué estaba filmando, alguien dijo que era una ´infiltrada´. Me soltaron, pero luego de hacerme muchas preguntas y sacarme fotografías. Estábamos en pandemia, he notado que las agresiones verbales y físicas aumentaron en los últimos años, te empujan o te maltratan en las protestas y los policías sueltan petardos no sólo para frenar las marchas sino hacia la prensa”.

Y.S., periodista en La Paz

“Tuve una experiencia desagradable en junio de 2021. Estábamos dando cobertura periodística a un conflicto entre dos barrios y en medio de la manifestación de dos grupos, un dirigente vecinal me agredió verbalmente y me empujó. Éramos dos periodistas mujeres, pero yo me llevé la peor parte.  A ese señor no le gustó que demos cobertura a la otra parte y quería que nos saquen del lugar. Empezó a agredirme al empujarme y golpearme en la espalda. Yo estaba en vivo y aguantando, pero me golpeaba tan fuerte que tuve que darme la vuelta y lo empecé a enfocar, entonces se alejó. Me dejó mal emocionalmente”.

J.E., periodista en Tarija

“He sufrido acoso de la policía también. Te miran, te invitan a cenar, te dicen que te están esperando. Les comenté a unas colegas y les pasaba igual, por eso vamos a hacer cobertura con otro periodista varón porque sus insinuaciones son incómodas. Cuando le dije que tengo un hijo y no tengo tiempo, me dejó de enviar mensajes y cuando iba a hacer cobertura, decía que no atendería a la prensa”.

R.Z., periodista en Oruro

“Yo sufrí acoso, sufrí violencia verbal por parte de las autoridades y de otros colegas de radio. Yo soy locutora, operadora de radio”.

P.E. periodista en Trinidad

“Lo he vivido al ser jefa de otra mujer, entre mujeres nos vamos poniendo obstáculos y no permitimos que de repente esa mujer pueda desarrollar y cumplir a cabalidad con eficiencia y eficacia su tarea como jefa”.

Z.P., periodista en Cobija
Toma nota, para no olvidar

Las formas más comunes de violencia de género hacia las mujeres periodistas se dan por:

  1. Violencia laboral por la falta de pago de salarios; trabajar sin horarios; la ausencia o retraso en el pago del seguro médico y/o los aportes para la jubilación. Sin dejar de lado la negativa de ascenso, vacaciones o incremento salarial si se hace más trabajo.
  2. La discriminación por apariencia, siguiendo los estereotipos de belleza de las periodistas, en particular de quienes trabajan en televisión. Situación que repercute en el uso de maquillaje o poca ropa; así como en la autoestima por los constantes cuestionamientos sobre el peso.
  3. La antigüedad que se relaciona con años de experiencia; aunque no siempre tenga que ver con capacidad o eficiencia en la labor periodística. Argumento que se utiliza para pagar menos salario a las mujeres periodistas cuando ascienden a la jefatura de un medio.
  4. Violencia física que es poco frecuente pero que algunas periodistas jóvenes experimentaron de otros periodistas varones (usualmente mayores y también otra mujer) al empezar a hacer cobertura porque durante las conferencias de prensa las empujaron y jalaron el cabello.
  5. Violencia sexual y acoso con frecuencia a través de roces o toques no deseados. El acoso que es el más común con jadeos al pasar, piropos subidos de tono presenciales o por Whatsapp. En esta categoría se incluye la presión a través de recurrentes invitaciones a salir a cenar o comentarios obscenos sobre el aspecto de la mujer periodista o comentarios negativos si ella hace mejor cobertura.
  6. Celos o envidia de periodistas varones u otras mujeres si el desempeño de una periodista va mejorando.
  7. Presión psicológica laboral, muy habitual en el marco de las exigencias del trabajo y la cobertura periodística, pero cuya intensidad depende del carácter de los jefes. Puede darse con sobrecarga de trabajo, pero también con gritos, humillación y malos tratos.
  8. La discriminación de género si eres demasiado joven o mayor (en especial para televisión), si tienes pareja o estás casada o si estás soltera (porque se supone que estás disponible).
  9. La discriminación por roles de género. Se espera que cumplas con obedecer las órdenes, no darlas o cuestionarlas.
  10. Discriminación y violencia de género durante la cobertura por parte de algunas fuentes informativas, en especial policías, militares y algunos sectores como los mineros que cuestionan la presencia y labor de las mujeres periodistas en las calles.

Hasta la fecha, los periodistas, en especial las mujeres, son un sector que ha sido víctima creciente y recurrente de agresiones y de la vulneración de sus derechos laborales en el seno de las empresas periodísticas. Son un sector pocas veces reconocido como vulnerable, cuya labor es vital para el ejercicio democrático de la libertad de expresión, el derecho a la información y la comunicación, la promoción y control social de la democracia. No existe ninguna estadística oficial del número de periodistas (mujeres y hombres) ni de sus condiciones laborales.

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