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En el feriado de Corpus Christi salí a dar un paseo por la mañana. Los negocios de las calles de uno de los barrios más comerciales de La Paz estaban cerrados, por lo menos la gran mayoría y había muy poco tráfico, lo cual hizo mi caminata muy placentera. Aún así, tenía la esperanza de encontrar una óptica abierta para comprarme lentes de sol, porque me aguardaba un fin de semana largo en Toro Toro y en días anteriores no había tenido tiempo de reemplazar mis gafas de sol rotas.

Afortunadamente, a medio camino encontré una vitrina llena de lentes de sol. Todos eran Ray-Ban. Cuando pregunté su precio, me asombré de que costaran tres veces menos del precio que me habían ofrecido hace unas semanas en una óptica. Lo primero que pensé fue: “Son truchos”, pero la vendedora me aseguró de que no lo eran: Me mostró una pequeña inscripción que decía Ray-Ban en el lente derecho y otra que decía RB en el lente izquierdo.

Todavía con desconfianza le pregunté: "¿Por qué son tan baratos?", mientras en mi cabeza pensaba: "Seguro son de contrabando". Ella me respondió: “Es que nosotros agarramos por cantidad”. Decidí comprarlos con la pequeña esperanza de que fueran originales, sobre todo porque ella me aseguró que tenían filtro UV y que podía testearlos en cualquier óptica, y que si no tenían filtro, podría devolvérselos. Me pareció un trato justo.

Seguí caminando y casi al final de mi recorrido, encontré una óptica abierta. Entré y pregunté si mis lentes eran originales o si por lo menos tenían filtro UV. El vendedor, muy emocionado y matando mis esperanzas de una sola frase, tomó mis gafas y dijo: "Son una excelente imitación, no tengo la máquina para testearlos, pero son polarizados".

Cuando le pregunté cómo sabía que eran polarizados, me dijo que me pusiera las gafas y mirara una figura con paisaje de mar que tenía en la pared. Cuando me puse los lentes y miré a través de ellos, apareció la imagen de un tiburón con la boca abierta saliendo del agua, que sin los lentes no se podía ver. Tenía unos lentes Ray-Ban "truchos", pero polarizados. Salí con sentimientos encontrados de la óptica.

Este episodio y el tiburón saliendo del mar me vinieron rápidamente a la mente cuando estaba pensando en qué nombre ponerle a esta columna y después de muchos días de preguntarme: ¿Cómo debía ser el nombre de una columna de opinión?, ¿qué características debía tener?, ¿debía ser seria?, ¿graciosa? ¿fácil de recordar? ¿interpeladora? ¿poética? ¿explícita? Me decidí por este nombre: “Con lentes de género”, tomando así prestada la frase que utilizó la antropóloga feminista Marcela Lagarde para referirse a aquellas personas que tienen una mirada que incluye el enfoque de género de manera ineludible en sus vidas.

Los lentes de género, al igual que los lentes polarizados, nos permiten ver cosas que, sin ellos, no vemos. No vamos a ver tiburones saliendo del agua, sino cosas más aterradoras que nos hemos acostumbrado a mirar con indiferencia y normalidad como la sexualización y objetivación del cuerpo de la mujer; la enorme brecha salarial de género que en Bolivia alcanza al 47 por ciento; la falta de garantías que tenemos las mujeres en Bolivia para vivir una vida libre de violencia; el constante acoso laboral, político y callejero que sufrimos y un largo etcétera, sin ni siquiera mencionar la cifra espantosa de feminicidios en lo que va del año, 71.

Es así que desde este espacio, que muy cordialmente me ha brindado Guardiana, me gustaría contribuir a tener una mirada diferente, que nos permita reflexionar, cuestionar y transformar nuestra sociedad para construir una vida más humana, más justa, más equitativa.

¡Vamos a ponernos los lentes de género!

*La Dirección de Guardiana da la bienvenida a la antropóloga y Magíster en Política Social Andrea Velasco Terán.

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2 Comentarios

  1. Excelente, felicidades!!!

  2. Es primera vez que leo un artículo de la Guardiana, me encanta este artículo y la idea de comunicación increíble, permite llegar a que la sociedad y se ponga sus lentes con enfoque de género, estoy segura que será un triunfo.

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