Por Guardiana (Bolivia)
Miércoles 7 de julio de 2021.- Un grupo de cóndores muertos por agrotóxicos, casi un millar de colmenas de abejas eliminadas por un contaminante, un caimán negro sacrificado y exhibido como trofeo, un tucán con el pico cercenado por “robar” frutas de un árbol. La nómina de animales silvestres muertos por la mano humana es creciente. ¿Qué hacer para evitar este biocidio?
La bióloga y especialista en manejo de fauna silvestre Ángela Núñez y el abogado ambientalista y defensor de los derechos de los animales Rodrigo Herrera fueron convocados por “La voz de la naturaleza”, un programa dirigido por Antonio Cajías, para conversar acerca de dónde poner énfasis para contener estas muertes provocadas a los animales silvestres.
Las redes sociales se han encargado de difundir estos casos en los últimos meses, sea por el número de individuos afectados o por la violencia aplicada, pero es seguro que no reflejan la dimensión de la realidad de afectación a la fauna silvestre.
Entre los casos más representativos de los últimos meses están:
- Caso panales de abejas: En junio pasado, la Asociación Departamental de Apicultores de Santa Cruz reportó la muerte de 923 colmenas de abejas en la comunidad de Nuevo Horizonte, en el municipio de Okinawa, y la cifra podría superar las mil. El Centro de Investigaciones Químicas de Cochabamba trabajaba para conocer qué sustancia química pudo haber causado las muertes.
- Caso caimán negro: En junio de este año, en el municipio de Magdalena del Beni, se sacrificó a un caimán negro en circunstancias que aún se investigan por el delito de biocidio. Con más de 4 metros de largo y con cerca de 400 kilos de peso, el caimán negro es una especie en peligro de extinción. No se ha identificado a uno o más responsables de este hecho.
- Caso 34 cóndores: En febrero de este año, a 20 kilómetros de la ciudad de Tarija, fueron hallados muertos por envenenamiento 34 cóndores y siete otras aves rapaces. Los comunarios habían perdido algunas ovejas con anterioridad y pusieron veneno en el cuerpo de animales muertos para eliminar al depredador. Los sacrificados fueron los cóndores que no son cazadores sino carroñeros.
- Caso Tuki Tuki: En septiembre de 2020, un tucán llegó a la casa de una familia en Puerto Suárez (frontera con Brasil) y comenzó a alimentarse de los frutos de los árboles de la vivienda. La reacción de la pareja dueña del lugar fue violenta, la mujer respondió apedreando al ave y el hombre le partió el pico con un machete. La justicia envió a la cárcel con detención preventiva al autor del hecho y la mujer obtuvo medidas sustitutivas. El tucán Tuki Tuki, nombrado así por la opinión pública, murió poco después de la operación de reconstrucción de su pico cercenado.
LA PROTECCIÓN LEGAL
A pesar de los casos bullados y de una legislación favorable a la protección de la fauna, no hay procesos abiertos en la justicia por biocidio. Por otra parte, la justicia sí ha comenzado a actuar y se cuentan hasta 13 sentencias por casos de maltrato o tráfico de especies silvestres en los últimos años.
Los defensores de la fauna silvestre tienen un respaldo en la Constitución Política, artículo 33, cuando afirman que los “otros seres vivos”, distintos a los humanos, tienen derecho a desarrollarse de manera normal y permanente. Y esta premisa está en correlato con varios cuerpos legales.
Una de las más recientes normas (DS 4489) prohíbe, por ejemplo, la caza deportiva, el comercio de especímenes silvestres en contravención a las disposiciones sanitarias, la tenencia de animales silvestres como mascotas, la promoción y ejecución de peleas de animales silvestres y las actividades de entretenimiento que involucren a animales silvestres.
El problema radica en los obstáculos para cumplir esas normas. Por eso más que ampliar leyes y crear instituciones, el abogado Rodrigo Herrera afirma que es necesario que la sociedad empiece por modificar los valores heredados de las anteriores generaciones y que inicie un debate acerca de “por qué la vida de los seres humanos está por encima de la vida de los otros seres”.
En su criterio, esta conciencia social permitirá a las autoridades actuar en defensa de la vida silvestre, no porque lo manda “el frío texto de una norma”, sino porque esas autoridades serán capaces de reflexionar sobre la situación actual y nuestra relación con el entorno.
“La manera en que los animales están siendo tratados es horrorosa, es una esclavitud de la cual nadie habla”, dice Herrera.
EL PAPEL DE LOS FUNCIONARIOS
Que la sociedad boliviana asuma conciencia es importante, pero Ángela Núñez cree que los logros hasta ahora son pequeños frente a una destrucción que avanza a raudales. Y en su criterio es importante fortalecer, institucionalizar y capacitar a funcionarios y autoridades locales.
A modo de ejemplo, la bióloga explica que algunos municipios en Cochabamba entregaban pinos y eucaliptos a la población para la reforestación, sin tener en cuenta que con esa acción “están eliminando los bosques de queñua”, el árbol nativo propio de esta región. “Las autoridades están para guiar, pero ellos (funcionarios) decían ‘los pobladores nos piden eso’”, dice Núñez.
Aquí ya no se trata de funcionarios judiciales encargados de perseguir delitos de biocidio, sino de la gestión de los problemas del medio ambiente a nivel local. En este caso se vive el cambio frecuente de autoridades y la falta de personal en este tema (generalmente un solo funcionario en cada municipio pequeño).
Ángela Núñez explica que atender esto es más urgente que antes por la pérdida de bosques y de fauna que sucede en este momento. En el caso del envenenamiento de los 34 cóndores en Tarija o de los jaguares que son frecuentemente cazados se está atentando contra especies que son, además, controladoras de otras especies y, por tanto, permiten sanear el bosque y su regeneración. En el caso del jaguar, el problema es que la actividad económica humana, en la que destaca la ganadería, está reduciendo el hábitat de esta especie que ha visto achicado su territorio al 50% en los últimos 100 años en la región.
Otro aspecto señalado por Núñez es que se debe apuntar a eliminar la demanda nacional e internacional de vida silvestre que ha cooptado inclusive a personas de las comunidades locales.
“Lastimosamente el tema económico se sobrepone, ofrecerles dinero a cambio les resulta interesante y lo hacen. Ellos (comunarios indígenas) están cazando a los animales, porque no son los ciudadanos chinos los que entran a cazar, de esta forma se está destruyendo este vínculo con la naturaleza”, comenta Núñez.
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